10 de marzo de 2009

Meditaciones Metafísicas



Reivindicación de Martín Niemüller

Por Andrés Capelán

Desde hace algunos años circula por el mundo de habla hispana una poesía con la firma de Bertolt Brecht que advierte sobre el peligro de ser indiferentes a las desgracias de los demás. Una de sus versiones más difundidas dice: “Primero apresaron a los comunistas, y no dije nada porque yo no era un comunista. / Luego se llevaron a los judíos, y no dije nada porque yo no era un judío. / Luego vinieron por los sindicalistas, y no dije nada porque yo no era ni obrero ni sindicalista. / Luego se llevaron a los católicos, y no dije nada porque yo era protestante. / Hoy vinieron por mí, pero ya es demasiado tarde.
Según relata el periodista e investigador Rafael Martínez en El País de Madrid, él vio por primera vez ese texto en la década del setenta, “en Bogotá, en un póster enmarcado en un pequeño restaurante hoy desaparecido que creo que se llamaba Pierrot. El editor del póster se lo atribuía a Brecht. Después he visto este mismo póster en España, en casas de gente seria y políticamente comprometida. Nunca entonces dudé de su autoría. Cualquier verificación era complicada porque las ediciones disponibles de Brecht ni eran completas ni fiables. Recientemente, con ocasión del comienzo de la publicación en Alianza de la obra completa de Bertolt Brecht, pudimos verificar que se trataba de un error...”
Dicho error es exclusivo de los países de habla hispana, donde el verdadero autor de esos versos es totalmente desconocido. Porque como lo han certificado investigadores como César Vidal y Ricardo Bada (a los que cita Rafael Martínez en su nota) en realidad esas líneas las escribió Martin Niemüller un pacifista alemán nacido en 1892 y fallecido en 1984. Dicho sea de paso, a Miguel Sáenz, el traductor de las obras completas de Brecht para la Editorial Alianza, siempre le sorprendió que éste afirmara en ese poema no ser comunista, cuando lo era hasta el tuétano. Martínez cuenta que “Niemüller fue un héroe alemán de la I Guerra Mundial (oficial de un submarino U2) y se ordenó como pastor luterano en 1924. Desde el campo del protestantismo, fue uno de los primeros y más tenaces críticos del nazismo y constituyó un movimiento de resistencia denominado Iglesia Confesional. Alrededor de 1933, siendo pastor de Dahlem, barrio elitista de Berlín, fundó el Pfarrernotbound (Liga de Emergencia de los Pastores).
Precisamente por su imagen de símbolo de la resistencia antinazi fue arrestado por la Gestapo en 1937 y declarado culpable de traición, pero la sentencia se suspendió por presiones internacionales y de sus influyentes amigos. Personalmente, Hitler ordenó su arresto y fue confinado hasta el final de la guerra en los campos de concentración de Sachsenhausen y Dachau. Salvó la vida de milagro. Después de la guerra promovió la Confesión de culpabilidad de Stuttgart, verdadero testimonio autocrítico de la Iglesia protestante alemana por su complicidad con la situación que permitió tanto sufrimiento, y fue cada vez más conocido como pacifista inflexible y abogado de la reconciliación. Obtuvo el Premio Lenin de la Paz (1967) y la Gran Cruz del Mérito de Alemania Federal (1971). Murió a la edad de 92 años en Wiesbaden.
Durante sus viajes a Estados Unidos, después de la guerra, pronunció innumerables conferencias, concluyendo a menudo con unas palabras que se hicieron famosas y sobre las que existen testimonios de diferentes versiones. Son precisamente las que constituyen el objeto de este comentario. En algunas, los socialistas aparecen sustituidos por comunistas y los sindicalistas por los socialdemócratas, o se añade un verso sobre los judíos (W. L. Shirer: Nacimiento y caída del Tercer Reich). En otras, el poema se inicia de forma diferente: “Cuando Hitler atacó a los judíos, yo no era...” (Harry W. Mazal indica que así aparece en Cogressional Record del 14 de octubre de 1968). Hay incluso más versiones aportadas por diversas fuentes, aunque todas ellas conservan lo esencial.”
Yo supongo que el haber atribuido la autoría de este poema a Bertolt Brecht fue una estrategia de ventas de su primer editor, desde el momento en que un póster con un poema de Brecht parece mucho más vendible que otro con uno de “un tal Niemüller.” Luego, como tantas veces sucede, infinidad de imprenteros, periodistas, defensores de los derechos humanos, políticos y analistas, se han limitado a repetir el asunto, confiando unos en otros y sin preocuparse nunca en verificar si el gran Brecht escribió o no el texto que se le atribuye. Brecht no va a ser menos de lo que es por no haber escrito el poema “sobre los indiferentes.” Niemüller, en cambio, merece ser reivindicado en el mundo de habla hispana, no sólo por ser el verdadero autor de ese texto imperecedero, sino por toda una vida dedicada a la lucha contra la barbarie y el totalitarismo.
Primero apresaron a los comunistas,
y no dije nada porque yo no era un comunista.
Luego se llevaron a los judíos,
y no dije nada porque yo no era un judío.
Luego vinieron por los sindicalistas,
y no dije nada porque yo no era ni obrero ni sindicalista.
Luego se llevaron a los católicos,
y no dije nada porque yo era protestante.
Hoy vinieron por mí,
pero ya es demasiado tarde.

Martin Niemüller

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