
cuando todo era esperanza
y el futuro parecía por primera vez nuestro...
... fue concebida para aquellos chicos
que gustan de las aventuras.
¡déle Dios mal galardón!
__________Anónimo
© Gustavo Prego
____Corrió hacia la cabaña saltando escombros y el roto mobiliario de las casas para ver si les había sucedido algo a sus padres. Al llegar la vio erguida y sus temores cesaron. La construcción era lo suficientemente sólida como para soportar los avatares del Viento del Norte. Entró y su cara debió significar algo de todo el horror que había visto por que su madre le preguntó que le pasaba y él murmurando:
____–El viento... destrozó todo, lo oyeron.
____–No, qué viento –dijo el padre.
____–Vengan –invitó a salir el niño– vean.
____Juntos vieron el espectáculo desolador del reguero de cosas dispersas por las calles. La gente apuntalaba con troncos mohosos las paredes que no habían caído. Y con una resignación admirable se disponían a reconstruir lo que había quedado en pie de sus casas. El padre acarició la cabeza de Sebastián que estaba absorto ante el cuadro que veían sus ojos.
____–Por suerte esta cabaña está bien construida –comentó la madre aterrada.
____Entraron y Sebastián pidió salir una vez más lo que ocasionó una discusión entre sus padres por que uno dijo que “sí” y el otro que “no”. Al fin prevaleció la opinión de su padre. Dijo que “lo peor había pasado” y tras promesa de no meterse en ningún lío lo dejaron salir. Así que guardó la caja de vidrio con el sonido que le obsequiaran y salió.
____Caminó hacia el oeste por una callecita donde el Viento del Norte había castigado con dureza. La gente amontonaba sus cosas o lo que juzgaba suyo o lo que oportunamente hacía suyo en el predio donde un montón de escombros denunciaba que allí, minutos antes, estuvo en pie su vivienda. La niebla no tardaría en cubrir nuevamente la Aldea. Había un sinfín de objetos semienterrados en el fango de las calles que el Viento del Norte trajo desde otros lugares en su dañina carrera. Una olla tiznada, un techo arrancado prácticamente entero, una silla, ropa, una bota, papeles y muchas cosas más.
____Cuando llegó a la esquina observó que la gente venía corriendo hacia él doblando a toda carrera. Sebastián debió hacerse a un lado pegando su espalda a una pared que milagrosamente había quedado en pie. Desde allí observó por qué del miedo de todas esas personas que huían. Con un enorme carro tirado por bueyes aparecieron unos Gríseos juntando las cosas útiles que encontraban a su paso. La mitad de ellos estaban concentrados en esa tarea. La otra mitad con ballestas y con grandes lagartos, que llevaban de una cadena, amenazaban a la gente. Los lagartos, de unos tres metros de largo, tiraban tarascones violentos, mortales. Eran pateados y maltratados, por los Gríseos que los conducían, para que obedezcan las órdenes. Sebastián quedó perplejo. De a poco se fue alejando pegado a la pared sin quitar sus ojos de los soldados. Su espalda y las palmas de sus manos rozaron la superficie áspera de la pared hasta avanzar unos metros. Luego caminó normalmente distanciándose progresivamente de los Gríseos. Pero al dar unos pasos más debió detenerse ante la figura de uno de ellos que le apuntaba con una ballesta.
____–No puedes circular por aquí –dijo el Gríseo– Por esta vereda no se puede pasar.
____Sebastián alzó los ojos y leyó un gran cartel que decía MATERIALIZADOR DE SUEÑOS.
____–¿Materializador de Sueños? –preguntó. Su curiosidad fue más grande que su temor al soldado.
____–Sí –contestó el Gríseo– por lo que veo eres forastero –agregó con brusquedad.
____–Pero, qué es el Materializador de Sueños? –insistió en lugar de alejarse que es lo que hubiese hecho cualquiera con un poco de sentido común.
____El Gríseo lo miró con fastidio y cuando se disponía a despacharlo, por detrás de su enorme cuerpo, se deslizó la figura de alguien. Salió por la puerta entreabierta del salón donde, decían, estaba el Materializador de Sueños. El Gríseo percibió el paso sigiloso del hombre detrás de sus anchas espaldas. Pareció turbarse por ello. Tartamudeó, carraspeó, desprendió el botón del cuello de su uniforme, e intentó una pobre explicación. El hombre de escasa talla siguió agachado y escondiendo algo que llevaba apretado contra su vientre. Al llegar a la esquina dobló hacia la derecha. Los ojos del Gríseo mostraron desesperación a medida que siguieron el trayecto huidizo del hombrecillo. Sebastián comprendió que existía un complot deshonesto entre ambos ya que el soldado debió quitarse el casco para secar su sudor que chorreaba a mares. Luego trató de mostrarse efusivo. No tanto por disimular la situación, demasiado evidente, sino por que temía que en su condición de testigo fuera a acusarlo de no cumplir con su tarea. Sebastián pasó por alto el hecho y el gigantón respiró aliviado. La demanda de información acerca del aparato que estaba del otro lado de la puerta de madera de dos hojas fue inmediata. Aprovechó el agradecimiento implícito del Gríseo para sonsacarle datos de la milagrosa máquina que vigilaba con tanto celo.
____–¿Para qué sirve el Materializador de Sueños?
____–Oh, era un invento que tuvo mucha aceptación en la población antes que el Excelentísimo Prorena tomara el poder y lo clausurara –dijo el Gríseo esquivando la respuesta a la pregunta.
____–Sí, pero no me decís para qué servía, o tengo que preguntárselo al sospechoso que salió de allí adentro con algo que puede ser robado sin que le hayás...
____–No, no, no hace falta –dijo el soldado poniéndose más pálido de lo que era– yo trataré de contarte lo que sé. El Materializador de Sueños servía y entiendo que sirve –calló y miró a ambos lados– para ayudar a hacer realidad los sueños de la gente.
____–Así de fácil –dijo Sebastián que no estaba satisfecho.
____–Voy a tratar de ampliarte más sobre el asunto. La gente venía a este mismo local y tras pagar una suma equis usaba la máquina. Es una cabina en donde la persona se introducía y al cabo de unos minutos salía con sus sueños...
____–Un momento, a ver si entendí –interrumpió Sebastián– querés decir que venía un buen señor y deseaba un reloj de pie para su casa y salía con el reloj bajo el brazo luego de esperar unos minutos –dijo incrédulo.
____–No, si bien se llama Materializar de Sueños no servía para la materia. Hubiese sido mejor llamarlo Realizador de Sueños. Su función estaba limitada al espíritu. La máquina sólo hacía rica a una persona espiritualmente –aclaró un tanto nervioso el soldado en blanco y negro.
____–¿Y por qué se clausuró siendo un invento tan maravilloso? –preguntó Sebastián. Era la parte que no lograba entender de todo esta historia.
____–No sé –dijo el Gríseo con tristeza– lo dispuso el Excelentísimo Prorena y como tal hay que aceptarlo.
____De pronto el rostro del gigante gris palideció mortalmente y en sus ojos se dibujó el miedo.
____–¡Debes irte pronto! –dijo mientras cerraba la puerta que había quedado entornada. Sebastián miró hacia el este y divisó a una patrulla de Gríseos que venía por la calle.
© Gustavo Prego
____Los Gríseos, aproximadamente unos diez, se acercaban marcando el paso. Llevaban dos enormes lagartos que avanzaban con pereza. Sebastián caminó con lentitud hacia la esquina. Tomó a la derecha y se escondió en un umbral. Esperó un buen rato allí hasta asegurarse que los soldados con sus mascotas siguieran su camino.
____Cuando se disponía a salir de su refugio una violenta explosión lo sobresaltó. En un estrépito de vidrios vio como una persona salía despedida por una ventana.
____Sebastián corrió hasta el cuerpo que yacía inmóvil en medio de la calle. Al llegar vio que el hombre sonreía, como divertido de lo que acababa de suceder.
____–¿Te encontrás bien? –le preguntó Sebastián preocupado y extrañado por la estúpida sonrisa que mantenía el hombre en su quietud en medio del lodo.
____–Oh sí, sí, creo que bien –dijo poniéndose de pie y palpándose con sus pequeñas manos los costados de su cuerpo. Los vidrios de sus anteojos estaban astillados y su cara toda tiznada. Un dolor intenso en la cintura le impedía enderezarse.
____–Tenés que ver a un médico –sugirió Sebastián sin saber qué hacer.
____–No hace falta, ya estoy acostumbrado, es la cuarta explosión de este tipo que va de la semana.
____–Deberías tener más cuidado entonces...
____–Bueno... son riesgos que corremos los alquimistas –dijo el pequeño hombre con orgullo.
____Sebastián lo miraba con curiosidad. Cuando el accidentado se alejó unos pasos, encorvado y tomándose la cintura hacia la ventana rota, pareció reconocerlo.
____–Un momento, yo te he visto hace un rato saliendo del Materializador de Sueños.
____–¡Sssshhhh, cállate! –giró con rapidez llevándose el dedo índice a su boca olvidando su dolor. Miró la calle desierta y se tranquilizó. Ya sus explosiones no alarmaban a nadie.
____–Ven –dijo el hombrecillo un tanto molesto– hablaremos dentro.
____Entraron a la vivienda y Sebastián vio el desastre que había producido la explosión.
____–Pasa, caramba... tendré que ordenar nuevamente mi laboratorio –dijo con un tono resignado.
____–Yo te puedo ayudar si me contás qué fue lo que ocasionó la explosión –dijo el chico. El Alquimista lo miró con desconfianza.
____–Es un secreto –dijo con parquedad.
____–Yo puedo guardarlo –dijo Sebastián con seriedad.
El hombre meditó un momento. Analizó la situación. En especial temiendo que el niño lo vaya a denunciar por lo del Materializador de Sueños.
____–Pero al saberlo corres peligro, Prorena puede arrebatártelo y...
____–Sé guardar un secreto –cortó con firmeza. Desestimó las sugerencias del Alquimista que querían acobardarlo. El hombrecillo de ciencia caminó en círculo por el pequeño espacio del laboratorio. A cada paso debía levantar un pie para no pisar los destrozos. Al fin se detuvo con una sonrisa. Se quitó los anteojos rotos y mostró unos ojos claros y vivaces.
____–Algo me dice que puedo confiar en ti y eso es bueno, por que necesito confiar en alguien –dijo mirando a Sebastián a los ojos.
____–¿Nos ponemos a trabajar? –invitó el niño con una sonrisa.
____–Sí, traeré una escoba –dijo el Alquimista.
____El laboratorio era una habitación repleta de cosas. Había una mesa muy grande contra una ventana que ahora estaba rota; una cama pequeña debajo de una estantería colmada de libros escritos con una letra muy rara. Había un par de sillas y elementos de laboratorio en su mayoría destrozados por la explosión.
____–Bien –dijo el hombrecillo– manos a la obra.
____–Me vas a contar qué ocurrió –pidió Sebastián juntando los trozos grandes de vidrios de la ventana.
____–Oh sí, sí, el motivo de la explosión fue una Verdad–Falsa –dijo con total naturalidad mientras observaba con pesar la vasija del mortero que se había roto.
____–No entiendo –dijo simplemente el chico.
____–Sabía que no entenderías, para ello debo explicarte mi descubrimiento –anunció el Alquimista.
____–Adelante –pidió Sebastián– escucho.
____–¡Yo he descubierto el método para purificar la Verdad! –dijo e hizo una pausa para ver si lo dicho producía alguna sorpresa en el niño. No fue así, Sebastián esperaba algo más.
____–Para ello –continuó– debo primero, y es aquí donde tu estas de testigo, usar el Materializador de Sueños...
____–Pero el Materializador de Sueños está clausurado...
____–Bueno... es cierto... sucede que todo guardia, y más si es un repugnante Gríseo, es vulnerable mediante un pequeño soborno, no sé si me entiendes –dijo el Alquimista–. Como te decía, usando esa maravillosa máquina, con algunos ajustes míos, logro materializar una Verdad y consigo esto –alcanzó una cesta de mimbre y se la mostró al niño.
____–Son piedras –aseguró éste.
____–Parecen piedras, pero no lo son, son Verdades, lo que sucede es que las ves en su estado impuro. Mi objetivo es limpiarle las impurezas y liberarlas.
____–¿Cómo lo hacés? –preguntó Sebastián interesado en el descubrimiento.
____–Pues, allí es donde interviene mi método –dijo con un tono triunfal el Alquimista–. Tomo la Verdad en su estado tosco y mediante mi método científico la logro purificar hasta llevarla a su más alto estado puro que es el gaseoso.
____Sebastián miraba extrañado.
____–Observa –continuó el Alquimista con entusiasmo alzando la canasta– entre ellas existen algunas Verdades que son falsas. Cuando esa Verdad es expuesta a los distintos procedimientos de mi descubrimiento explota. Hay Verdades–Falsas muy arraigadas que se niegan a ser extirpadas y son tan potentes que al reaccionar producen explosiones como las que viste. Mi método es implacable. Sólo perduran aquellas Verdades verdaderas.
____Sebastián no sabía qué decir. Asimilaba todo pero algo no le cerraba en esa historia.
____–Ven –dijo el hombrecillo advirtiendo el embotamiento del chico –aquí guardo una Verdad en su estado puro.
____Sacó un frasco que tenía oculto entre unos libros de la estantería y en cuyo interior se veía un gas inquieto color verde.
____–¿Qué Verdad es ésa? –preguntó mirando el gas del interior del frasco de vidrio.
____–Esta Verdad nos habla sobre la libertad de los hombres; que todo hombre debe ser libre –dijo con emoción el Alquimista.
____–¿Y por qué no la soltás? –sugirió tímidamente Sebastián entendiendo la magnitud de la tarea del pequeño gran hombre.
____–No, todavía no puedo hacerlo. Aún falta parte de mi tratamiento. Debo suministrarle los aditivos vitamínicos necesarios para que pueda sobrevivir a las terribles condiciones de estos tiempos y llegue sana y fuerte a todos los hombres y les perfore la conciencia. Por eso esta tarea es más importante que la Panacea Universal, el Elixir de la Vida Eterna, la Piedra Filosofal o la mutación del plomo en oro en que pierden el tiempo mis colegas. Debemos nosotros los científicos rescatar la Verdad tan estropeada y casi sin vida e imponerla, diría con prepotencia, a todos los hombres de la tierra y especialmente a todos los dictadores de esta lastimada tierra.
____Sebastián quedó tan impresionado que sin querer había llevado el frasquito donde se guardaba ese tesoro al corazón y lo tenía bien apretado.
____Fue ardua la tarea de dejar presentable el laboratorio. La tarde llegaba a su fin.
____–Debes irte –dijo el Alquimista– ya es tarde y tus padres estarán preocupados.
____–Sí, voy a venir a visitarte muy pronto –dijo Sebastián.
____–Me parece muy bien, ven cuando gustes –dijo despidiéndolo.
____Sebastián se dirigió hacia su casa y sintió en todo el cuerpo el cansancio de un día muy particular y que no olvidaría en toda su vida.
© Gustavo Prego
____Después de bañarse en una tina desbordante de agua caliente se sentó a la mesa donde su padre lo miraba con el ceño fruncido. Sin darse por aludido dominaba el sueño mientras esperaba la cena.
____–Mañana tendrás la salida prohibida –dijo finalmente bastante molesto.
____–No es posible que andés todo el santo día por allí y nosotros preocupándonos –acotó la madre desde la cocina verdaderamente enojada.
____Sebastián procuró no decir palabra alguna y aceptar los retos. Por un lado por que todo lo que podría decir arruinaría más su situación y por otro por que sus padres tenían razón. Él se había abusado.
____A pesar del sueño tenía un gran apetito y se devoró dos platos de polenta que había hecho su madre con mucho queso y mucha salsa.
____–¡Rica la polenta con pajaritos! –bromeó súbitamente su padre, para romper con esa situación tensa generada por el enojo. Sebastián dio un salto en su silla al escuchar mencionar pájaros. Sorprendió a su padre con esa actitud. Tuvo que pasar a explicar el origen de esa frase y aclarar que se trataba de una chanza. Pero a Sebastián le vino a la memoria, en un torrente de palabras e imágenes, toda la cruel realidad de la Aldea que sus padres ignoraban.
____–Bueno, bueno –interrumpió su padre viendo el rostro serio de Sebastián creyendo que estaba acongojado por la reprimenda– a dormir que ya es tarde y hay que estar vigorosos mañana.
____La madre tenía lista una lámpara de aceite para Sebastián. La tomó con mucho cuidado y se alumbró el camino a su habitación. Como la temperatura había disminuido de manera considerable dos colchas gruesas lo aguardaban sobre las sábanas. La habitación que sus padres dispusieron para él había sido la de su Tía. Era amplia y modesta. Sus padres dormían en una contigua, más estrecha y que tenía dos camas. No le desagradaba la cabaña pero notaba que le faltaba algo. Tal vez relacionado con el tiempo que estuvo deshabitada.
____Colocó la lámpara sobre su mesa de noche y se metió en la cama. Sintió las sábanas almidonadas y las mantas ligeramente pesadas como a él le gustaba. De un fuerte soplido apagó la débil luz de la lámpara sumiendo a la habitación en la más completa oscuridad.
____No tardó en dormirse, aunque no profundamente. El cansancio y los sucesos del día y probablemente los dos platos de polenta le trajeron pesadillas horribles que lo despertaban a cada rato. En una de esas tantas veces que despertó le pareció oír ruidos extraños cerca de la cabaña. Sin más saltó de la cama cubriéndose con una manta. Sus ojos se habían acostumbrado a la oscuridad. No necesitó de la lámpara para llegar al comedor donde estaba el hogar quemando los últimos pedazos de madera. Caminaba descalzo sin hacer el menor ruido para no molestar a sus padres y para oír bien lo que provenía de afuera. Sus oídos ubicaron algo en la puerta de entrada de la vivienda. Se acercó lentamente a medida que el extraño ruido aumentaba. No era otra cosa que el olfateo de unas poderosas narices, de un gran hocico. Fue a la ventana que daba a la calle y descorrió unos centímetros la cortina. Divisó con estupor que unos Gríseos llevaban de unas gruesas correas a enormes perros de color negro como la noche y que tenían ojos que brillaban como el fuego. Estaban olfateando casa por casa buscando sabe Dios qué cosa. Por suerte pasaron de largo. Y como un relámpago recordó lo que le contara el Guardián de la Naturaleza. Se trataba de los Perros de la Noche, negros como el carbón y con ojos de fuego. Corrió a su cama y se tapó hasta la cabeza. Parecía que todo el miedo que no había sentido durante las aventuras del día se le juntaba de golpe. Le pidió con fuerzas a Dios que los Gríseos con los Perros de la Noche no entren en ninguna casa de la pobre gente de la Aldea.
____Con ese ruego se quedó dormido.
© Gustavo Prego
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