22 de marzo de 2009

Residuos

Luis Fernando Veríssimo

Un hombre y una mujer se encuentran en el palier, cada uno con su bolsa de residuos. Es la primera vez que se hablan.
–Buen día.
–Buen día.
–Usted es del 610.
–Y usted es del 612.
–Sí.
–Todavía no lo conocía personalmente.
–Ajá.
–Disculpe mi indiscreción, pero he visto sus bolsas de residuos...
–¿Mis qué?
–Sus residuos.
–Ah.
–Noté que nunca es mucho. Su familia debe de ser chica...
–La verdad, soy yo solo.
–Hmmm. Vi también que usa mucha comida en lata.
–Es que tengo que hacerme la comida. Y como no sé cocinar...
–Entiendo.
–Usted también...
–Tratame de vos.
–Vos también perdoná mi indiscreción, pero vi algunos restos de comida en tus bolsas. Champiñones, cosas por el estilo...
–Es que me gusta mucho cocinar. Hacer platos diferentes. Pero como vivo sola, a veces sobra...
–¿Usted... vos no tenés familia?
–Tengo, pero no aquí.
–En Espíritu Santo.
–¿Cómo sabés?
–Vi unos sobres en la basura. De Espíritu Santo.
–Sí. Mamá escribe todas las semanas.
–¿Ella es maestra?
–¡Qué increíble! ¿Cómo fue que adivinaste?
–Por la letra en el sobre. Me pareció letra de maestra.
–Usted no recibe muchas cartas. A juzgar por sus residuos...
–Y... no.
–El otro día tenía un telegrama abollado.
–Sí.
–¿Malas noticias?
–Mi padre. Murió.
–Lo siento mucho.
–Ya estaba muy viejito. Allá en el Sur. Hace tiempo que no nos veíamos.
–¿Fue por eso que volviste a fumar?
–¿Cómo sabés?
–De un día para otro empezaron a aparecer en tu basura etiquetas de cigarrillos.
–Es cierto. Pero conseguí dejar otra vez.
–Yo, gracias a Dios, nunca fumé.
–Ya sé. Pero he visto frasquitos de pastillas en tu basura.
–Tranquilizantes. Fue una etapa. Ya pasó.
–¿Te peleaste con tu novio, no es cierto?
–¿Eso también lo descubriste en la basura?
–Primero el ramo de flores con la tarjeta, arrojado afuera. Después, muchos pañuelos de papel.
–Sí, lloré bastante, pero ya pasó.
–Pero hoy todavía veo unos pañuelitos...
–Es que estoy un poco resfriada.
–Ah.
–Muchas veces veo revistas de palabras cruzadas en tus bolsas.
–Sí..., es que... me quedo mucho en casa. No salgo mucho, sabés.
–¿Novia?
–No
–Pero hace algunos días había una foto de una mujer en tus bolsas. Y muy bonita.
–Estuve limpiando unos cajones. Cosas viejas.
–Pero no rompiste la foto. Eso significa que, en el fondo, querés que ella vuelva.
–¡Vos ya estás analizando mis residuos!
–No puedo negar que me interesaron.
–Qué gracioso. Cuando examiné tus bolsas, pensé que me gustaría conocerte. Creo que fue por la poesía.
–¡No! ¿Vos viste mis poemas!
–Los vi y me gustaron mucho.
–¡Pero son malísimos!
–Si realmente creyeras que son malos, los habrías roto. Solamente estaban doblados.
–Si hubiera sabido que los ibas a leer...
–No me los quedé porque, a fin de cuentas, estaría robando. A ver, no sé; lo que alguien tira a la basura, ¿sigue siendo de su propiedad?
–Creo que no, la basura es de dominio público.
–Tenés razón. A través de la basura, lo particular se hace público. Lo que sobra de nuestra vida privada se integra en las sobras de los otros. Es comunitario, es nuestra parte más social. ¿Será así?
–Bueno, ya estás profundizando demasiado en le tema de la basura. Creo que...
–Ayer, en tus residuos...
–¿Qué?
–¿Me equivoco o eran cáscaras de camarones?
–Acertaste. Compré unos camarones grandes y los pelé.
–Me encantan los camarones.
–Los pelé, pero todavía no los comí. Quizás podríamos...
–¿Cenar juntos?
–Claro.
–No quiero darte trabajo.
–No es ningún trabajo.
–Se te va a ensuciar la cocina.
–No es nada. En seguida se limpia todo y se tiran los restos.
–¿En tu bolsa o en la mía?

De O analista de Bagé, 1981

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