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6 de marzo de 2010


Habrían descubierto la identidad del autor del "Lazarillo de Tormes"

La paleógrafa española Mercedes Agulló cree que el autor del clásico picaresco sería Diego Hurtado de Mendoza.


Según explica ElCultural.es, la paleógrafa Mercedes Agulló ha conseguido documentar un hallazgo sorprendente: el clásico Lazarillo de Tormes "no es anónimo, como hasta ahora se ha venido considerando". Agulló asegura, en un libro que aparecerá en unos días en la editorial Calambur -bajo el título de A vueltas con el autor del Lazarillo-, que Diego Hurtado de Mendoza, "personaje fascinante del siglo XVI", es el autor del clásico castellano. Los papeles encontrados por Mercedes Agulló, explica ElCultural.es, en la testamentaría del cronista López de Velasco, su albacea, demostrarían que la famosa novela precursora de la picaresca, con una primera edición conocida de 1554, fue escrita Diego Hurtado de Mendoza. De hecho, Agulló afirma que encontró un documento del poeta y diplomático español en el que anotó un par de líneas que le sirvieron como iniciar su investigación: "legajo de correcciones hechas para la impresión de Lazarillo y su propaladia".

1 de noviembre de 2009

Nacional, popular y modernista

Publicada originalmente en 1973, elogiada unánimemente por la crítica, fue la última que Pla editó en vida y es el punto culminante de su obra. La Editorial Municipal salva así del olvido a una obra maestra de la literatura argentina.

Por Beatriz Vignoli

"No me mueve el afán de contar ninguna historia", declaraba hace 30 años en el suplemento cultural del diario La Opinión el novelista, periodista, dramaturgo y crítico rosarino Roger Pla (1912-1982). Y había anotado en uno de sus diarios personales, en 1941, su intención de "apresar en su viviente presencia los elementos de lo real". Proeza de alquimista del verbo que Pla, con talento y oficio a la altura de su ambición, estupendamente logra: "Diego vio la zanja que se le vino con su nata verde hasta los ojos. La luna casi tan grande y luminosa como la de aquel jardín en Guatemala bañándole el pelo negro y el pulóver rojo. La tomó de un brazo. Lo que lo rodeaba pegándose a él como una ventosa, igual que el silencio que caía disuelto en la luz de la luna. Succiona. Traga. Metiéndose por las miradas junto con toda esa noche verde clara y la temperatura de ese brazo bajo la yema de los dedos. La oscuridad aguada y este olor de hembra a mi lado. La inagotable riqueza del mundo. Las zanjas. Empezaron los fosos que llegaban desde calles transversales, tajos coagulados en el suelo, natas flotando, gelatinas plateadas, duendes en las gargantas de los sapos y viejos espantos campesinos. Puentecito de tablas. Cuidado. Alcantarillas. Bocas de aliento pútrido metiéndose bajo la tierra y resurgiendo del otro lado con su llaga negra. ¡Dios, qué belleza en este vaho putrefacto de la zanja!".
Lograrlo le llevó cinco novelas, no menos. La obra de una vida. Relato versus presencia: tal fue el eje de la polémica que desde las páginas del diario El Mundo, en 1941, entabló Pla con otro escritor profesional de apellido breve, ya por entonces mucho más célebre: Roberto Arlt. De estas cosas y otras muchas informa el estudio preliminar de Analía Capdevila para la flamante reedición de la quinta novela de Pla, a la que pertenece el párrafo citado.
Intemperie fue escrita entre enero de 1966 y noviembre de 1969, al calor de las discusiones intelectuales y las revueltas sociales que reivindicaban el populismo justicialista del primer peronismo. Publicada por Emecé en 1973, elogiada unánimemente por la crítica, fue la última que Pla editó en vida y es el punto culminante de su obra. Encuadernada ahora entre tapas azul Prusia con un dejo de lavanda (casi el color exacto de la edición original del Album Azul de los Beatles) y con un bonus track de fotos del archivo que guardan sus hijas, Intemperie es el acontecimiento editorial local en lo que va del año. La Editorial Municipal de Rosario ha salvado así de un olvido inexplicable a una obra maestra de la literatura argentina, de plena vigencia hoy.
Intemperie es a la vez realista y fantástica. Lo fantástico en ella no irrumpe sino que aflora casi naturalmente. Lo hace gracias a un recurso propio de ese subgénero del realismo fantástico que en los años `80 el escritor de ciencia ficción Bruce Sterling dio en llamar slipstream, y que estaba en pleno apogeo en la época en que se escribe y se publica Intemperie: la época de Vietnam, los hippies y la aventura espacial. La acción en Intemperie (al igual que en su contemporánea Matadero Cinco de Kurt Vonnegut, sólo que no de un modo tan explícito), transcurre en un universo multidimensional tal que el pasado es presente. De este modo, uno de los viejos que andan por ahí resulta ser Ulrico Schmidl, y los criollos siguen matando indios en una versión sudamericana del western. El cacique caído heroicamente en la lucha no es otro que El Toro, padre del más longevo de los villeros, el viejo Godoy; y quien lo asesina es Leiva, antepasado del marido de Claudia, la amante despechada de Diego y escritora exitosa (la fórmula fue retomada años más tarde por un alumno de taller de Pla, Daniel Guebel).
También hay cruzamientos con los saberes de Pla como crítico de arte ("Vendeme el Berni", le dice Diego, algo desesperado, a un amigo) y ricos intertextos con letras de tango de todo tipo. Desde la pícara y lunfarda ("Haragán, si encontrás al inventor del laburo lo fajás") hasta las honduras de angustia existencial de Discépolo: "La vida es tumba de ensueños con cruces que abiertas preguntan pa` qué". Y, cosa rara en la literatura nacional, las escenas de sexo son amables y naturales, sin perversión ni pacatería innecesarias.
"Casi al mismo tiempo que escribe Intemperie, Pla está embarcado, como ensayista y estudioso de la literatura, en dos proyectos importantes", escribe Capdevila en su estudio preliminar. "El primero es un ciclo de charlas semanales para Radio Nacional de Buenos Aires, titulado La Novela Nueva hacia una Nueva Forma. (...) Para esta misma época es convocado por Boris Spivacov, director del Centro Editor de América Latina, para dirigir la Historia de la Literatura Argentina de Capítulo, una obra colectiva que sale entre 1967 y 1968".
Capdevila consigna que para esta obra en fascículos trabajan profesores y críticos literarios que habían renunciado a sus cátedras luego de la intervención de la Universidad por el dictador Juan Carlos Onganía, y que la lectura final de cada capítulo está a cargo de uno de estos destacados profesores: Adolfo Prieto. No profundiza sin embargo Capdevila en cuál pudo ser la relación de una novela tan programáticamente nacional, popular y modernista como Intemperie con las ideas afines del grupo Contorno, al que Prieto pertenecía. ¿Por qué Contorno se ocupó tanto del rescate de Arlt y dejó en la sombra a Pla, que para colmo escribía mucho mejor?
Pese a que el estudio preliminar de Capdevila no responde a estos interrogantes, combina sin embargo rigor académico y amena lectura. Aún distanciándose de la intensidad del biografiado mediante cierto desapasionado sesgo posmoderno, no deja por ello de revalorar y poner en foco a una figura relevante de su época pero desconocida para las generaciones más jóvenes. Figura que encarnó, al igual que Arlt, un oficio casi completamente desaparecido en el ámbito local: el del escritor que vive de su pluma. A destajo. Sin cátedras ni cargos. Y que en sus casi inexistentes ratos libres se las ingenia para desarrollar una obra innovadora. Una obra, además, que va tejiendo una saga donde los vínculos entre los personajes conectan los diferentes libros entre sí. Villa Luna es el arrabal donde transcurre gran parte de la ficción de Pla: un universo librado a las inclemencias del agua y el fuego luego de "la caída del Hombre" (el Hombre es Perón, pero todo significante es metáfora en este texto). Allí vive Amelia, la morocha "rea" de pulóver rojo por quien el protagonista, Diego, deja atrás su vida de "bacán" desde el instante en que la ve en la calle y sube al colectivo que la lleva hasta los márgenes. El gran amor de Ame fue un matón sindicalista, Venancio Acuña, de quien se dice en la villa que es primo del famoso Miguel Acuña, alias El Púa. Y El Púa es el protagonista de la tercera novela de Pla, Paño verde (1955, hay versión cinematográfica de 1973).
Un año antes, en 1954, Pla había publicado una novela policial con el seudónimo de Roger Ivnes. Titulada en su edición original por el sello Jackson La diosa de la venganza llora, fue reeditada casi 20 años más tarde en la entrega 279 de la colección El Séptimo Círculo, dirigida por Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares, como El llanto de Némesis. Las dos primeras novelas de Pla, Los Robinsones (1946) y El duelo (1951) son novelas de crisis, novelas de ideas y, en algún sentido, novelas de artista, la morosidad de cuyas conversaciones entre los personajes retorna en el drama trágico Las brújulas muertas (1960). Su novela póstuma, Los atributos (1985) regresa al mundo arrabalero con una historia de la vida real, cruzando ficción y no ficción. Es su única novela rosarina y está ambientada en los años `20 y `30, la época de su juventud. En 1969 (coincidiendo nada casualmente con la escritura de Intemperie, el ciclo radial sobre Nueva Novela y la obra para Capítulo) salió por la Editorial de la Biblioteca Popular Vigil su ensayo Proposiciones. En 1982 alcanza a ver publicado Objetivaciones, un libro de poemas del que Osvaldo Svanascini editó 300 ejemplares.
Hijo póstumo que no llegó a conocer a su padre, huérfano de madre a los 24 años, Pla fue un autodidacta que no pudo terminar el secundario pese a que desde los seis años leía a los clásicos. Criado en Rosario, cursó el secundario en Capital Federal; luego se casó y se radicó en Ramos Mejía (provincia de Buenos Aires). Desde allí tradujo para varias editoriales y practicó el periodismo gráfico en todas sus variantes. El autor que firmaba con seudónimos libros de autoayuda por encargo y guiones de historietas policiales, para revistas del corazón o de aventuras, era además un crítico de arte cuyos textos sobre artistas de la época, como por ejemplo su libro sobre Berni, siguen siendo de consulta imprescindible. Pese a su sobrehumana labor contra reloj, tanto Arlt como Pla se veían a sí mismos y eran vistos por sus contemporáneos como "vagos". Autovaloración injusta que delata los prejuicios de la sociedad ante las precarias condiciones de producción de la industria cultural, que dejan al escritor a la intemperie.

Póstumamente publican Laura, última obra de Vladimir Nabokov

Publican El original de Laura, la última obra de Vladimir Nabokob, póstumamente y en contra de su voluntad.

El original de Laura, la última novela del escritor ruso Vladímir Nabokov, autor de la polémica obra Lolita, será publicada el próximo mes de noviembre, a pesar de que el propio creador fallecido en 1977 había dejado instrucciones para que la misma fuera destruida tras su muerte.
Al parecer los herederos de Nabokov recibieron una suma superior al millón de dólares por este trabajo que está guardado en una caja fuerte de un banco suizo desde hace más de treinta años.
"Fue una decisión muy emotiva para Dmitri, el hijo de Vladímir… Llevaba décadas pensando en ello…", detalló en un comunicado Alexis Kirschbaum, el director de la editorial Penguin Classics, quien negoció directamente con el mencionado heredero.
La novela no sólo narra la vida de un hombre obsesionado con su promiscua mujer sino que además repasa la historia de esta obsesión desde que se conocieron cuando eran jóvenes.
Según indicó Kirschbaum, esta es una obra "oscura y cómica, que explora lo que significa odiarse a uno mismo y querer desaparecer… Es muy interesante ver su escritura y leer su prosa, que no es necesariamente de una brillantez extrema pero que permite ver la esencia de quien fue un genio en todo lo que escribió…"

18 de julio de 2009


Se publicará una novela inédita de Graham Greene

Será en la revista especializada en el género de misterio The Strand. La novela de Graham Greene, titulada La silla vacía, está inconclusa y fue descubierta en el archivo del autor que compró la Universidad de Texas.

Una novela incompleta de Graham Greene recientemente descubierta se publicará por entregas en la revista The Strand. La primera entrega tendrá lugar esta semana y el resto aparecerá en cuatro ediciones cuatrimestrales. Entre los planes de la revista figura el de contratar a un novelista para que escriba el final.

La novela es un misterio llamado La silla vacía que Greene comenzó a escribir en 1926 y que aparentemente abandonó. En aquel momento tenía 22 años, recién se había convertido al catolicismo y estaba trabajando como pasante en el diario londinense The Times. El manuscrito de la novela fue descubierto el año pasado por el académico Franciois Gallix en el Archivo Greene de Ransom Center de la Universidad de Texas.

Se publicó el primer capítulo en The Times de Londres en diciembre de 2008, como parte de una trivia literaria en la cual los lectores tenían que adivinar quién era su autor.

La silla vacía transcurre en una casa de campo y los protagonistas son una pareja señorial y un detective-inspector parecido a Colombo.

El director de The Strand dijo que "no es lo mejor de Greene pero se reconoce igual que es un texto suyo". La revista ya había publicado un cuento inédito de Mark Twain en su último número y también una novela de P.G. Woodhouse.

Ahora The Strand se publica en Birmingham, Michigan, pero es una relanzamiento de la revista londinense que tuvo su auge entre 1890 y 1950.

11 de junio de 2009

Se publicarán dos cuentos inéditos de Agatha Christie

John Curren, un empleado estatal fanático de la creadora del detective Hércules Poirot, descubrió los cuentos dentro de uno de los 73 cuadernos de apuntes que había dejado la autora. Se trata de las primeras versiones de dos de sus novelas, pero escritos como relatos. Curren los publicará junto a un libro con los resultados de sus investigaciones.

El investigador John Curren, autor de Los cuadernos secretos de Agatha Christie: Cincuenta años de la fabricación de misterios (que se publicará en septiembre), descubrió dos cuentos inéditos de la gran dama del misterio, Agatha Christie. Protagonizados por el famoso detective Hércules Poirot, los cuentos estaban "escondidos" dentro de uno de los 73 cuadernos que fueron descubiertos el año pasado en la casa de veraneo de Christie en la ciudad inglesa de Devon.

Christie tenía la costumbre de escribir cuentos como borradores de sus novelas. Así, uno de los cuentos —El misterio de la pelota del perro (The Mystery of the Dog's Ball)— se convirtió en la novela Testigo Mudo (Dumb Witness). Comienza con la muerte de una heredera que se mata bajando unas escaleras, aparentemente tras resbalarse sobre el juguete de su perro.

El segundo cuento, La captura de Cerberus (The Capture of Cerberus) fue escrito como el último caso de Poirot (los primeros once fueron publicados en la revista Strand entre 1939 y 1940).

John Curren, un funcionario público de Dublin, y un "archi-fanático" de Agatha Christie —según sus propias palabras— se tomó un año sabático para dedicarse plenamente a sus investigaciones. Lo más difícil, según cuenta, fue llegar a entender el casi ilegible manuscrito de la autora.

El libro de Curren será una investigación sobre la forma de trabajar de Agatha Christie: cómo planificaba sus tramas, de dónde sacaba las ideas para sus personajes y cómo iban evolucionando sus manuscritos. Los cuadernos cubren el período que va entre 1920 y 1976, el año de su muerte.

Fuente: The Guardian y Agencias

2 de mayo de 2009

Lunes 13, abril de 2009




Publican papeles inéditos de Santoro, el poeta desaparecido

Son 250 de las 650 páginas de su obra poética completa. El material no conocido incluye las letras de un disco que no se llegó a grabar.

Por: Gabriel Reches
ESPECIAL PARA CLARIN

A tres décadas y algo más de la desaparición (forzada) del poeta Roberto Santoro, se acaban de publicar sus obras completas, que van a presentarse en sociedad en la próxima Feria del Libro. Son 650 páginas, en las que se incluyen todos los textos que el poeta editó en libros, carpetas, afiches y volantes, la mayoría de ellos inhallables.Obra poética completa (1959-1977) tiene más de 250 páginas de material que hasta hoy había permanecido inédito, guardado en viejas carpetas que aportaron Dolores Mendez y Paula Santoro, la esposa y la hija del poeta.Quién sabe si tenían destino de libros, si estaban próximos a publicarse, si ésta sería su forma definitiva: "Dolores Santoro nos acercó los textos, eran hojas escritas a máquina, con correcciones en lapicera o lápiz. No es absolutamente claro que fueran obras acabadas, pero decidimos publicarlas, respetando la organización que creemos que él preveía para estos poemas", cuenta Roxana López Rodríguez, la autora del prólogo y quien trabajó en la edición del libro, que publica la editorial Razón y Revolución.

Los textos inéditos que recuperan estas obras completas fueron escritos por Santoro entre 1963 y 1977 y fueron organizados por los editores en tres secciones: Series, Canciones y Otros Poemas. Del conjunto, vale rescatar la sección Canciones, que incluye únicamente las letras Lo que veo no lo creo: un disco junto al músico Jorge Cutello, que nunca pudo grabarse.

Roberto Jorge Santoro nació en 1939. Trabajó como vendedor en un puesto de mercados, como empleado del Sindicato de Músicos, como pintor de brocha gorda y como preceptor. Entre los 19 y los 38 años publicó Tango y lo Demás, El Ultimo Tranvía, Nacimiento en la Tierra, Pedradas con mi patria, Prontuario de mi corazón, A ras del suelo, Uno más uno humanidad, Desafío, Cuatro canciones y un vuelo, Las cosas claras, Poesía en general y No negociable. Y el conocido Literatura De La Pelota, una compilación de versos de varios autores sobre fútbol que fue reeditada en 2007.

También dirigió una revista y una colección de informes poéticos colectivos y fundó una editorial no convencional cuyos materiales se discutieron tanto en fábricas como en escuelas.

En su literatura confluyen las tradiciones de la poesía social, el surrealismo, el costumbrismo porteño y el lunfardo. A la vez, casi como rasgo de época, la poética de Santoro recurre con frecuencia a palabras como "corazón", "tierra", "sangre", "poesía", "amor" o "pájaro", habituales en la lírica de la Nueva Canción Latinoamericana de los años sesenta.

Estas referencias conviven con alusiones al tango, a una infancia perdida que jamás va a retornar, pero que no parece haberse llevado consigo la inocencia. De la melancolía no brota cinismo, sino el sentimiento de una literatura urgente que pueda convertirse en instrumento de lucha y transformación política.

Así, las calesitas, los barriletes y el bonete de las primeras obras de Santoro, y el costumbrismo porteño de las segundas, abren paso a la proclama poética, a la ridiculización del poder militar, de funcionarios estafadores y jefes intolerantes.

Acaso su obra Uno más uno humanidad sea la que condensa con mayor potencia las diversas vertientes que crujen en los versos del poeta, en lo que sería casi una versión alocada e idealista del cambalache de Discépolo (.después de Nagasaki/ los dictadores apuestan sus hijos en las carreras de caballos/los violinistas usan el violín para matar las moscas/y el cielo se abarrota de expedientes/como dios está atacado de cáncer/los ángeles militares preparan la gran conspiración/nadie entiende nada...).

La mayoría de los textos publicados por Santoro no fueron proyectos literarios individuales sino colectivos multidisciplinarios. Las obras del poeta convivían con el trabajo de amigos dibujantes, pintores o músicos. Con varios de ellos, fundó la revista Barrilete y un proyecto editorial autogestionado -Gente de Buenos Aires y Papeles de Buenos Aires- que aún funcionaba cuando desapareció.

El 1 de junio de 1977 tres personas entraron a la Escuela Nacional de Educación Técnica 25, del barrio de Once, se identificaron como hermanos de un alumno y preguntaron por Roberto Santoro. Sabían que el hombre de 38 años al que buscaban, además de preceptor, era militante izquierdista, poeta, editor no convencional, y que había denunciado los secuestros de los escritores Haroldo Conti y Alberto Costa. A Santoro también se lo llevaron a la fuerza, pero, como otras tantas veces, lo que no lograron fue llevarse sus textos.
Miércoles 08 Abril de 2009







Cortázar: cartas de los años tristes
Publican la correspondencia íntima entre el escritor, su última mujer y una traductora. Las misivas cubren la etapa en que el autor de Rayuela contrae leucemia y su esposa muere.


Una editorial española publicará las cartas que a principios de los '80 se escribieron Julio Cortázar, Carol Dunlop -su última mujer- y una traductora serbocroata, Silvia Monrós-Stojakovic. Poco reconocibles como textos de Cortázar, son casi veinte cartas sobre viajes, amor y enfermedades. Además, varias de ellas recuerdan los días en que el matrimonio recorrió Francia y escribió en conjunto el que sería uno de los últimos libros de Cortázar, Los autonautas de la cosmopista.

Correspondencia. Julio Cortázar, Carol Dunlop, Silvia Monrós-Stojakovic (Alpha Decay) saldrá a la venta en España el próximo 13 de abril. La recopilación (que mantiene las imperfecciones del castellano de Dunlop y Monrós) incluye nueve cartas y postales del escritor argentino, cinco cartas de Dunlop y otras tantas de Monrós-Stojakovic, que entonces trabajaba en la traducción de Rayuela al serbio-croata. El diario español El País publicó ayer un adelanto con una larga carta de Dunlop y tres más breves de Cortázar. Aunque no son las mejores páginas del escritor argentino, reconstruyen uno de los períodos más tristes de su vida: los años en los que pierde a su mujer y en los que prácticamente abandona la escritura debido a los compromisos políticos (o literarios) que lo tenían de viaje alrededor del mundo.

"Hace nueve o diez días que estamos viviendo en el camioncito, en la orilla de la autopista del Sur", le cuenta Dunlop a Silvia Monrós en una carta escrita en agosto de 1981, en pleno viaje entre París y Marsella. La idea era parar "un día en cada parking y escribir juntos un libro alrededor de la experiencia, tomándoles el pelo a los antiguos exploradores y gozando de la ironía de tomar el camino más rápido y más 'civilisado' para hacer un viaje realmente de torturas". De hecho, en diez días apenas habían recorrido 140 kilómetros.
Dunlop adelanta en esa carta que el último "ha sido uno de los años más bellos y más horribles de mi vida". Por un lado, celebra ese viaje con "el grandote" en el que todo era escritura, música, lectura y erotismo. Pero a mitad de la carta hace una revelación terrible. "Hace casi un año que sé, y soy la única en saberlo fuera de los médicos, que Julio tiene una leucemia crónica. El no lo sabe ni lo tiene que saber", cuenta Dunlop unos párrafos antes de confesar que a ella también le diagnosticaron un cáncer y que "tampoco podía decir la verdad a Julio".
Carol murió el 2 de noviembre de 1982 y de ahí en más aparece un Cortázar desconsolado. Su respuesta -pocos días después- a una postal de la traductora, ocupa un brevísimo párrafo en el que le comunica la mala noticia. "Estoy en un pozo negro y sin fondo. Pero no pienses en mí, piensa en ella, luminosa y tan querida, y guárdala en tu corazón". El aire melancólico continúa en una nueva carta de Cortázar fechada en marzo de 1983. "Silvia, no te escribiré más por hoy, me cuesta hacerlo, estoy tan solo y tan deshabitado (...) Me concentro en la terminación del libro que Carol y yo hicimos juntos y que reseña ese viaje de París a Marsella que duró más de un mes y que nos trajo tanta felicidad".
El libro, Los autonautas de la cosmopista, fue uno de los últimos que Cortázar publicó en vida. Murió en febrero de 1984, por la leucemia. En sus cartas, Dunlop revelaba el tratamiento con el que había mantenido la enfermedad de su marido a raya. "Ya casi no hace la mimosa y sabe que si le ocurre disfrazarse de viejo, como intentó (...) durante la convalecencia, le doy una paliza de joven".

22 de abril de 2009

Un manual medieval

Martes 10 de Febrero 2009






EN VERONA, LA CIUDAD DE ROMEO Y JULIETA

Hallan un manual medieval que enseña a escribir cartas de amor


Lo escribió un clérigo en el siglo XII. Indica cómo saludar y cómo referirse al otro.

Por: Laura Montanari -BR- LA REPUBBLICA Y CLARIN


El manuscrito italiano más antiguo que explica cómo escribir cartas de amor se remonta a la Edad Media. Lo descubrieron estudiosos de la Universidad de Siena buscando textos antiguos de retórica. Lo hallaron en la Biblioteca Capitular de Verona. Se llama Modi dictaminum y para los investigadores se trata del primer manual de escritura epistolar de la Edad Media que llega hasta nosotros, en el cual se enseña a escribir también cartas de amor.
El texto, en latín y en pergamino, es de mediados del siglo XII. El autor es un tal Guido, clérigo probablemente de Casentino, una zona limítrofe entre las regiones de Toscana y Emilia.
Los consejos van desde cómo se debe saludar por carta a la amada hasta cómo despedirse. Pero también cómo debe escribir una esposa a su marido o un amante a su amada. Se recomienda elogiar siempre la belleza y la calidad del destinatario recurriendo a comparaciones mitológicas con parejas célebres (Paris y Helena, Príamo y Tisbe), a similitudes con piedras preciosas o enviando "tantos saludos como peces hay en el mar" o "flores que trae el verano".
Se debe recurrir a expresiones que indiquen la incapacidad de describir un sentimiento tan grande ("cuán profundamente te amo con palabras no podría expresar aunque todos los miembros de mi cuerpo pudieran hablar"). En los casos en que el remitente deba contar algo al destinatario puede introducirlo con expresiones como "tu belleza sabe", "tu dulzura conoce", "es evidente para tu nobleza". La lejanía del sujeto amoroso o el recuerdo de los momentos felices compartidos asume ya en esta época las características del mal de amor: "la mente flaquea", "el ánimo no llega a tanta alegría". Hay, también, pasajes más explícitos que aluden al amor físico: se habla de abrazos, besos, deseo.
El maestro de retórica enseña a sus alumnos cómo escribir cartas -no solo de amor- tomando fragmentos de misivas y copiándolos en el manual a modo de ejemplos. "Según nuestros estudios -explica Francesco Stella, profesor de Literatura latina medieval y coordinador de las investigaciones- estamos ante el primer manual epistolar con un capítulo, el cuarto, reservado a las cartas de amor. El maestro, además, da consejos de escritura a las mujeres, lo que confirma la existencia de un público femenino laico y alfabetizado, ya en el Medioevo".
Las novedades no terminan acá. "Muchas cartas -prosigue Stella- están relacionadas con los condes Guidi, dueños de parte de la zona Norte de Toscana, de Emilia y de Romagna. Sospechamos que una en particular es el modelo más antiguo de carta de amor de la Edad Media". De ella existen solamente unos pocos renglones en latín copiados en pergamino por el clérigo Guido en el manual Modi dictaminum. Comienza: "A Imilde, esposa amadísima". Es un marido -del que desconocemos todo, excepto la inicial G.- que escribe a su mujer desde lejos. "Quiero que sepas que por gracia del Señor me encuentro en Pisa y estoy bien y vendí toda la mercadería (.). Tu afecto, amiga mía dulcísima, sabe que por el perfume de tu amor no vacilaría en cruzar montañas y atravesar los mares a nado".
Los indicios que llevan a pensar que se trata del modelo más antiguo de carta de amor medieval se basan en que gran parte de las misivas mencionadas por el autor del manual se refiere a los condes Guidi, a cuyo archivo se considera que él tenía acceso. G. podría ser Guido II. "Sabemos -dice Elisabetta Bartoli, a cargo de la edición crítica de los "Modi dictaminum"- que Guido II e Imilde lo donan a una iglesia de Casentino en 1017 y que en 1029 Imilde ya está muerta. En ese caso, estamos un siglo antes de los epistolarios de amor más famosos".