31 de mayo de 2010

La ciencia ficción


¿Ficción o realidad?

El doctor Paulin, ventajosamente conocido en el mundo científico por el descubrimiento del telectróscopo, el electroide y el espejo negro, de los cuales hablaremos algún día, llegó a esta capital hará aproximadamente ocho años, de incógnito, para evitar manifestaciones, que su modestia repudiaba. Nuestros médicos y hombres de ciencia leerán correctamente el nombre del personaje, que disimuló bajo un patronímico supuesto, tanto por carecer de autorización para publicarlo cuanto porque el desenlace de este relato ocasionaría polémicas, que mi ignorancia no sabría sostener en campo científico.
Un reumatismo vulgar, aunque rebelde a todo tratamiento, me hizo conocer al doctor Paulin cuando todavía era aquí un forastero. Cierto amigo, miembro de una sociedad de estudios psíquicos a quien venía recomendado desde Australia el doctor, nos puso en relaciones. Mi reumatismo desapareció mediante un tratamiento helioterápico original del médico; y la gratitud hacia él, tanto como el interés que sus experiencias me causaban, convirtió nuestra aproximación en amistad, desarrollando un sincero afecto.
Una ojeada preliminar sobre las mencionadas experiencias servirá de introducción explicativa, necesaria para la mejor comprensión de lo que sigue.
El doctor Paulin era, ante todo, un físico distinguido. Discípulo de Wroblewski en la Universidad de Cracovia, habíase dedicado con preferencia al estudio de la licuación de los gases, problema que, planteado imaginativamente por Lavoisier, debía quedar resuelto luego por Faraday, Cagniard-Latour y Thilorier. Pero no era éste el único género de investigaciones en que sobresalía el doctor. Su profesión se especializaba en el mal conocido terreno de la terapéutica sugestiva, siendo digno émulo de los Charcot, los Dumontpallier, los Landolt, los Luys; y aparte del sistema helioterápico citado más arriba, mereció ser consultado por Guimbail y por Branly repetidas veces, sobre temas tan delicados como la conductilidad de los neurones, cuya ley recién determinada entonces por ambos sabios era el caso palpitante de la ciencia.
Forzoso es confesar, no obstante, que el doctor Paulin adolecía de un defecto grave. Era espiritualista, teniendo, para mayor pena, la franqueza de confesarlo. Siempre recordaré a este respecto al final de una carta que dirigió en julio del 98 al profesor Elmer Gates, de Washington, contestando otra en la cual éste le comunicaba particularmente sus experiencias sobre la sugestión en los perros y sobre la “dirigación”, o sea, la acción modificadora ejercida por la voluntad sobre determinadas partes del organismo.
(...) Así, el doctor Paulin era mirado de reojo por las academias. Como Croques, como a de Rochas, la aceptaban con agudas sospechas. Sólo faltaba la estampilla materialista para que le expidieran su diploma de sabio.
¿Por qué estaban en Buenos Aires el doctor Paulin? (...)


Una relación particular: literatura y ciencia

En la actividad anterior, les propusimos que leyeran el cuento “El psychon”, del escritor Leopoldo Lugones (1874-1938). Tal vez, ustedes pensaron que no se trataba de literatura, porque en el relato aparecen muchos nombres de científicos y de instrumentos que usan los hombres de ciencia. Sin embargo, el texto es literario. Lo que sucede es que el autor eligió construir el verosímil apelando al mundo de la ciencia y sus saberes.
El universo científico ha sido un elemento muy importante a la hora de construir verosímiles literarios en diversas épocas y para diferentes autores. Esto se debe a que la ciencia ha introducido una manera distinta de ver la realidad.
En la primera parte de este capítulo, analizaremos algunas formas de incorporar la ciencia en la construcción del verosímil literario.


El mundo de la ciencia ficción

Un género que se construyó gracias a la existencia de la ciencia ha sido la ciencia ficción. Ésta surge junto con las dos primeras revoluciones industriales cuando el método científico comienza a aplicarse a todos los campos con el propósito de investigar los fundamentos de nuestra existencia,
El nombre del género fue propuesto por el ensayista William Wilson a mediados del siglo XIX, aunque algunos expertos opinan que fue una creación de los editores de revistas norteamericanas y otros afirman que fue el invento de un aficionado llamado Hugo Gernsback. Cuando William Wilson acuñó el término, describió los relatos de ciencia ficción como aquellos donde se entretejen las verdades de la ciencia con historias entretenidas. En la actualidad, se define este género como la literatura de la imaginación disciplinada y se aplica a historias que pueden parecer inverosímiles o increíbles, pero que tienen una explicación racional. El autor que escribe este tipo de literatura puede basarse en temas científicos y utilizar los datos de la ciencia o puede inventar esa información.
Si hiciéramos una historia de los textos literarios que narran fantasías y profecías que se resuelven apelando al conocimiento y a lo racional, tendríamos que viajar al pasado. Se piensa que el género nació en el siglo II con Luciano de Samosata, el primero que contó un viaje a la Luna. Luego se suman los diálogos de Platón, donde el filósofo griego define el alma, el origen del mundo o el destino del hombre. En la Edad Medias, algunos cuentos folclóricos narran historia referidas a un mundo donde sobraba la comida y nadie tenía que trabajar. En el siglo XVI, Tomás Moro escribe un texto titulado Utopía, donde imagina una especie de socialismo puritano –un sistema de organización social y económica basado en la administración colectiva de los bienes y cuyos miembros siguen normas sociales austeras y rígidas–, y un siglo después, Francis Bacon escribe la obra Nueva Atlántida, que plantea la fe en el progreso científico, prefigurando también la ciencia ficción. Más adelante, el escritor francés Julio Verne imagina viajes extraordinarios como el viaje especial y, por último, el autor inglés Herbert G. Wells inventa la posibilidad de viajar a través del tiempo. El género siguió desarrollándose durante el siglo XX y continúa en la actualidad.


Las temáticas del género

La realidad se fue modificando a lo largo del tiempo, sobre todo a partir de las transformaciones científicas y técnicas. La ciencia ficción es el género que ha sabido tomar distancia en la realidad inmediata y ha podido familiarizarse con el cambio y mostrar las dudas que éste provoca. Los temas de los que se ha ocupado para referirse a los cambios del mundo son el hombre, la sociedad y la imagen del mundo.
Analizaremos algunos ejemplos:

(...) Moxon estaban sentado de cara a mí sobre el lado opuesto de una mesita con un candelero, que era toda la luz que había en la habitación. Frente a él, de espaldas a mí, estaba sentada otra persona. Sobre la mesa, entre los dos, había un tablero de ajedrez; los hombres estaban jugando. Sabía muy poco de ajedrez pero por las pocas piezas que permanecían sobre el tablero era obvio que el juego esta por concluir. Moxon estaba totalmente interesado... no tanto, eso me pareció, en el juego sino en su antagonista, sobre el cual había fijado de tal manera la vista que, parado donde estaba, en la línea directa de su visión, permanecía sin embargo inobservando. Su cara tenía un blanco fantasmal y sus ojos brillaban como diamantes. A su antagonista sólo lo veía de atrás, pero era suficiente, no tuve interés en ver su cara. Aparentemente no tenía más de un metro y medio de estatura, con proporciones que recordaban al gorila... ancho de hombros, grueso y corto cuello y una gran cabeza cuadrada con una maraña de pelo negro que coronaba un fez carmesí. Una túnica del mismo color, ligeramente sujeta a la cintura, caía hasta el asiento –sobre el cual se sentaba; no se le veían las piernas ni los pies. El brazo izquierdo parecía descansar sobre la falda; movía las piezas con la mano derecha desproporcionadamente grande. (...)
El juego fue rápido. Moxon apenas miraba el tablero al hacer sus movimientos y, para mí ojos inexperto, parecía mover las piezas más cercanas a su mano. Su movimiento al hacerlo era rápido, nervioso y falto de precisión. La respuesta de su antagonista, igualmente pronta en la iniciación, continuaba con un lento, uniforme, mecánico y, pensé casi teatral movimiento del brazo, que era una dolorosa prueba para mi paciencia. Había algo aterrador en todo eso, y comencé a temblar. Pero lo cierto es que estaba mojado y aterido.
Dos o tres veces después de mover una pieza, el extraño inclinaba ligeramente la cabeza, y cada vez que lo hacía observé que Moxon desviaba su rey. Al momento tuve la idea de que el hombre era mudo. ¡Entonces era una máquina... un jugador de ajedrez autómata!
Recordé que una vez Moxon me había contado que había inventado un mecanismo de ese tipo, pero yo no había comprendido que ya lo había construido. ¿Así que toda su charla sobre la conciencia y la inteligencia de las máquinas era sólo un mero preludio para la exhibición eventual de este artefacto... un truco para intensificar el efecto de su acción mecánica sobre la ignorancia de su existencia? (...)
Ambrose Bierce, "El amo de Moxon"
Este texto ejemplifica una de las temáticas que aborda la ciencia ficción: la del hombre que puede crear una máquina humanizada. El personaje principal, Moxon, es un científico que cree en la posibilidad de que en todos los objetos haya vida y que las máquinas pueden pensar. Crea, entonces, una máquina que piensa. Lo trágico de la historia es que la máquina humanizada termina matando a su creador y, con espíritu y raciocinio, sobrepasa al hombre porque está liberada de sus pasiones.
Veamos otro ejemplo:

(...) Se oyeron las campanadas de una iglesia. Llegaban los invitados. Sthendal, sonriente, fue a recibirlos.
Adultos sin memoria, los robots esperaban. Esperaban vestidos de verde como los charcos en los bosques, las ranas y los helechos. Esperaban envueltos en pieles amarillas, como el sol y la arena, o aceitados, con los huesos de tubos de bronce sumergidos en gelatina. En cajas de madera, en ataúdes fabricados para los que no estaba vivos ni muertos, los metrónomos esperaban que los pusieran en marcha. Un silencio de cementerio. Sexuados, pero sin sexo, nominados pero sin nombres, con todas las características humanas menos la humanidad, en una muerte que ni siquiera era muerte, ya que nunca había sido vida, los robots miraban fijamente las tapas cerradas de sus cajas, esas cajas en las que alguien había grabado las letras F.O.B. Y de pronto rechinaron los clavos. De pronto se levantaron las tapas, hubo sombras en las cajas, y una mano apretó una lata de aceite. Se oyó el tictac de un reloj, luego otro y otro, hasta que el sótano se convirtió en una inmensa relojería. Los párpados de goma se abrieron y descubrieron los ojos de mármol; las narices palpitaron; los robots se levantaron vestidos con una velluda piel de mono, o una piel blanca de conejo: Tweedledum detras de Twedledee, Mock-Turtle y Dormouse, cadáveres flotantes de ahogados manchados de sal y algas, ahorcados de rostros violáceos y ojos desorbitados y gnomos de pimienta, Tik-Tok, Ruggedo, Santa Claus precedido por un torbellino de nieve, Barba Azul con patillas de acetileno, nubes sulfurosas con lenguas de fuego verde y, por fin, un dragón gigantesco y escamoso, con un horno en el vientre, que cruzó la puerta con un grito, un rugido, un silencio, un torrente, una ráfaga. Diez mil tapas cayeron. La relojería invadió User. La noche estaba encontrada. (...)
Ray Bradbury, "Abril de 2005. Usher II"
En este cuento, que transcurre en el año 2005 en Marte, un personaje llamado Bigelow construye una casa similar a la casa de Usher del cuento de Edgar Allan Poe, pero con elementos futuristas. Una de las características del género, incluida en este relato, es la aparición de los robots. En efecto, el autor norteamericano contemporáneo imaginó un mundo donde existen robots que parecen tener rasgos humanos: sexuados, pero sin sexo, nominados pero sin nombres, con todas las características humanas menos la humanidad, en una muerte que ni siquiera era muerte, ya que nunca había sido vida. El robot aparece como contrafigura del hombre y depende de él; cumple distintas funciones y, en algunos casos, es un esclavo del hombre.
Observen otro ejemplo:

(...) Lo primero de que se ocupó fue de la rapidez de mis percepciones y movimientos. Puso convencerse de que la sutileza de mi oído se correspondía con la velocidad de mi forma de hablar. Experiencias controladas sobre los ruidos más furtivos, que yo imitaba con comodidad, o las palabras de diez o quince personas que hablaban a la vez y que yo discernía a la perfección, demostraron ese punto hasta la evidencia. La velocidad de mi visión no era menor; en ensayos comparativos entre mi poder de descomposición del galope de un caballo, el vuelo de un insecto, y el mismo poder en aparatos de fotografía instantánea, demostraban que mis ojos los aventajaban. En cuanto a percepción de las cosas comunes, los movimientos simultáneos de un grupo de hombres o de niños jugando, la evolución de instrumentos, de piedritas arrojadas al aire o de bolitas lanzadas en un puñado para ser contadas al vuelo, todo esto dejaba estupefactos a la familia y a los amigos.
Mi carrera en el gran jardín, mis saltos de veinte metros, la capacidad instantánea para atrapar o juntar objetos eran aún más admirados, no por el doctor, sino por quienes lo rodeaban. Y para la mujer y los hijos de mi anfitrión era un placer siempre renovado verme sacarle ventaja a un jinete al galope o seguir la trayectoria de alguna golondrina: en efecto, no hay pura sangre al que yo no pueda darle dos tercios de ventaja, cualquiera sea el trayecto, ni ave a la que no pueda superar con comodidad.
El doctor, cada vez más satisfecho del resultado de sus experiencias, me definió así: “un ser humano dotado, en todos sus movimientos, de una velocidad incomparablemente superior, no sólo a la de los demás hombres, sino incluso a la de todos los animales conocidos. Esta velocidad, que se encuentra tanto en los elementos más tenues de su organismo como en el conjunto, hace de él un ser tan distinto de la creación que merece por sí sólo tomar un nombre especial en la jerarquía animal. En cuanto a la conformación tan curiosa de su ojo, como así también el tinte violáceo de su piel, es necesario considerarlos como simples indicios de este estado especial”. (...)
J. H. Rocín Ané, “Un mundo distinto”
En este texto, encontramos otra temática recurrente en la ciencia ficción, que es la aparición de un hombre con características sobrehumanas, es decir, del hombre que se ha transformado en un superhombre. Este cuento relata la historia de un niño que no se adapta a su mundo y que es considerado enfermo hasta que, ya más grande, conoce a un doctor que descubre que, en realidad, es un hombre, pero con capacidades que superan a las del hombre. Luego se casa y tiene un hijo que posee las mismas características que él. El autor, entonces, imagina un mundo en el que otros superhombres poblarán el universo.
Esta ficción nace de la idea de creer que en un más allá existirá el hombre que tenga un comportamiento muy diferente, que sea perfecto, casi como un dios.
No sólo de máquinas humanas, robots y superhombres vive la ciencia ficción; también aborda otras temáticas. Una de ellas es la que presenta infiernos utópicos, es decir, mundos donde reina la manipulación del hombre acentuada por las nuevas tecnologías electrónicas. Encontramos ejemplos de esta temática en los relatos que narran cómo se lava el cerebro de los hombres, cómo la publicidad es el poder político de una sociedad, cómo la televisión invade del mundo de lo privado y cómo existen sociedades enteramente femeninas basadas en la reproducción partenogenética. Estos temas se relacionan con el miedo humano frente a la deshumanización causada por la sociedad industrial.
Lean el siguiente ejemplo:

Poco después de que se comenzara a fabricar máquinas de escribir literatura y de que éstas se hicieron funcionar a fondo, se comprobó que los críticos desaparecían de un día para el otro. El fenómeno tenía una causa inmediata, fácil de detectar: el oficio de crítico literario se había vuelto prácticamente imposible. Nadie podía llegar a leer aunque fuese una pequeña parte de los libros que aparecían. Según cálculos aproximativos (la historia de ese momento fue construida mucho más tarde y los datos concretos eran imprecisos, debido a que los tomó de fuentes indirectas), para componer una poesía una máquina empleaba menos de dos segundos. Una novela de trescientas páginas necesitaba dieciocho minutos. El tiempo exigido por una obra de teatro, sin embargo, ascendía de modo misterioso a casi una hora. Las máquinas trabajaban sin interrupción durante unos noventa días, luego era necesario una pausa para la corrección. Fue como sólo en Lima aparecían más de 101,2 volúmenes por año, y las ganancias de los monopolios editoriales aumentaban vertiginosamente. Los primeros que renunciaron a su misión fueron los historiadores literarios. Sin los medios de examinar parte de los libros aparecidos, el objeto de semejante trabajo se convertía en un absurdo. Pero fuesen sus esfuerzos, no alcanzaban a leer ni el 0,0001 % de la producción literaria. Pronto les llegó el turno de deponer las armas a los críticos de los periódicos. Aunque hubiesen renunciado deliberadamente a la ambición de elegir según su importancia los libros aparecidos (no podía saberse de ningún modo si entre los incontables volúmenes sin leer no se había dejado de lado obra fundamentales), había una dificultad de orden mayor que se había revelado insuperable. Al ejecutar rigurosamente el tipo de obra para el que habían sido programadas, las máquinas excluían toda objeción crítica. Se le pedía comentarista que examinara ante todo la medida en que la intención artística se había logrado. Ahora bien, las máquinas no se apartaban una coma de su programa y, de hecho, sólo creaban obras maestras, lo que hacía inútil ab initio toda valoración. Incluso para los gustos más extravagantes, todo había sido previsto en el cálculo estadístico inicial: en consecuencia, no había sorpresa posible (...)
Ovis S. Crohmalciceanu, “Un capítulo de historia literaria”
Este texto profetiza un mundo donde existen máquinas que escriben libros y, de esta manera, desaparece el trabajo realizado por los seres humanos. La realidad de la ficción cuenta una historia donde las máquinas desplazan a los hombres y el mundo se deshumaniza. Todo está hecho por la máquina y el hombre ya no sirve para nada.
Otro ejemplo clásico de esta temática es la novela Farenheit 451, del escritor norteamericano Ray Bradbury, que narra la existencia de un mundo donde está prohibido leer y tener libros, y a aquellos que no cumplen con las leyes que rigen en esa sociedad, el Estado les incendia las casas. Bradbury predice un mundo sin libros, sin gente que piense y se sensibilice con la literatura. Aquellos que rompan las leyes quedan totalmente marginados.
Los primeros textos de ciencia ficción narraban historias referidas a viajes a la luna, luego a Marte y Venus, más tarde al sistema solar. En el siglo XIX, se imaginó el futuro en el año 2000; en la actualidad, los escritores de ciencia ficción crean un futuro inimaginable y un pasado cercano a los orígenes del universo.
Otra temática propia de la ciencia ficción es la pluralidad de los mundos. Ya no existen lugares privilegiados ni posiciones absolutas; la Tierra es un pequeño planeta perdido en un espacio infinito y su historia está limitada entre el pasado y el futuro. Existen mundos paralelos más allá del espacio físico y junto al tiempo lineal hay otros tiempos posibles.
El siguiente texto puede servir para analizar esta temática:

Afuera del tren se extendían campos sin fin, interrumpidos ocasionalmente por alguna granja. Desolados postes telefónicos sobresalían en el cielo del atardecer.
Paine echó un vistazo a su reloj de pulsera. No estaba lejos ahora. El tren atravesó una pequeña ciudad. Un par de estaciones de servicio, quioscos de ruta, tiendas como de televisión. Se detuvo en la estación haciendo chirriar los frenos. Lewisburg. Unos pocos pasajeros con abonos descendieron: hombres en sobretodos con diarios de la tarde. Las puertas golpearon y el tren reanudó su marcha.
Paine se acomodó contra su asiento, absorbido por pensamientos profundos. Critchet se había desvanecido mientras miraba el mapa de la pared. Se había desvanecido la primera vez cuando Jacobson le había mostrado la planilla de horarios... cuando le había mostrado que no existía un lugar llamado Macon Heights. ¿Había alguna clase de pista en ells? Todo el asunto era irreal, como de ensueño.
Paine miró con atención. Estaba casi ahí... si ese lugar existía. Afuera, los campos marrones se extendían infinitamente. Colinas y campos llanos. Postes de teléfono. Autos corriendo por la autopista estatal, pequeños puntos negros apurándose hacia el crepúsculo.
Pero ningún signo de Macon Heights.
El tren rugió en su marcha. Paine consultó su reloj. Habían pasado cincuenta y un minutos. Y no había visto nada. Nada excepto campos.
Caminó por el vagón y se sentó junto al guarda, un caballero viejo y canoso.
–¿Alguna vez oyó hablar de un lugar llamado Macon Heights? –preguntó Paine.
–No, señor.
(...) Paine siguió hasta la próxima parada, Jackosonville. Se bajó y abordó el tren B, de regreso a la ciudad. El sol había caído. El cielo estaba casi negro. A dura penas podía imaginar lo que había allí afuera, detrás de la ventanilla. Se puso tenso, conteniendo la respiración. Un minuto para llegar. Cuarenta segundos. ¿Había algo? Campos llanos. Desolados postes telefónicos. Un árido, yermo paisaje entre ciudades. ¿Entre...?
El tren avanzaba, lanzado a través de la oscuridad. Paine miró fijamente. ¿Había algo allí afuera? ¿Algo entre los pastizales?
Sobre los campos, una gran masa de humo traslúcido. Una masa homogénea, que se extendida por aproximadamente una milla. ¿Qué era? ¿Humo de la locomotora?
Pero la locomotora era diesel. (...)
De pronto el tren comenzó a aminorar su marcha. (...)
Un hombre alto, de campera liviana, se puso de pie en medio del pasillo, se colocó su sombrero y se movió rápidamente hacia la puerta. El hombre caminó de prisa, alejándose del tren por los campos oscuros. Se movía, con algún propósito, en dirección al banco de niebla gris. (...)
Paine se apuró por el pasillo. Pero el tren ya había empezado a buscar velocidad. (...)
–Escuche –gritó irritado Pine–. ¿A qué se de debió esa parada? (...)
–Siempre paramos ahí. –Despacio, el guarda alcanzó su campera y sacó un puñado de horarios. Los revisó y pasó uno a Paine. –El B siempre para en Macon Heights. ¿No lo sabía? (...)
Philip K. Dick, “El viajero abonado”
Este relato cuenta la historia de un hombre que va a tomar el tren para ir a su casa después de un día de trabajo y cuando pide el boleto hasta su ciudad, el empleado ferroviario le dice que ese lugar no existe. Entonces, Paine, otro empleado del ferrocarril, decide ir a ver si realmente no existe ese lugar. Toma el tren y calcula poder llegar en cuarenta y nueve minutos (el tiempo exacto que, según Critchet, el hombre que había pedido el boleto, duraba el viaje hasta Macon Heights). Pasa el tiempo y el tren no arriba nunca a ese lugar. Luego sucede lo que cuenta el fragmento citado. En el viaje de regreso a su casa, Paine teme que le ocurra lo mismo que al empleado y que no encuentre su ciudad. Pero, finalmente, llega a su casa.
En este caso, Philip Dick (1928-1982) imagina la posibilidad de la coexistencia de mundos paralelos subjetivos para acentuar la sensación de irrealidad que domina al ser humano.


Las variantes del género

La ciencia ficción surgió, como ya hemos analizado anteriormente, de la fusión entre las utopías y los viajes maravillosos. Al principio, las obras correspondientes al género situaron las fantasías en el espacio y después de H. G. Wells y su novela La máquina del tiempo (1895), empezaron a explorar el tiempo. El tiempo y el espacio serán las convenciones que nos permitirán acercarnos a las distintas variantes dentro de la ciencia ficción.
La utopía es una de las primeras formas de este género. Se trata de la construcción imaginaria de una sociedad perfecta e ideal. Puede adoptar la forma de una sociedad mejor que la del mundo en el que se vive (eutopía) o puede tratarse de un mundo ideal, pero en sentido negativo (distopía). Puede ser una utopía estática, que presenta las instituciones, la tecnología y la organización del saber, o puede ser una utopía dinámica, que narra una historia donde aparecen personajes a los que les suceden cosas como forma de justificar la descripción de esa sociedad perfecta. Ejemplos de la eutopía son los textos Utopía (1516), de Tomás Moro y Nueva Atlántida (1620), de Francis Bacon.
La ciencia ficción ha utilizado sobre todo la distopía, es decir, la utopía que representa una sociedad ideal, pero en sentido negativo.
De repente, al día siguiente de una gran tormenta llegada del mar que trajo el verano en sus relámpagos ardientes y su lluvia tibia, la ciudad lanzó un grito de estupor al despertar. Los techos rojos de los monumentos públicos, los campanarios de las iglesias, los tabiques de las casa y hasta la medera de las camas, todo estaba espolvoreado por un tinte verde, delgado como moho, liviano como un encaje. Visto de cerca, estaba formado por una cantidad de yemas microscópicas, donde ya se veían hojas curvándose. Aquella extravagancia de las lluvias divirtió sin inquietar; pero antes de que llegara la noche manojos de verdor se desplegaron en todas partes sobre los muebles y las paredes. Las ramas crecían a ojos vista; si se las retenía levemente en la mano, se las sentía aumentar y debatirse como alas.
Al día siguiente, todos los departamentos parecían invernaderos. Las lianas seguían la rampas de la escalera. En las calles estrechas, las ramas se unían de un techo a otro, colocando por encima de la ciudad ruidosa la sombras de las avenidas selváticas. Aquello era inquietante. Mientras los sabios reunidos deliberaban sobre ese caso de vegetación extraordinaria, la multitud se apiñaba fuera para ver los distintos aspectos del milagro. Los gritos de sorpresa, el rumor asombrado de todo aquel pueblo inactivo atorgaban solemnidad al extraño acontecimiento. De pronto alguien gritó: "¡Miren la selva!" y se dieron cuenta con terror de que, desde hacía dos días, el semicírculo verde se había acercado mucho. La selva parecía bajar hacia la ciudad. Toda una vanguardia de zarzas y de lianas se estiraba hasta las primeras casas de los suburbios.
Entonces Wood'stown empezó a comprender y a tener miedo. Era evidente que la selva llegaba para reconquistar su sitio a orillas del río; y sus árboles, derribados, dispersos, transformados, se libraban de sus prisiones para adelantarse a ella. ¿Cómo resistir la invasión? Con el fuego, se corría el peligro de incendiar la ciudad entera. ¿Y qué podían hacer las hachas contra aquella savia que renacía sin cesar, aquellas raíces monstruosas que atacaban el suelo por debajo, aquellos miles de granos voladores que germinaban al romperse y hacían crecer un árbol en cuanto sitio caían? (...)
Vagamente, en el oleaje ruidoso del follaje, se oían los golpes sordos de las hachas; pero al cuarto día se reconoció que todo trabajo era imposible. La hierba era demasiado alta, demasiado densa. Lianas rastreras se aferraban a los brazos de los leñadores, agarrotaban sus movimientos. Por otra parte, las casas se habían vuelto inhabitables; los muebles, cargados de hojas, habían perdido su forma. Los techos se hundían, atravesados por la lanza de las yucas, la larga espina de las caobas; y reemplazando los tehcos se instalaba la cúpula inmensa de las catalpas. Era el fin (...)
Alphonse Daudet, "Woods'stown"
En el texto, el mundo que se muestra es hostil, indeseable. Un grupo de gente ha llegado aun lugar, has construida una ciudad modelo en el medio de la selva, pero, de pronto, la naturaleza se enfrenta con el hombre y empieza a tomar la ciudad. El lugar que había sido ideal se transforma en el propio infierno. Los lugareños deben huir para poder salvarse.
Otra de las variantes del género de ciencia ficción es la ucronía, que consiste en deducir un mundo coherente partiendo de la premisa de que algún hecho del pasado no ha ocurrido o ha ocurrido en otro momento. La ucronía es una historia paralela construida a partir de la alteración del curso histórico y cuyas consecuencias se deducen hasta llegar a un presente alternativo. El mundo que resulta de esta idea puede ser un sueño o una pesadilla, es decir, puede ser una eucronía o una discronía. Ejemplo de la primera es la novela Un yanqui en la corte del Rey Arturo, del escritor norteamericano del siglo XIX Mark Twain que narra la Revolución Industrial llevada a la Edad Media, es decir, intenta corregir los “errores” de la historia que tuvieron consecuencias terribles reinventando el presente tal como podría haber sido. La discronía, en cambio, muestra cómo una solución alternativa a la que ocurrió históricamente llevado a una situación peor que la que vivimos; ejemplo de discronía es la novela La alteración (1976) de Kingsley Amis, donde se cuenta que no ha habido una reforma y reina el oscurantismo.
Otra variante del género es la anticipación, que consiste en deducir un mundo donde ciertas cosas de nuestra realidad han desaparecido e imaginar cómo se podrían desarrollar. Se plantea una situación hipotética que se podría resolver de alguna manera, o bien un mundo donde se desarrollan experimentos que no existen en nuestra realidad. La obra de Julio Verne (1828-1905), en general, pertenece a esta variante.
Otros subgéneros de la ciencia ficción, que aparecen tanto en la literatura como en el cine son los siguientes:
Hard science fiction: se trata de un cuento o una novela que especula sobre teoría e hipótesis científicas, con fuerte presencia en el relato de información técnica. Por ejemplo, Contacto (1985) de Carl Sagan.
Space opera: es una novela de aventuras que se desarrolla en escenarios desmesurados, como imperios galácticos, guerras estelares, destrucción de mundos y sistemas. Por ejemplo, la película La guerra de las galaxias de George Luckas.
Subcreaciones: se trata de textos que intentan crear un mundo consistente, con historia y geografía y culturas propias, regido por leyes diferentes de las nuestras y situado en u pasado remoto que está fuera del mundo conocido. Por ejemplo, las historias de Ursula K. Le Guin.
La ciencia ficción moderna nació con la Revolución Industrial y fue adaptándose a los cambios que se impusieron en el campo de lo científico-tecnológico. Este nuevo poder cambió las formas de convivencia, las características de la guerra y de la paz, y la visión del mundo; lo mismo ocurrió con la ciencia ficción. Esta literatura ha tratado de cuestionar siempre y de manera radical ese poder desarrollado a través del tiempo.
Sardi, Valeria, La ficción como creadora de mundos posibles, en: Lengua y Literatura, Buenos Aires, longseller, 2003

30 de mayo de 2010





____Al regresar al comedor sus padres leían ubicados en la gran mesa. Sebastián se dirigió hacia su lugar, a su mesita bajo la ventana. La revista de historietas que comprara especialmente para sus vacaciones no le despertaba ningún interés. Tomó una hoja y con un lápiz rojo comenzó a trazar líneas y a sombrear aquí y allá y sin darse cuenta dibujó un pájaro. Ello lo acongojó y le ahuyentó las ganas de dibujar. Descorrió la cortina para hurgar con sus ojos en la espesa niebla, como si fuera allí o detrás donde se encontraba el mal que aquejaba a la Aldea.
____Sus padres, dejando de leer, observaron la tristeza en el rostro de Sebastián. Se miraron y comprendieron que no podían prohibirle en sus vacaciones salir y divertirse. Su padre se sentía culpable por que había elegido el lugar para descansar y sin querer había hecho una mala elección. Con una mirada de aprobación su madre lo llamó.
____–Mirá Sebastián, ayer fuiste descuidado y te merecés quedarte todo el día adentro. Pero estamos de vacaciones y es injusto tenerte castigado, ya que, por lo que vemos, sos el único que encontró algo interesante en este lugar.
____–Sí –continuó el padre –me siento culpable por haberlos traído aquí. No sabía que era un lugar tan inhóspito y de un clima tan feo. Cuando mi Tía me describía por carta este lugar lo hacía con un cariño tan especial. Parecía que escribía sobre el paraíso. Siempre quise conocerlo. Bueno, Sebastián quedás perdonado por tu falta. Eso sí, no vas a estar más de un par de horas sin dar noticias ¡Entendido!
____–¡Entendido papá –gritó lleno de júbilo– gracias mamá, gracias papá! –les dio un beso grande que prolongó con un abrazo.
____–Son las diez, para las once y media te queremos aquí por que nos tenés que ayudar con el almuerzo –dijo su madre.
____–Bueno, mamá –dijo Sebastián dirigiéndose a su habitación donde tenía su mochila. Se despidió de sus padres y se encaminó hacia el Bosque del Guardián de la Naturaleza.
____La Aldea, o lo que podía ver de ella, estaba desierta. El libro pesaba demasiado en su mochila pero caminaba con gusto por que iba a ver a su paloma.
____–Si tengo algo más de media hora de ida y otro tanto de vuelta mucho antes de las doce podré estar en la cabaña –comentó para sí especulando con la curiosa característica que poseía el tiempo del Bosque.
____Las distintas variantes del Camino Real lo llenaban de alegría. Tantas eran las ganas de llegar que no prestaba atención a la hilera de vegetación muerta que estaba a ambos lados. Le daba al lugar un aspecto fantasmagórico que hacía erizar los pelos. De la niebla surgió el recodo del camino y la cerca. Sebastián dio un salto de alborozo. Los postes y palos horizontales que formaban ese límite mágico estaban podridos por la exposición prolongada a la humedad. Tal era la alegría que tenía Sebastián que le pareció hermosa la cerca. Se subió a ella y se lanzó al vacío. Sin embargo algo extraño sucedió. Lo tomaron de la mochila y lo jalaron para atrás. Cayó aturdido en la gramilla húmeda. Se levantó asustado pensando que algún Gríseo lo había seguido. Pero no había nadie. A medida que el temor cedía pensaba las posibilidades de ese extraño acontecimiento. Lo intentó una vez más. Lo hizo despacio, boleando una pierna y pasando con naturalidad hacia el otro lado. La pierna pasó sin problemas. Su amplio recorrido no fue interrumpido por nada. En cambio su cuerpo sintió el mismo tirón de la mochila. Dedujo que allí estaba el problema. Aunque pareciera tonto reconocerlo era la mochila la que se negaba a pasar. Hizo la prueba para estar seguro. Dejó la mochila en el piso cubierto de gramillas amarillentas y saltó totalmente libre. El resultado fue el esperado. Cayó en ese mundo distinto y bello, llenó de luz y calor. “¿Qué tendrá la mochila que no quiere pasar?” se preguntó. Y sin cavilar demasiado entendió que no era precisamente la mochila la que se negaba a pasar sino el libro. Al tener una idea más clara de lo sucedido retornó con un salto y sacó el libro de la mochila. Tomó ésta y la arrojó al otro lado. Desapareció al cruzar el límite mágico.
____–Bien, entonces es el libro el que se niega a sortear la cerca –dijo mirándolo atentamente. Faltaba la última comprobación. Arrojó el libro y éste rebotó como una pelota en esa pared invisible. Sebastián lo atrapó antes de caer en la gramilla mojada. Leyó "El armonioso canto de los pájaros" y se preguntó por qué. Como era un chico que no se dejaba vencer fácilmente lo intentó una vez más. Primero pasó todo su cuerpo y dejó del lado de la Aldea sus brazos extendidos donde tenía aferrado al libro. Luego acomodando sus pies y su cuerpo pegó un tirón. El libro cedió en su porfía. Una vez superada la barrera mágica que dividía al Bosque de La Gran Aldea del Sud guardó el libro en su mochila para darle una sorpresa al Guardián.
____Se colocó la mochila y a los pocos pasos sintió que algo se movía en el interior. No prestó atención ya que podía ser que el libro, en su capricho, se negara a avanzar contra su voluntad. Pero lo que se movía en la mochila comenzó a hacerlo con más violencia. El chico detuvo la marcha para ver que ocurría en el interior. Abrió la mochila y para su sorpresa comenzaron a salir pájaros de colores como los que había dibujados en el libro. De éste no quedó absolutamente nada. Sebastián maravillado por ese milagro vio como se perdían entre el follaje de los altos árboles del Bosque. Confundido por la suerte del libro y su transformación fabulosa siguió camino a la cabaña del Guardián.



© Gustavo Prego


25 de mayo de 2010





____Las sombras de los árboles lo cubrieron con un extraño cosquilleo. El piar de los pájaros era maravilloso y ensordecedor. Siguió el sendero como el día anterior y desembocó en la cabaña sin, esta vez, tropezarse con Zexerías. Fue directamente al sillón donde en la víspera descansaba el Guardián de la Naturaleza. Pero él no se encontraba allí. Se asomó por la puerta entreabierta de la cabaña y no vio a nadie. Realizó un rodeo a la misma pero fue inútil el Guardián había salido. Se sentó a esperarlo unos minutos hasta que se lo vio aparecer con pasos ligeros y nerviosos.
____–Muy buenos días mi querido amigo –saludó con una reverencia sacándose la gorra.
____El niño sólo atinó a sonreír.
____–Vengo a ver como está la paloma –dijo Sebastián.
____–Ah... sí... la paloma –dijo el Guardián sin poder ocultar un dejo de tristeza.
____–¿Le pasó algo a la paloma?
____–Bueno... había perdido mucha sangre, el golpe de su caída fue muy fuerte...
____–Quiero ver a mi paloma –ordenó Sebastián con firmeza para evitar tantos rodeos.
____–Ven –dijo el Guardián de la Naturaleza– allí está.
Sebastián descubrió con mucho dolor que su paloma estaba muerta. La tomó y la apretó contra su pecho.
____–Está muerta –murmuró entre sollozos.
____–Bueno, eso depende.
____–¿Cómo depende...?
____–Sí, el lugar donde estás las cosas que suceden no suceden en realidad o no hay que creer demasiado en ellas.
____–No entiendo –dijo Sebastián– la paloma que tengo en mis manos está muerta.
____–¿Sientes amor por la paloma? –Sebastián asintió con la cabeza– Bueno entonces acércala a tu corazón y luego arrójala con fuerza hacia arriba. Sssshhhh... sin preguntas.
____Sebastián se lo quedó mirando después de la orden que le dio. Luego miró a la paloma y la llevó a su corazón. La tuvo un buen rato allí.
____–Vamos, hazlo –animó el Guardián.
____Llevó la paloma casi hasta tocar el suelo y desde allí tomó impulso y la arrojó hacia arriba. La siguió con sus ojos llenos de lágrimas. Cuando la paloma llegó a la cúspide de su recorrido y comenzaba a caer desplegó torpemente y con esfuerzo las alas. Su aleteo fue irregular hasta que pudo llegar a la rama de un árbol. Los gritos de Sebastián se escucharon por todo el Bosque junto con la algarabía de los pájaros y la risa del Guardián de la Naturaleza.
____–¡Es increíble! –gritaba Sebastián.
____–Es increíble –reconoció el anciano– pero el amor tiene estas cosas –completó y sacando su armónica ejecutó una vieja melodía haciendo danzar a cientos de pájaros por sobre su cabeza.
____–¿Cómo ocurrió? –preguntó Sebastián que no salía de su asombro.
____El Guardián de la Naturaleza guardó su armónica en el bolsillito de su vestimenta como si fuera un pañuelo y los pájaros que volaban al compás de su música se dispersaron.
____–Sabía que ibas a empezar con tus preguntas –dijo finalmente– para serte franco no sé cómo ocurrió.
____–Dale, no te creo –dijo Sebastián que había visto a la paloma en la gruesa rama de un viejo eucalipto.
____–Pues es verdad, hay cosas que simplemente ocurren. Y mientras sean para bien no me pregunto tanto los por qué.
____Sebastián lo miró y el Guardián de la Naturaleza se anticipó:
____–Sí, ya sé, otra pregunta.
____–Sí, hay algo que no entiendo en este Bosque. Aquí habitan pájaros y vegetales de distintos climas, de regiones distantes. ¿Cómo puede ser?
____–Bueno, por que este Bosque es todos los Bosques –dijo el Guardián de la Naturaleza y al ver que Sebastián no entendía amplió la idea– Es un lugar mágico. Es un lugar –dudó unos segundos buscando las palabras apropiadas– donde nunca alguien con odio y resentimiento lo encontrará. Por que como sabes no podrá verlo. Por eso queda sólo para los niños la posibilidad de visitarlo y a muy pocas personas mayores. Este Bosque es y no es al mismo tiempo. Y será aún más si nos lo proponemos. No tiene límites. Que este Bosque sea más grande y más hermoso depende exclusivamente de nosotros. Es tu imaginación y tu amor los que harán de éste un lugar donde resguardar la dicha y la felicidad. El lugar en donde la belleza y la libertad, los únicos dos valores esenciales del hombre, puedan llegar a su plenitud. Te mostraré que este lugar es un tanto especial. Te gustaría que en este sitio haya un árbol.
____–Sí –dijo Sebastián.
____–¿Qué árbol prefieres aquí?
____–Un paraíso –eligió el niño.
____–Bueno, cerremos los ojos y deseemos con toda nuestra fuerza, con todo nuestro amor que crezca un paraíso.
____Así lo hicieron y en el lugar, cuando abrieron los ojos, había un tallito muy chiquito con algunas hojitas.
____–¡Es maravilloso! –gritó Sebastián.
____–Ahora dejemos que crezca solo, ya hicimos algo muy importante que fue desearlo entre nosotros.
____Sebastián pidió repetirlo y el Guardián de la Naturaleza accedió. Al paraíso le siguió un arrayán, al arrayán un cedro, al cedro un olmo, al olmo una casuarina y así hasta que fueron interrumpidos por el llamado de Zexerías.
____–¡Encantador, Encantador, debez venir Encantador! –decía la vocecita que se acercaba con ligereza –¡Qué zuerte que te encuentro Encantador! –dijo sin aliento el Tenopo.
____–¿Encantador? –preguntó extrañado Sebastián.
____–Zí, que tal Zebaztián...
____–Los Tenopos me llaman Encantador de Pájaros –dijo el Guardián de la Naturaleza– ¿A qué se debe tu prisa Zexerías?
____–Debez venir Encantador, el Conzilio se reunirá en unoz minutoz.
____–Tan pronto –dijo el Guardián.
____–Zí, azí lo han dezidido.
____Tomando el sendero por donde apareció Zexerías marcharon los tres hacia Tenopián, la Ciudad Sagrada de los Tenopos, ubicada en el centro de ese Bosque maravilloso.


© Gustavo Prego


21 de mayo de 2010






____Un pasaje disimulado en unos arbustos era la entrada a Tenopián. El Encantador de Pájaros tuvo que agacharse dada las dimensiones del portal acorde a los cincuenta centímetros de los Tenopos. En dos oportunidades debió alzar su gorra del piso.
____–En un tiempo tuvimoz nueztra ziudad dizpuesta para la vizita de todoz –comentó Zexerías a Sebastián viendo al Guardián alzar su gorra por segunda vez– pero noz trajo demaziadoz inconvenientez.
____–Pero en este Bosque tienen que estar protegidos –dijo Sebastián.
____–Zí, lo eztamoz... –dijo expresando duda– pero la curiozidad de la gente de buenoz corazones que cruza el Bozque noz trae también problemaz. ¡Un momento! –exclamó de pronto y la comitiva se paró en seco– Tú no puedez entrar –dijo terminante al chico.
____–Ya estoy adentro –recordó Sebastián.
____–Zí, ez zierto –reconoció con uno de sus tres dedos en la boca queriendo morder la uña que no tenía.
____–Vamos Zexerías, es un amigo en el que podemos confiar –dijo el Encantador.
____–Zí, lo zé –dijo Zexerías un tanto turbado– pero zabez que a Zezerón le moleztan loz humanoz dezconozidoz.
____–No te preocupes, yo hablaré con Zexerón –tranquilizó el Encantador de Pájaros.
____El túnel vegetal que precedía al portal de la Ciudad Sagrada, y que tantas dificultades de movimiento le dio al Guardián, derivó en un sendero más amplio. El lugar por donde caminaban era muy hermoso y parecía ser aún más viejo que el resto del Bosque.
____–¿Quién es Zexerón? –preguntó Sebastián por lo bajo al Guardián de la Naturaleza.
____–Zexerón es el Patriarca de los Tenopos, es el más antiguo y el más sabio de todos...
____–Desde que entramos a Tenopián no he visto a ningún Tenopo –murmuró el niño.
____–Sin embargo nos han estado vigilando y siguiendo todo el tiempo. Es muy difícil, casi imposible, ver a un Tenopo entre la vegetación.
____Sebastián buscaba entre las hojas de los muros de ligustros a algún Tenopo. Había que reconocer que era imposible ubicarlos. Sólo logró verlos, y no uno sino cientos, cuando ingresaron al Concilio. Su sorpresa fue compartida por los Tenopos. No era común en esos tiempos que un extraño ingresara a Tenopián. Zexerón estaba sentado en un sillón de roble y se puso de pie al ver entrar al niño.
____Encantador de Pájaros te advertimos sobre los intrusos –dijo con una voz gastada por los años pero que conservaba el vigor del que manda y es obedecido.
____Zexerón, dónde están tus dotes de anfitrión de antaño –dijo con una sonrisa el Guardián de la Naturaleza para distender un poco la situación que se había generado.
____–Está intacta Encantador. Sucede que estos años no son como los del pasado. Tú sabes mejor que nadie que corren tiempos difíciles para todos –dijo con solemnidad.
____–Me conocen, Patriarca, desde hace muchos años. A qué se debe que desconfías de los amigos –dijo el Guardián con el aplomo y la seriedad de alguien que tiene un gran respeto ganado.
____–Disculpa Encantador de Pájaros, disculpa. Sabes que estos tiempos nos tienen a todos descontrolados. Hasta a mí que soy el más antiguo y por ende debería aportar la cuota de cordura y sabiduría. Hoy precisamente nos reunimos para tratar algo doloroso y como eres nuestro amigo te he solicitado que asistas. En cuanto a ti niño, bienvenido a Tenopián, la Ciudad Sagrada de los Tenopos –dijo finalmente y desató el griterío y la algarabía de todos los presentes. Sebastián quedó maravillado ante ese recibimiento. El Patriarca pidió silencio para dar comienzo con el Concilio.
____–Nos hemos reunido para encontrar entre todos la manera de poder rescatar a nuestro hermano Zexurión atrapado y encarcelado por los emisarios de Prorena, nuestro enemigo. Mucho hemos hablado ya. Se detallaron posibles planes de rescate y llegamos a vísperas del combate y aún estamos dando vueltas al asunto. El tiempo de la Aldea nos ha alcanzado. No podemos dejar más tiempo a nuestro valeroso Zexurión sin ayuda. Por eso vamos a empezar desde el principio. Tal vez nos ayude a encontrar una salida. Para eso y como primera medida quiero que Zexerías, el Escriba de Tenopián, pase a relatar lo sucedido con nuestro hermano Zexurión. Además para que esté al tanto nuestro invitado del día de hoy –finalizó mirando a Sebastián que se ruborizó por la deferencia del viejo Patriarca.
____Zexerías que se encontraba entre el Encantador de Pájaros y Sebastián avanzó unos pasos. Se colocó frente a la concurrencia a un lado del sillón de Zexerón que, sentado y con la cabeza gacha, cruzó sus manos sobre el vientre esperando el relato.
____–Ejem, bueno loz hechoz ze zuzedieron de la ziguiente manera: un grupo de Tenopoz cruzó la zerca que divide el Bozque de la Aldea para ir en buzca de una variedad de hongoz venenozoz que ze crían allí para Zezariel, uno de nueztroz zientíficoz, que eztaba dezarrollando una fórmula para una vacuna. Conzentradoz en eza tarea, por que Zezariel lez dijo que eran unoz hongoz pequeñoz y que crezían ezcondidoz, dezcuidaron la guardia y loz zorprendió una patrulla de Grízeoz que andaban merodeando por el lugar. Fueron rodeadoz y no pudieron ezcapar. Ze habían alejado baztante de la zerca, azí que tuvieron que pelear. Como iban a juntar hongoz la mitad de la comitiva no llevaba zuz lon, que zon loz paloz largoz con que zolemoz defendernoz, por lo tanto la pelea ze planteó en términoz de dezigualdad. Los azquerozos Grízeoz uzaron ezpadas y balleztaz. Como uztedez zaben el grupo no pudo recurrir al vuelo por que en el clima de la Aldea, de mucha humedad y niebla zerrada, loz Tenopoz no podemoz volar...
____–¿Volar...? –preguntó Sebastián con un susurro al Guardián de la Naturaleza. Zexerías lo escuchó por que los Tenopos tienen un oído muy desarrollado y se vio obligado a explicar algunas cosas que el niño ignoraba.
____–Zí, loz Tenopoz volamoz, pero en condizionez normalez de clima. Mira –y sin tomar impulso salió despedido para arriba, planeó en vuelo rasante y descendió. Muchos Tenopos lo silbaron y otros lo abuchearon cuestionándole el estilo.
____–Bueno, demoztrado ezto que loz humanoz ignoran prozigo: en qué me había quedado... a zí en que tuvieron que pelear en dezigualdad de condizionez con rezpecto a laz armaz y al tamaño. De todaz formaz el grupo de Tenopoz ze defendió muy bien, peleando valerozamente, ezpezialmente Zezurión que, como todoz zabemoz, ez el campeón de los Juegoz Marzialez de Tenopián. Un azquerozo Grízeo había derribado a uno de nueztroz hermanoz y Zezurión evitó que lo atravezaze con la ezpada. Eza actitud encolerizó a loz Grízeoz y olvidándoze del rezto o juzgando difízil la empreza rodearon a Zezurión y contentáronze con atrapar a uno de loz nueztroz vivo. Eligieron al máz bravo para que conztituyera un preziado trofeo para zer llevado ante Prorena, nueztro enemigo –Zexerías calló y miró al Patriarca que escuchaba sumido en sus pensamientos, éste le ordenó que continuara.
____–Ahora la zituazión ez la ziguiente: Zezurión eztá en la cárzel, fue acuzado de ezpionaje y lo obligarán a pelear contra el Zaurio Real que ez la mazcota de Prorena. Zu zituazión ze compromete por que zu deztino ez irreverzible. Zi pierde el Zaurio Real lo devorará como ez zu coztumbre con el venzido y zi gana no zobrevivirá. Zerá arrojado como todoz zabemos a loz Pozoz Negroz zin Retorno como hazen con loz Pájaroz y muchoz aldeanoz. Pierda o gane zu zituazión ez la mizma.
____–La Criatura de los Bosques... –murmuró Sebastián.
____–Ese es el nombre con que lo bautizó Prorena para promocionar el evento –explicó el Encantador de Pájaros.
____–Gracias Zexerías, ha sido clara la exposición de los hechos. Ahora quiero que todos aquellos que puedan aportar una idea para armar una estrategia que sirva a nuestros fines levanten la mano y la exponga al criterio de todos –anunció Zexerón que quedó admirado al ver que todos las levantaron.



© Gustavo Prego



20 de mayo de 2010

El despertar


a León Ostrov

Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
y se ha volado
y mi corazón está loco
porque aúlla a la muerte
y sonríe detrás del viento
a mis delirios

Qué haré con el miedo
Qué haré con el miedo

Ya no baila la luz en mi sonrisa
ni las estaciones queman palomas en mis ideas
Mis manos se han desnudado
y se han ido donde la muerte
enseña a vivir a los muertos

Señor
El aire me castiga el ser
Detrás del aire hay monstruos
que beben de mi sangre

Es el desastre
Es la hora del vacío no vacío
Es el instante de poner cerrojo a los labios
oír a los condenados gritar
contemplar a cada uno de mis nombres
ahorcados en la nada.

Señor
Tengo veinte años
También mis ojos tienen veinte años
y sin embargo no dicen nada

Señor
He consumado mi vida en un instante
La última inocencia estalló
Ahora es nunca o jamás
o simplemente fue

¿Cómo no me suicido frente a un espejo
y desaparezco para reaparecer en el mar
donde un gran barco me esperaría
con las luces encendidas?

¿Cómo no me extraigo las venas
y hago con ellas una escala
para huir al otro lado de la noche?

El principio ha dado a luz el final
Todo continuará igual
Las sonrisas gastadas
El interés interesado
Las preguntas de piedra en piedra
Las gesticulaciones que remedan amor
Todo continuará igual

Pero mis brazos insisten en abrazar al mundo
porque aún no les enseñaron
que ya es demasiado tarde

Señor
Arroja los féretros de mi sangre

Recuerdo mi niñez
cuando yo era una anciana
Las flores morían en mis manos
porque la danza salvaje de la alegría
les destruía el corazón

Recuerdo las negras mañanas de sol
cuando era niña
es decir ayer
es decir hace siglos

Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
y ha devorado mis esperanzas

Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
Qué haré con el miedo


Alejandra Pizarnik

Habla Sherlock Holmes


Fernando Savater

Todo mi método portentoso se resume en un solo principio, una regla áurea que rige cada una de las investigaciones que emprendo: cuando todas las restantes posibilidades han sido descartadas, la última posibilidad restante, por improbable y asombrosa que sea, debe ser cierta. Como puede verse, éste es un presupuesto lógico, no ético, una exigencia metodológica, no un imperativo moral; y, sin embargo, ¿no proviene de aquí también toda ética, junto con la más correcta perspectiva científica? En mi caso, al menos, el rigor del raciocinio es inseparable de la energía justiciera del corazón… En efecto: creo que la virtud no es una gracia caída desde lo alto a ciertos individuos piadosos o un dócil doblegamiento ante una ley divina o humana, sino la única decisión posible en unas circunstancias dadas. Y cuando digo «única» me refiero a la única que permite triunfar, salir con bien, a la más fuerte, a la que comporta menos carga de muerte. Lo mismo que en una investigación la última posibilidad que queda por examinar, aunque sea portentosa o desconcertante, es forzosamente más fuerte que todas las imposibilidades que puedan acumularse para explicar los hechos, así también en cada caso hay una línea de acción posible que, tras su apariencia quizá paradójica o cruel, es expresión viva de la auténtica virtud en marcha, de la moral más enérgica… En los casos de mi archivo cuya crónica hizo pública el afectuoso celo de mi amigo el doctor Watson, hay numerosos ejemplos de la aplicación más extrema del citado principio, tanto en su faceta teórica como en su consecuencia ética. Y así, verbigracia, mostré nítidamente que sólo un sabueso de carne y sangre pudo dejar huellas perceptibles en las sombrías alamedas de Baskerville, pese a que una mente más débil, menos inclinada a lo auténticamente fantástico que la mía, habría terminado por creer en un can espectral que cumplía una remota maldición; esta última solución, efectivamente, era en realidad la menos fantástica, la más evidente, la más vulgar también, aunque de modo aparatoso: creer en el fantasma era una forma de pereza intelectual reñida con la genuina fantasía, con esa fantasía emprendedora que me llevó a mí a capturar al sabueso real y a volverlo contra su criminal hostigador.
Tales son los casos de mi especialidad: aquellos en que lo imposible parece lo único probable. Y tal es mi auténtica fuerza: conceder siempre más respeto a lo posible que a lo simplemente verosímil, a lo que el intelecto perezoso considera probable para huir de la auténtica y oculta posibilidad. Ahora bien, en materia moral este principio es de aplicación mucho menos evidente, mucho más litigiosa. Sí, ciertamente, creo que en cada caso, ante cada decisión, debe haber una línea de acción posible que reúna la mayor fuerza virtuosa y aleje del mejor modo el imperio de la muerte. Pero debo reconocer que me ha sido mucho más difícil a lo largo de mi carrera establecer esta línea que hallar aquella última posibilidad que hace encajar las piezas del rompecabezas criminal. Tomemos mi primer caso publicado, por ejemplo, aquel enigmático e inolvidable Estudio en escarlata que nos reunió por primera vez a Watson y a mí. En su día sostuve que fue un caso sencillo y no por baladronada, sino porque realmente su complejidad teórica –el quién lo hizo y el cómo ocurrió– no presentaba auténtica dificultad para una mente algo menos rutinaria que la de los inspectores Gregson y Lestrade; pero desde otro aspecto, desde ese ángulo de la virtud del que antes hablaba, ¡ah, visto desde ahí el caso fue terriblemente enrevesado! Aún hoy me pregunto si debí entregar a la Justicia, a lo que llamamos los ciudadanos del Estado moderno Justicia, al desdichado Jefferson Hope, al que la brutalidad del destino convirtió en vengador implacable de un buen hombre asesinado y de su hija deshonrada. Ciertamente, la providencial rotura de un aneurisma impidió que Hope conociera el banquillo de los acusados y la vida de presidio, pero mi interrogante ético sigue en pie, porque sólo a mí concierne. En último término, ¿no fue mi orgullo teórico, mi pasión escudriñadora y razonante, la que me obligó a perseguir hasta el acorralamiento definitivo a aquel hombre que era mejor que su víctima, a ese infeliz que quizá no hizo sino lo que yo mismo hubiera hecho en su lugar? En muchos de mis casos he lamentado llevar mi investigación hasta su lógico final, pues el verdadero problema, el más arduo, empezaba una vez resuelto el caso y no cuando me debatía en las tinieblas de la perplejidad. No hace falta que recuerde aquel problema que Watson bautizó Un escándalo de Bohemia, en el que la culpable a descubrir era la mujer que más he admirado en el mundo y mi contratante un rey indigno de su armiño. Me sentí realmente dichoso cuando Irene, la única persona que podría enorgullecerse de haberme relativamente derrotado, logró huir; dichoso hasta tal punto que rechacé el anillo de esmeralda con que el rey quería recompensar mis servicios y me contenté con guardar solamente el retrato de mi deslumbrante enemiga. Y así hay tantos casos, tantos finales paradójicos en los que mi descubrimiento se volvió en cierta forma contra mí mismo, contra convicciones que siento más arraigadas que mi simple deber ciudadano…
Bien: sea como fuere, de nada me arrepiento. En el reino de los hechos físicos es más fácil determinar qué es lo posible y lo imposible, distinción que se embrolla hasta el vértigo en lo moral. Pero esa dificultad no me hará abandonar mi convicción de que también en ese ámbito escabroso es preciso llevar a cabo la indagación en busca de la última posibilidad, la que queda cuando todo lo demás es absurdo, locura y muerte.

De Criaturas del aire, Monólogo primero, 1979

18 de mayo de 2010

La botija

Salarrué


José Pashaca era un cuerpo tirado en un cuero; el cuero era un cuero tirado en un rancho; el rancho era un rancho tirado en una ladera.
Petrona Pulunto era la nana de aquella boca:
—¡Hijo: abrí los ojos, ya hasta la color de qué los tenés se me olvidó!
José Pashaca pujaba, y a lo mucho encogía la pata.
—¿Qué quiere mama?
—¡Qués nicesario que te oficiés en algo, yastás indio entero!
—¡Agüen!...
Algo se regeneró el holgazán: de dormir pasó a estar triste, bostezando.
Un día entró Ulogio Isho con un cuenterete. Era como un sapo de piedra, que se había hallado arando. Tenía el sapo un collar de pelotitas y tres hoyos: uno en la boca y dos en los ojos.
—¡Qué feyo este baboso!— llegó diciendo. Se carcajeaba—; ¡es meramente el tuerto Cande!...
Y lo dejó, para que jugaran los cipotes de la María Elena.
Pero a los dos días llegó el anciano Bashuto, y en viendo el sapo dijo:
—Estas cositas son obras denantes, de los agüelos de nosotros. En las aradas se encuentran catizumbadas. También se hallan botijas llenas dioro.
José Pashaca se dignó arrugar el pellejo que tenía entre los ojos, allí donde los demás llevan la frente.
—¿Cómo es eso, ño Bashuto?
Bashuto se desprendió del puro, y tiró por un lado una escupida grande como un caite, y así sonora.
—Cuestiones de la suerte, hombré. Vos vas arando y ¡plosh!, de repente pegas en la huaca, y yastuvo; tihacés de plata.
—¡Achís!, ¿en veras, ño Bashuto?
—¡Comolóis!
Bashuto se prendió al puro con toda la fuerza de sus arrugas, y se fue en humo. Enseguiditas contó mil hallazgos de botijas, todos los cuales “el bía prisenciado con estos ojos”. Cuando se fue, se fue sin darse cuenta de que, de lo dicho, dejaba las cáscaras.
Como en esos días se murió la Petrona Pulunto, José levantó la boca y la llevó caminando por la vecindad, sin resultados nutritivos. Comió majonchos robados, y se decidió a buscar botijas. Para ello, se puso a la cola de un arado y empujó. Tras la reja iban arando sus ojos. Y así fue como José Pashaca llegó a ser el indio más holgazán y a la vez el más laborioso de todos los del lugar. Trabajaba sin trabajar —por lo menos sin darse cuenta— y trabajaba tanto, que a las horas coloradas le hallaban siempre sudoroso, con la mano en la mancera y los ojos en el surco.
Piojo de las lomas, caspeaba ávido la tierra negra, siempre mirando al suelo con tanta atención, que parecía como si entre los borbollos de tierra hubiera ido dejando sembrada el alma. Pa que nacieran perezas; porque eso sí, Pashaca se sabía el indio más sin oficio del valle. Él no trabajaba. Él buscaba las botijas llenas de bambas doradas, que hacen “¡plocosh!” cuando la reja las topa, y vomitan plata y oro, como el agua del charco cuando el sol comienza a ispiar detrás de lo del ductor Martínez, que son los llanos que topan el cielo.
Tan grande como él se hacía, así se hacía de grande su obsesión. La ambición más que el hambre, le había parado del cuero y lo había empujado a las laderas de los cerros; donde aró, aró, desde la gritería de los gallos que se tragan las estrellas, hasta la hora en que el güas ronco y lúgubre, parado en los ganchos de la ceiba, puya el silencio con sus gritos destemplados.
Pashaca se peleaba las lomas. El patrón, que se asombraba del milagro que hiciera de José el más laborioso colono, dábale con gusto y sin medida luengas tierras, que el indio soñador de tesoros rascaba con el ojo presto a dar aviso en el corazón, para que este cayera sobre la botija como un trapo de amor y ocultamiento. Y Pashaca sembraba, por fuerza, porque el patrón exigía los censos. Por fuerza también tenía Pashaca que cosechar, y por fuerza que cobrar el grano abundante de su cosecha, cuyo producto iba guardando despreocupadamente en un hoyo del rancho, por siacaso.
Ninguno de los colonos se sentía con hígado suficiente para llevar a cabo una labor como la de José. “Es el hombre de jierro”, decían; “ende que le entró asaber qué, se propuso hacer pisto. Ya tendrá una buena huaca...”.
Pero José Pashaca no se daba cuenta de qué, en realidad, tenía huaca. Lo que él buscaba sin desmayo era una botija, y siendo como se decía que las enterraban en las aradas, allí por fuerza la incontraría tarde o temprano.
Se había hecho no sólo trabajador, al ver de los vecinos, sino hasta generoso. En cuanto tenía un día de no poder arar, por no tener tierra cedida, les ayudaba a los otros, les mandaba descansar y se quedaba arando por ellos. Y lo hacía bien: los surcos de su reja iban siempre pegaditos, chachados y projundos, que daban gusto.
—¡Onde te metés, babosada! —pensaba el indio sin darse por vencido—. Y tei de topar, aunque no querrás, así mihaya de tronchar en los surcos.
Y así fue; no del encuentro, sino lo de la tronchada.
Un día, a la hora en que se verdeya el cielo y en que los ríos se hacen rayas blancas en los llanos, José Pashaca se dio cuenta de que ya no había botijas. Se lo avisó un desmayo con calentura; se dobló en la mancera; los bueyes se fueron parando, como si la reja se hubiera enredado en el raizal de la sombra. Los hallazgos negros, contra el cielo claro, “voltiando a ver el indio embruecado, y resollando el viento oscuro”.
José Pashaca se puso malo. No quiso que naide lo cuidara. “Dende que bía finado la Petrona, vivía íngrimo en su rancho”.
Una noche, haciendo juerzas de tripa, salió sigiloso llevando, en un cántaro viejo, su huaca. Se agachaba detrás de los matochos cuando óiba ruidos, y así se estuvo haciendo un hoyo con la cuma. Se quejaba a ratos, rendido, pero luego seguía con bríos su tarea. Metió en el hoyo el cántaro, lo tapó, bien tapado, borró todo rastro de tierra removida y alzando sus brazos de bejuco hacia las estrellas, dejó ir liadas en un suspiro estas palabras:
—¡Vaya; pa’ que no se diga que ya nuai botijas en las aradas!...
De Cuentos de barro, 1933

17 de mayo de 2010

Arte poética



Que el verso sea como una llave
que abra mil puertas.
Una hoja cae; algo pasa volando;
cuanto miren los ojos creado sea,
y el alma del oyente quede temblando.

Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra;
el adjetivo, cuando no da vida, mata.

Estamos en el ciclo de los nervios.
El músculo cuelga,
como recuerdo, en los museos;
mas no por eso tenemos menos fuerza:
el vigor verdadero
reside en la cabeza.

Por qué cantáis la rosa, ¡oh Poetas!
hacedla florecer en el poema.

Sólo para nosotros
viven todas las cosas bajo el Sol.

El poeta es un pequeño Dios.


Vicente Huidodro

13 de mayo de 2010





____Zexerón escuchó los posibles planes de rescate con respeto y con una paciencia admirables. Previamente se había abierto una lista de oradores para ordenar las distintas exposiciones. El Guardián de la Naturaleza escuchaba en silencio sin poder evitar una sensación de desaliento ya que lo expuesto hasta allí no servía para elaborar nada efectivo.
____–Yo presencié el Edicto donde anunciaron la pelea –comentó Sebastián– Pero eso es mañana a la tarde.
____–Sí, hay poco tiempo. No podemos especular mucho con la diferencia de tiempos entre los dos sitios. Hay que actuar rápido –dijo el Encantador.
____–¿Por qué no empezaron antes?
____–Lo hicieron pero hasta ahora todos los planes de rescate eran muy riesgosos –aclaró el Guardián–. Tenemos que actuar en las Arenas del Reñidero Municipal por que es el lugar más abierto y concurrido del que disponemos. Tratar de sacarlo de las mazmorras de Prorena es prácticamente imposible.
____Zexerías, como Escriba de Tenopián, era el que había organizado la lista de oradores otorgándole a cada exponente hasta quince minutos para expresar sus ideas.
____–Ahora ez el turno de Zazirán –anunció Zexerías con un rostro que expresaba algo del desazón y la desesperanza generalizada. Pero en el momento que Zaxirán aclaraba su garganta para comenzar con su exposición fue interrumpido por los gritos de un viejo Tenopo, tan viejo como el Patriarca.
____–¡¡Hiiiuujuuuu, hiiiuujuuuuu, lo tengo, lo conseguí!! –gritaba el viejo Tenopo que no era otro que el más antiguo de los científicos de Tenopián.
____–Debe ser muy importante lo que haz conseguido Zexariel para interrumpir de esta manera el Concilio –dijo con severidad el Patriarca.
____–¿Importante? Es la solución de lo que están discutiendo –dijo con agitación ganándose el interés y la atención de todos.
____–Si es tan importante –dijo el Guardián de la Naturaleza– debemos escucharlo antes de continuar con los oradores. Todos apoyaron la moción y miraron a Zexerón.
____–Está bien, te pedimos disculpas Zaxirán. Permitiremos que hable nuestro científico en tu lugar para luego tener más elementos que ayuden a delinear un plan –dijo Zexerón. Zaxirán fue a su sitio y esperó las buenas nuevas de Zexariel.
____–Adelante Zexariel, te escuchamos con atención –dijo el viejo Patriarca.
____–Bien, disculpen la interrupción, no puedo dejar pasar esta noticia que me llena de alegría. Sucede que después de muchos años de investigaciones logré solucionar una de las limitaciones que tenemos los Tenopos.
____El silencio era absoluto y la ansiedad se dibujaba en cada uno de los rostros.
____–Para poder explicarles mejor y viendo que tenemos visitantes humanos quiero pedirle a Zexerías, nuestro venerable Escriba, que se acerque –dijo Zexariel con una gran sonrisa y un ademán gracioso.
____–Te advierto que no disponemos de tiempo. Por ello te pido que seas breve en tu exposición –dijo el Patriarca a Zexariel, quién con una gran sonrisa y una caída de ojos le expresó que se quedara tranquilo. Zexerías se acercó a Zexariel que lo recibió con la misma sonrisa instalada en su rostro.
____–Bien Zexerías, para qué vuelan los Tenopos? –preguntó el científico.
____–Puez... entre otraz cozaz para "comer" nubez...
____–¿Nubes? –preguntó Sebastián al Guardián de la Naturaleza.
____–Dicen eso en sentido figurado. Es un rito iniciático. No la comen como si fueran copos... es una metáfora –dejó la explicación por que Zexariel continuó con su exposición. Estaba seguro que el viejo científico se traía alguna sorpresa que los salvaría de esa situación. Sebastián miró los cincuenta centímetros de los Tenopos y se le hacía difícil aceptarlo.
____–Bien Zexerías, cuál es el medio de propulsión que tenemos los Tenopos que nos permite volar?
____–La voluntad. Aunque los antiguos dizen que radica en que conzumimoz nubez...
____–Muy bien, los Tenopos volamos a voluntad. Esa es nuestra certeza. Pero que sucede en un ambiente cerrado, o sea, qué pasa si hay techo y paredes?
____–No podemoz hazerlo –reconoció lo que todos sabían.
____–¿Y cuándo no hay sol ni luna?
____–Tampoco...
____–¿Y cuándo sentimos mucho miedo?
____–Tampoco podemoz hazerlo.
____–¿Y cuándo hay una espesa niebla como existe en la Aldea...?
____–Menoz aún –contestó Zexerías poniéndose algo nervioso.
____–¿Por eso fue que lo atraparon a nuestro hermano Zexurión?
____–Ezacto...
____–¿Y por qué a los Tenopos nos sucede todo eso? –preguntó como corolario.
____–Ezo ziempre fue un gran mizterio. Dezde haze milez de añoz...
____–Por favor Zexariel concreta tu exposición –pidió un tanto impaciente el viejo Patriarca.
____–Gracias Zexerías puedes ir a tu sitio –hizo un breve silencio que a todos les pareció horas y luego continuó–. Bien hermanos se terminaron las limitaciones a las que hacíamos referencia con Zexerías.
____Hubo un extraño murmullo subido de tono lo que ocasionó la intervención de Zexerón para evitar posibles desordenes.
____–Señores, hermanos Tenopos –dijo Zexariel sacando de una bolsita un frasco con un líquido azul– este líquido es la pócima que necesita un Tenopo para reforzar su voluntad y poder volar en las condiciones más desfavorables y... –una vez más debió intervenir Zexerón para callar el ímpetu de los Tenopos.
____–Dime Zexariel, está probada la efectividad de esa pócima? –preguntó el Patriarca.
____–Sí Zexerón la he probado conmigo. He hecho pruebas en mi laboratorio que, como ustedes saben, es totalmente cerrado y... –calló de repente y se advirtió en su piel verde un sonrojamiento.
____–¿Y...? –apuró el Patriarca.
____–Sin tu permiso señor crucé la cerca para probarla en la niebla –confesó apesadumbrado– de allí vengo.
____–Bien, estás perdonado por ello, ahora dime cuáles fueron los resultados.
____Zexariel con una gran sonrisa dijo lo que todos esperaban:
____–Los resultados fueron magníficos señor. De ahora en más los Tenopos vamos a poder volar en recintos cerrados y en la niebla más espesa pero... –el griterío no lo dejó continuar, la algarabía fue tal que todos se abrazaban y bailaban. Sebastián entendió lo importante del descubrimiento ya que los planes que se habían expuesto morían en esa limitación de los Tenopos. Zexariel al ver tamaña alegría no continuó con el “pero” cuando fue interrumpido. Sólo una cosa no tuvo oportunidad de probar en su líquido y era como reaccionaría frente al miedo. Zexerón levantó su mano y llamó al orden. La alegría desbordante de los Tenopos había desorganizado el Concilio que ya parecía una fiesta.
____–Que nuestra alegría no nos haga olvidar el objetivo primordial. Quisiera hacer festejos cuando contemos a Zexurión entre nosotros –dijo Zexerón de pie escrutando a la concurrencia.
____–Dizcúlpame Patriarca pero creo que a partir de lo dicho por nueztro zientífico y por todo lo aportado por nueztroz ziudadanoz podemoz elaborar un plan –dijo Zexerías.
____–Si ustedes me permiten –habló Zexerón– puedo describirles un posible plan tomando lo más efectivo y práctico de lo que aquí se dijo. Desde ya que quedará luego a consideración de ustedes.
____Todos asintieron, la lista de oradores se dejó de lado y cada uno tomó su sitio en espera del plan de Zexerón. Una cosa estaba clara para todos el rescate debía hacerse durante el combate. Pretender hacerlo en la Unidad de Detención donde lo tenían encarcelado era imposible por el férreo dispositivo de seguridad implantado por Prorena. Sebastián escuchaba atentamente, como todos los Tenopos y el Guardián de la Naturaleza, los pormenores de una estrategia que no dejaba nada sin contemplar. Los humanos de la Aldea tenían la parte fundamental en él, ya que los Tenopos no podían ingresar al Reñidero Municipal. Iba un grupo entrenado a servir de apoyo para la huida. Zexerón nada dejaba al azar y utilizaba hasta el último recurso que disponía, inclusive, y aquí viene la gran sorpresa para Sebastián, él era una pieza importante para el desarrollo del plan. Tenía la tarea de conectarse con los Amigos del Bosque que habitaban en la Gran Aldea del Sud para lograr de ellos una inapreciable ayuda. Escuchó nombres ya conocidos como el Hacedor, Lethien, el Vendedor de Sonidos y el Alquimista. El Guardián en persona debía ir en carreta al pueblo escondiendo en su carga al grupo de Tenopos seleccionados por sus cualidades guerreras.
____–El Encantador no goza de popularidad en la Aldea así que pido que utilicen las ventajas de la niebla para pasar desapercibidos –advirtió el Patriarca.
____La operación de rescate se llevaría a cabo momentos antes de comenzar los Juegos Marciales.
____–Zí, pero zacarlo de laz propiaz narizez de Prorena ez muy riezgozo –murmuró Zexerías muy preocupado.
____–Sabemos que es muy riesgoso Zexerías –dijo Zexariel– pero si podemos generar un gran desorden entre la concurrencia, tarea a cargo de los humanos, nos va a ser más fácil que pretender sacarlo de la Unidad de Detención. Es una mazmorra infranqueable.
____–A río revuelto, ganancia de pescador –dijo el Encantador de Pájaros.
____–Y cuanto más revuelto mejor para nosotros –expresó Zexariel que pasó a ser el héroe de los Tenopos por su fabuloso descubrimiento.
____–Quiero que entiendan bien algo –dijo Zexerón– no quiero pelear con Prorena. Sólo tenemos que rescatar a nuestro hermano. No le daremos más pretexto que ese, para que no haya más dolor. No lucharemos con el enemigo sólo vamos a aguarles la fiesta. Si Prorena cae algún día que caiga por el peso de sus crímenes y de su crueldad. No generemos represalias violentas. Ya conocemos demasiado a Prorena. Lo que le vamos a hacer mañana ya es una provocación seria que seguramente no esperan. No compliquemos más la situación –y dirigiéndose al Guardián de la Naturaleza– Desde ya que necesitaremos de tus pájaros Encantador.
____–Cuenta con ellos Patriarca.
____–¿Cuánta cantidad de pócima tienes disponible Zexariel? –preguntó al viejo científico.
____–La que quieras Patriarca, la que quieras.
____–Muy bien, todo va a salir bien –dijo finalmente Zexerón.



© Gustavo Prego