La vida de la novela gótica, según la concepción purista, fue corta y consecuencia de la reacción estética habida en los círculos cultos de Europa contra el Racionalismo. Nacería en 1765 con la aparición de El castillo de Otranto de Horace Walpole, y moriría en 1815, tras la publicación de su última obra: Melmoth, el errabundo, de Charles Maturin. Según esta concepción la novela gótica es inseparable de ciertos elementos de ambientación: paisajes sombríos, bosques tenebrosos, ruinas medievales y castillos con sus respectivos sótanos, criptas y pasadizos bien poblados de fantasmas, ruidos nocturnos, cadenas, esqueletos, demonios... Su máxima representante es Ann Radcliffe.
Pero muchos le otorgamos una definición distinta, de forma que caben en ella no sólo aquellas historias que suceden físicamente en los sótanos y criptas de los castillos, sino, prioritariamente, las que tienen lugar en los más tenebrosos pasadizos y criptas de nuestra propia mente.
El escritor no emplea los elementos tradicionales del género gótico para producir de forma técnica y matemática unos determinados efectos, sino que, por el contrario, aquellos nacen de forma natural tras la inmersión en su propio subconsciente y como metáforas de él. Es decir, la novela gótica se construye espontáneamente a base de símbolos que habitan en lo más profundo de nuestra mente, de la misma forma que ocurre en los sueños. Así, las tinieblas son producto de nuestra propia oscuridad: sentimientos de soledad, miedo, desagrado ante lo que nos rodea; pasadizos y subterráneos los múltiples recovecos de nuestro cerebro, la incertidumbre sobre el camino a tomar; los personajes fascinantes, esos que buscamos en vano en la realidad o esos que, en todo o en parte, quisieramos ser.
Anne Rice afirma: "Los escritores escriben sobre lo que les obsesiona. Perdí a mi madre cuando tenía catorce años. Mi hija murió a la edad de seis. Perdí mi fe católica. Cuando escribo la oscuridad está siempre allí. Me dirijo hacia donde está el dolor" (People, 5 diciembre 1988).
"Lestat... es difícil describir a Lestat. Lestat, de alguna manera, es toda mi vida, porque incluso cuando no estoy escribiendo sobre Lestat estoy contemplando el mundo a través de sus ojos, y es Lestat quien me ha convertido en una viajera, quien me ha transportado fuera de mí misma y liberado de las preocupaciones por mis limitaciones, tanto físicas como espirituales. Lestat es más que un personaje creado por mí. Es un símbolo de algún tipo de libertad y dominio. Representa el lado cruel que hay en nosotros, pero es parte de mis pensamientos día y noche. Y parte de mis conversaciones día y noche, supongo. Ante casi todo lo que veo me pregunto: ¿qué pensaría Lestat de esto..., cómo reaccionaría Lestat ante esto? Por lo tanto, diría que él es mi otra mitad, pero es mi mitad masculina y cruel que, gracias a Dios, no existe salvo en la ficción."
Chris Baldick, en su introducción a The Oxford Book of Gothic Tales señala magistralmente: "En su estructura podemos reconocer los sótanos y criptas del deseo reprimido, los desvanes y campanarios de la neurosis, lo mismo que aceptamos la invitación de Poe a leer el "palacio encantado" del poema como la alegoría de la mente de un loco".
Los elementos sobrenaturales y de fantasía son tan inherentes al género humano que sus primeras obras literarias (por no hablar de sus creencias) son estrictamente fantásticas.
- Ambientes desconocidos: desde las islas de La odisea, los castillos de Los misterios de Udolfo, el centro de la tierra o el viaje a la luna de Verne, hasta el mundo futuro de Un mundo feliz. Lugares y épocas pasadas o inexistentes que no puedan recordarnos nuestro presente (ambientación en la Edad Media durante el siglo XVIII. A finales del siglo XX en planetas desconocidos, naves espaciales, épocas futuras, pero también en épocas pasadas, no se olvide el auge actual de la novela histórica, el cual no es más que otra forma de viaje de la imaginación que responde a los mismos intereses señalados). Cuantos más viajes, ya sean geográficos o incluso temporales (al pasado o al futuro: La máquina del tiempo) se realicen mejor. Viajar es igual a huir: de los problemas, de los disgustos...
- Personajes fascinantes: del sin par Ulises al ciber-héroe de ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? pasando por El Cid Campeador, Heathcliff o el marido misterioso y el ama de llaves de Rebeca. En la novela gótica personajes siempre inteligentes, con enigmáticos misterios, conscientes de su culpa (El monje), atractivos (Cumbres borrascosas).
- Romanticismo: este punto no necesita ejemplos, ¿verdad?
- Peligro. El romanticismo rara vez falta, pero el peligro nunca. Mejor si viene de la mano de seres aparentemente irreductibles, siguiendo la tradición clásica griega.
- Muchacha en apuros: tradicionalmente para ser salvada por el héroe o por el amor que éste trae consigo (la vida aburrida de la humilde y apocada protagonista de Rebeca cambia por completo al conocer el amor) y con un papel secundario. Esto incluso en el gótico "puro" que sucede en pleno proceso de emancipación femenina, y cuyas más importantes representantes son mujeres. ¿Demasiados años recolectando semillas para otorgarnos a nosotras mismas el papel de cazadoras? Afortunadamente la generación "Lara Croft" y "Alien" verá las cosas distintas.
Lo que pretendo mostrar es que la literatura gótica no es un género que naciese súbitamente y muriese en una época determinada, sino un mismo género, el de lo sobrenatural (La odisea no era fantasía, para los creyentes de la época los dioses eran reales, no personajes de ficción), que en el siglo XVIII pone de moda unos elementos de ambientación muy concretos, los cuales simplemente sustituyen a otros, y que, en el futuro (hoy) serán a su vez sustituidos por las nuevas modas que impone la evolución de nuestra historia, pero que, básicamente, la cripta de El monje y la cabina de la nave Nostromus cumplen exactamente el mismo cometido, así como Frankenstein y Madre o Nexus 6. El miedo, los miedos clásicos, primigenios, no son un invento gótico, como algunos sostienen.
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