28 de abril de 2009

Canillita

1902

Sainete en un acto de

Florencio Sánchez


PERSONAJES:

CANILLITA
DOÑA CLAUDIA
VECINA 1ª
VECINA 2ª
DON BRAULIO
PICHÍN
ARTURO (NIÑO)
UN VECINO
UN PESQUISA
UN VIGILANTE
UN MASITERO
MUCHACHO 1º
MUCHACHO 2º
MUCHACHO 3º
BATISTA
PULGA
UN MERCERO
TANO
UN CURISO
VENDEDORES DE DIARIOS


Acto único


CUADRO PRIMERO



Una habitación de pobrísimo aspecto con una cama grande de hierro, una cómoda desvencijada, dos sillas, braseros y ollas en un rincón. Debajo de la cama un baúl. Hacia el centro una máquina de coser y cerca de ella un catrecito donde yace Arturo, el niño enfermo.

Arturo. Claudia

CLAUDIA. – (Sentada, cosiendo en la máquina.) Ahora no más viene Canillita... ¡Sí, hijo!... ¡Es un pícaro, un bandido! ¡Miren que no venir pronto a jugar con su hermanito! ¡Cuando vuelva le voy a sacudir unos coscorrones! ¡Pero estése quieto, no se destape que eso le hace nana!... ¡Qué demonio de criatura! (Se levanta y va hacia la cama arreglando cuidadosamente las cobijas) Así, así... ¡Ajá!... ¡Bien tapadito el nene!... Si se está quietito, sudará bien y mañana podrá salir al patio a jugar con los muchachos... Sí; muchos juguetes le voy a comprar. ¡Y un trompo también!... Pero no se mueva, ¿eh?... ¿Un beso? ¡Veinte hijito!... Bueno; ¿me promete que va a ser buenito? ¿Que se va a estar quietito? (Lo besa y vuelve a coser afanosamente. Oyese la voz de Canillita que se acerca cantando un aire criollo conocido.) ¡Ahí está ese pícaro!...

Dichos. Canillita

CANILLITA. – Buenos días.

MÚSICA

Soy Canillita,
gran personaje,
con poca guita
y muy mal traje;
sigo travieso,
desfachatado,
chusco y travieso,
gran descarado;
soy embustero,
soy vivaracho,
y aunque cuentero
no mal muchacho.

Son mis amigos
Pulga y Gorrita,
Panchito Pugos,
Chumbo y Bolita
y con ellos y otros varios
mañana y tarde
pregonando los diarios
cruzo la calle
y en cafés y bares
le encajo a los marchantes
diarios a mares.

Me tienen gran estrilo
los naranjeros
pues en cuanto los filo
los caloteo;
y a los botones
les doy yo más trabajo
que los ladrones.

A mí no hay quien me corra
yo le garanto.

Deshago una camorra
con tres sopapos
y al más manate
le dejo las narices
como un tomate.

Muy mal considerado
por mucha gente
soy bueno, soy honrado
no soy pillete
y para un diario
soy un elemento
muy necesario.

CANILLITA. – Pero, ¡la pucha que hace frío!... ¡Brr!... ¡Zas! ¡Arturito! ¿Todavía estás enfermo!... ¿Que sos pavo!... ¡Te hubieras ganado cincuenta centavos hoy!... ¡Se vendían como agua los diarios!... (Va hacía la cómoda y revuelve afanosamente.) Y... ¿no hay nada hoy?...
CLAUDIA. – ¿Qué buscas?
CANILLITA. – ¿Que no hay nada pa bullonear?...
CLAUDIA. – ¡Sí, cómo no! ¡Por bien que te has portado! ¡Hemos de estar a las órdenes del señorito!... ¡No faltaba más!... ¿Por qué no viniste anoche? ¿Qué has andado haciendo?
CANILLITA. – ¡Zamba!... ¡Menos mal! (Se vuelve mordiendo un trozo de pan.) ¿Qué decía, doña?
CLAUDIA. – ¿Dónde has pasado la noche?
CANILLITA. – ¿Que dónde estuve anoche?... ¡Farreando! ¡Fío!... ¡Qué farra!... ¡Corno era domingo y no había diario, nos juntamos con Chumbo, el Pulga, la Pelada, Gorrita y una punta más!... Güeno, ahí nos juntamos con otra patota y agarramos pa los diques que se iba un vapor pa Uropa... ¡Qué lindo ché!... El tanaje así amontonao, mujeres, pebetes, gringos, viejos... ingleses, baúles, loros... ¡qué sé yo! ¡Vieras qué risa!... ¡El Poroto que es un desalmao, empezó a titear a un tano viejo que se llevaba como veinte cotorras pa la familia en una jaula y el gringo a estrilar!... ¡Un derrepente el vapor toca pito y los emigrantes se atropellan por los tablones tirando los baúles, colchones, sillas de paja... “¡No se apuren no se apuren!”... gritaban los empleados. ¡Y los gringos nada!... Como locos ganaban el vapor... ¡Y quién te dice que al viejo se le quedan las cotorras olvidadas!... Y no se animaba a bajar del buque. “Si me da un cinco se la alcanzó”, le gritó el Poroto... El viejo le tiró el níquel, y cuando le iba a alcanzar la jaula, un loro le clava el pico en un dedo; Poroto da un grito y... ¡zas!... la jaula al agua con todas las cotorritas... ¡Qué cosa! Güeno, dispués nos juntamos con Martillo, Gorrita y nos fuimos a dormir a la fonda.
CLAUDIA. – ¡A la fonda!...
CANILLITA. – Sí, a la fonda de los muchachos allí en una obra de la calle Cangallo... con camas de piedras...
CLAUDIA. – Donde van a jugarse la plata, ¿no?... ¿A que no traés ni medio?
CANILLITA. – ¡Ni medio!... ¿Y a mí qué?... Pa eso lo gano y es mía, bien mía, ¿sabe?... Si he de estar trabajando como un burro pa pagarle las copas a ese... atorrante, vale más que me lo juegue... Lo mismo me han de maltratar trayendo que no trayendo un centavo a casa.
CLAUDIA. – ¡Estás muy gallito!... ¡Me parece que te anda queriendo el cuerpo!...
CANILLITA. – ¡Ja, ja, ja!... ¡No crea, rubio! ¡Macana que le han contao!
CLAUDIA. – ¡Muchacho!
CANILLITA. – ¡Yo he dicho que a mí no me van a poner más la mano encima!... ¡Ni usted ni el tipo ése!...
CLAUDIA. – (Irritada.) ¿Que no? ¡Vas a ver!... (Se levanta y va hacia Canillita, que huye alrededor de los muebles golpeándose la boca y haciéndole burla. Lo alcanza y empieza a golpearlo.) ¡Tomá! ¡Sinvergüenza!... ¡Perdido!...
ARTURO. – (Incorporándose suplicante.) ¡No!... ¡No!... ¡Mamá!... ¡No le pegue a Canillita!...
CLAUDIA. – (Estrujándole con violencia.) ¡Bandido!... ¡Trompeta!... ¡Yo te voy a enseñar!...

Dichos. Don Braulio

DON BRAULIO. – (Separándolos.) ¡Señora, por Dios!... ¿Por qué le pega a esa pobre criatura?...
CLAUDIA. – ¡Es muy sinvergüenza!...
CANILLITA. – (Llorisqueando.) ¡Sí!... ¡sinvergüenza!... ¡De vicio no más me pega! ¡Yo no le he hecho nada, don Braulio, por ésta!... Es que me tiene estrilo por culpa de ese compadrón que vive con ella.
CLAUDIA. – ¡Tu padre!
CANILLITA. – ¿Mi padre?... ¡Si se afeita!... ¡Mi padre, un atorrante que vive de la ufa!... ¡Mi padre un sinvergüenza que se hace mantener por mí y por ella y hasta por esa criatura que apenas camina. (Ve a Arturito que continúa de pie sobre la cama y va hacia él.) ¡Ese no es mi padre, no puede ser padre de nadie!... Ese... ¡es un canalla!... (Se enjuga las lágrimas.) ¡Sí, señor don Braulio! ¡Yo no me he quejado nunca: pero en esta casa por culpa de ese sarnoso, me tienen como pan que no se vende. ¡Canillita, refilá el vento!... ¡Canillita, vos me estás robando! ¡Canillita que te jugás la plata! ¡Canillita, sos un bandido!... ¡Y pim, pam, pum!... ¡trompadas! ¡patadas! y ¡pellizcones!... (Con rabia.) ¡Gran perra! ¡Con eso me pagan, con pedazos de pan duro y con sopapos: que me reviente de trabajar por traerles todos los días peso y medio de ganancia!... (Llora.)
DON BRAULIO. – (Muy conmovido, acariciándolo.) ¡Vamos, muchacho! ¡Pobrecito!... ¡No llorés, que no es para tanto!...
CANILLITA. – (Secándose las lágrimas con la punta del saco.) ¡No, don Braulio; si yo no lloro!... ¡Es que me da un estrilo!... ¡Cualquier día me mando mudar y no me ven más la cara!... ¡Gran perra!...
DON BRAULIO. – ¡Vamos, vamos, botarate! ¡Dejate de macanas! Andá y dale un beso a tu madre que no tiene la culpa. (Canillita abraza a Claudia que lo estrecha sollozante.)
CLAUDIA. – ¡Pobre, pobre hijito mío!...
CANILLITA. – (Deshaciéndose, conmovido.) ¡Ya lo sé que no tiene la culpa! Antes no era así, no me pegaba ni nada. ¡Pero desde que vive con el tipo ese!... (Mordiéndose con rabia los puños.) ¡Una gran perra!... ¡Cualquier día le encajo la navaja en la barriga!...
ARTURO. – ¡Canillita! ¡Vení!... ¡Mirá! (Canillita se le acerca y conversan en voz baja.)
DON BRAULIO. – ¿Ha visto, doña Claudia?... ¡Lo que yo le decía! ¿Qué empeño tiene usted en seguir viviendo con ese hombre?... Cualquier día va a suceder una desgracia, porque ese muchacho está hecho un hombrecito y anda alzao... ¡Sepárese de una vez de Pichín!...
CLAUDIA. – Tiene razón. Hoy, después que lo he conocido a fondo, más bien que quererlo, le tengo odio... ¡Pero es capaz de hacerme cualquier cosa, hasta de matarme!...
DON BRAULIO. – ¡Qué ha de matar ese sotreta!...
CANILLITA. – (A Arturo.) ¡No; no te lo doy ni te lo muestro porque te has estado destapando!...
ARTURO. – ¡Sí!... ¡Dámelo!... ¡A ver!... ¡No seas malo!... ¡Traé!...
CANILLITA. – Bueno; si adivinás lo que es, te lo doy... empieza con t...
ARTURO. – ¡Bah!... Ya sé... ¡Un trompo!...
CANILLITA. – (Sacando un trompo del bolsillo.) ¡Y fíjate qué punta!...
DON BRAULIO. – ¡Parece mentira, doña!... No sé cómo hay gente en el mundo que se resignen a vivir una vida tan arrastrada... ¡Largue de una vez a ese individuo!... (Indeciso.) Después de todo... no le faltaría el apoyo de un hombre honrao... ¡qué diablos!... ¡Es lo que le conviene!... ¡Un buen padre para esas pobres criaturas!... Yo... Yo... por ejemplo.
CLAUDIA. – Es que...
DON BRAULIO. – ¿Entuavía le tiene cariño?...
CLAUDIA. – ¡Cariño no!... pero...
D. BRAULIO. – ¡Bah!... ¡Bah!... ¡Lárguelo por un cañuto!...
ARTURO. – ¿Y el gigante qué le hizo?...
CANILLITA. – Como estaba muy flaco lo empezó a engordar en una jaula y todos los días lo iba a ver... Cuando lo tuvo bien gordito, convidó a todos los otros gigantes a un banquete y...
DON BRAULIO. – Sí, señora; aquí están los remedios. De esta botella le da una cucharada cada dos horas y de las obleas, una cada tres horas... Dice el doctor que hay que alimentarlo bien porque está muy débil.
CLAUDIA. – ¿Cuánto le dieron por el prendedor?...
DON BRAULIO. – ¡Treinta no más!... Descontado cuatro de los remedios, le quedan veintiséis. ¡Aquí tiene la papeleta!...
CLAUDIA. – ¡Oh, gracias!... ¡Me ha hecho usted un gran servicio!...
DON BRAULIO. – No crea que me ha costado poco. ¡Con la cuestión del robo de la joyería, no ha dejado de causarme desconfianza el tal prendedorcito!... ¡Pero lo que es a mí!... Hice poner la papeleta a nombre de Pichín.
CLAUDIA. – Muy bien; gracias. Y diga, ¿lo ha visto a ese?...
DON BRAULIO. – ¿A Pichín?... Cosa mala se encuentra siempre. Lo vi en el almacén de la esquina. Creo que ha estado en la jugada y ha perdido una punta de pesos. Seguro que ahora no más cae por aquí a pedir plata.
CLAUDIA. – ¡Es claro!... ¡Ay, Dios mío!... ¡Y se encuentra con Canillita!... Llévelo, don Braulio; por favor.
DON BRAULIO. – ¡Cómo no!... ¡Eh, joven!... ¿Nos vamos?...
CANILLITA. – ¡Y cómo le va!... Cuando quiera.
DON BRAULIO. – (A Claudia.) Hasta luego, doña... ¡Y haga lo que le he dicho!... Adiós, chiquito. Pórtese con juicio... ¿eh?...
CANILLITA. – Prieste un fósforo, don Braulio... y ahora un cigarro pa encenderlo... ¡Zas! ¡Da veinte!... (Enciende un cigarro, arroja una humada y con cómica gravedad da el brazo a Don Braulio y hace mutis.)

Claudia. Arturo

CLAUDIA. – (Destapando la botella del remedio.) ¡Aquí está el remedio para curar al nene!... (Llena una cucharita y se acerca a la cama.) Vamos a ver, Arturito. ¡Con esto se va a mejorar pronto!...
ARTURO. – No, eso es feo. ¡Yo no quiero!...
CLAUDIA. – ¡Qué ha de ser feo!... ¡Es dulce, muy rico!... ¡Vea cómo yo lo tomo!... ¡Vamos, no sea así!... ¡Caramba, con el niño!... Casi lo has volcado... Vea, tapándose las narices... ¡Vaya!... ¡No sea malo!... ¡Que no se diga que tamaño hombre!... ¿A ver?... Así: a la una, a las dos... y a las tres... ¡Ajá!... ¡Y ahora bien tapadito!... (Vuelve a la máquina de coser y se pone a coser.)

Dichos. Pichín

PICHÍN. – (Entra sin saludar, arrastra el baúl de debajo la cama y comienza a buscar afanosamente. Claudia le observa inquieta.) ¡Eh!... ¿Quién me ha andado revolviendo el baúl?
CLAUDIA. – (Afligida.) ¡Ay, Dios mío!... Busca el prendedor...
PICHÍN. – ¿No responden?... ¿Quién ha andao con mis cosas?...
CLAUDIA. – No sé... ¡Nadie!...
PICHÍN. – (Muy alterado tirando los objetos del baúl.) ¡Cómo que nadie!... ¿Quién me ha abierto el baúl?... he dicho... ¡Cómo!... ¡Qué es esto?. ¿No está?... (Se dirige a Claudia y la toma con violencia por un brazo.) ¿Dónde está el prendedor?... ¿Dónde está el prendedor?... ¡Pronto!...
CLAUDIA. – (Sumisa.) ¡No sé!... ¡Te digo que no sé nada!... ¡Yo no lo he tocado!...
PICHÍN. – ¡Hablá de una vez o te la doy!... ¿Qué lo has hecho?... Decí... Decí... Decí, ¡te digo!...
CLAUDIA. – ¡Nada!... No me pegués; te juro que...
PICHÍN. – ¡Decí la verdad o te reviento!...
ARTURO. – (Incorporándose asustado.) ¡Mamita!... ¡Mamita querida!... ¡No le pegue!... (Claudia llora.)
PICHÍN. – ¿Dónde está el prendedor?... ¡Responde!... ¿Te callás?... ¡Ah, ya lo sé!... ¡He visto salir al Canillita!... ¡Seguro que ese bandido me lo ha robado y ustedes quieren ocultarlo!... ¡Ah, pillete!... ¡Le voy a enseñar!... ¡Ya verán!... (Váse.)
CLAUDIA. – (Corriendo detrás.) ¡No!... ¡No!... El no ha sido. ¡Canillita no ha sido!... ¡Pancho! ¡Pancho!... ¡Yo lo saqué, Pancho!...
ARTURO. – ¡Mamá!... ¡Mamita!... (Claudia se vuelve a Arturo y se deja caer sobre la cama sollozando convulsiva mente.) (Mutación.)
CUADRO SEGUNDO
(Telón corto de calle)
MÚSICA

Vendemos los diarios
En esta ciudadPor calles y plazas,
Boliches y bares.

“La Nación” “La Prensa”,
“Patria” y “Standart”,
Se venden lo mismo
Que si fuera pan.

Llevamos nosotros
La curiosidad
Por los 10 centavos
Que el público da.

Así como en las comparsas
Con masacallas y plumero
Metemos baile con corte
En un tanguito fulero.

Y si el gobierno llama
Las clases a formar
De igual manera “viva”
El partido Nacional.

(Canillita con el grupo de muchachos avanzan jugando a la chantada con cobres. Tira pegando en el cobre del contrario y recoge ambos).

PULGA. – ¡No juego más!... ¡Me has espiantao toda la guita!...
CANILLITA. – ¡Siás otario!... ¡Si tenés más ahí!...
PULGA. – ¡Sí, pero no quiero jugar más!...
UNO. – Campaniá el botón entonces y jugamos al siete y medio...
CANILLITA. – ¿Tenés libro?... ¡Ya está!... ¡Traé, yo doy!...
UNO. – Y ¿por qué?... ¡Síás zonzo!... ¡Doy yo!...
CANILLITA. –¡Güeno!... (Se sientan en el suelo formando rueda.)
UNO. – ¿Carta?...
CANILLITA. – Planto.
UNO. – ¡Désen vuelta!... ¡A seis y medio pago!...
CANILLITA. – ¡Siete!... (Recoge los cobres y aparece el tano vendedor de naranjas.) ¡Zas!... ¡Cocoliche! ¿Cómo te va?...
TANO. – ¡Canillita!... ¿Cosa fate?... ¿Cuándo me pagás los veinte que me debés?...
CANILLITA. – ¡A ver muchachos!... ¡Al bullón!... (Los muchachos rodean al tano que se desespera conteniendo los manotones que le dan al canasto.) ¡No te asustés, gringo!... Si no te vamos a calotiar... (A los muchachos.) ¡A ver!... a formar aquí,... la guita... ¡Pronto!... (Todos meten las manos en los bolsillos y en ese mismo instante aparece el Pulga a toda carrera gritando:) ¡Canillita!... ¡Diario!... ¡Cuarta!... (Todos se echan a correr en tropel.)
TODOS. – (Gritando.) ¡Diario cuarta! ¡Diario cuarta!...
EL TANO. – (Desesperado.) ¡Eh... Canillita!... ¡Eh!... ¡Marona de lo Gármino!... ¡Mi han galotiado!...

Pichín. Pesquisa

PESQUISA. – ¿Cuál era, che?...
PICHÍN. – El que iba adelante, de chambergo gris...
PESQUISA. – ¿Y estás seguro, vos, de que él te robó el prendedor?...
PICHÍN. – ¡Cómo no!... ¡Cuando yo te lo digo!... ¡Procedé no más por mi cuenta!... ¡Es un ratero el muchacho!... Ya me ha robao una punta de cosas. ¿Te acordás de aquel anillo que me dejó la gringa cuando la metieron presa?... Pues bueno; me lo calotió una noche y lo vendió en un cambalache de la calle Libertad.
PESQUISA. – ¡Salí de ahí!... no me vengas con cuentos porque vos lo dejastes empeñao una noche en lo de Gardella!..
PICHÍN. – (Confundido.) Bueno... Sí... es cierto, pero me lo robó cuando yo lo saqué. ¿No te acordás que lo saqué a los pocos días?...
PESQUISA. – ¡Bueno... bueno!... ¡Está bien!.. Yo viá proceder pero no me hagas hacer una plancha después, ¿eh?...
PICHÍN. – ¡Salí de ahí!... ¡Ya sabés hermano, que yo!..
PESQUISA. – ¡Sí, hombre!... Lo decía por las dudas, no más... ¿Y ánde lo agarramos, ahora?...
PICHÍN. – ¡Por alguna imprenta!... (Se oyen varias voces.)
VOCES. – (De adentro.) ¡Diario cuarta!... ¡Revolución en Montevideo!...
PICHÍN. – ¡Che... ahí está!... ¡Es ese más ligero que viene adelante!...
Dichos. Canillita

CANILLITA. – (Corriendo.) ¡Diario cuarta!... ¡Revolución en Montevideo!... (Acercándose a Pichín.) ¿Diario?... (Al reconocerlo hace un gesto de desagrado, retrocede un paso, escupe despreciativamente en el suelo y echa a correr.) ¡Diario cuarta!... ¡Revolución en Montevideo!...
PESQUISA. – (Deteniéndolo por un brazo.) ¡Che!... ¡Vení pacá!...
CANILLITA. – (Ofreciéndole un ejemplar.) ¿Diario, señor?... ¿Eh?... ¿Por qué me agarra?... ¡Compre, si quiere, y déjese de embromar! ¡Qué también!... (Forcejea por desasirse.)
PICHÍN. – ¡No lo dejés ir, che!...
CANILLITA. –¡Soltame, gran perra!... ¡Cajetilla del diablo! ¿Por qué me agarrás?... (Tironea.)
PESQUISA. – (Impacientándose.) ¡Eh, vamos, mocoso!... (Salen algunos transeúntes y se detienen presenciando la escena.)
PICHÍN. – ¡Llevalo, no más, a la comisaría, que ahora voy a hacer la exposición!...
CANILLITA. – (Asombrado.) ¡Oh!... ¿Y por qué me va a llevar?... ¿Yo qué le he hecho?... ¿No puedo vender diarios, entonces?... (Compungido.) Vea, oficial... Yo no he faltao.

Dichos. El Pulga. Un curioso

PULGA. – (Saliendo.) ¡Diario cuarta!... ¡Zas!... ¡Canillita!... (Interponiéndose.) ¿Eh? ¿Por qué lo agarra?... ¿No tiene vergüenza de meterse con un chiquilín? ¡Lárguelo!...
PESQUISA. – Marchá; no más...
UN CURIOSO. – ¿Por qué lo lleva?. ¿Qué ha pasado?...
CANILLITA. – (Lloroso.) ¡Vea, señor!... Yo no hice nada... Pasaba vendiendo diarios y me agarra de vicio, no más! Dígale que me suelte, ¿quiere?... ¡Le juro por esta!... ¡Que no he dado motivo!...
UN CURIOSO. – ¡Suéltelo!... ¡Si es por eso, no más!...
PESQUISA. – Señor, yo sé lo que hago. ¡Es un ladroncito el muchacho!...
CANILLITA. – (Irguiéndose, indignado.) ¡Yo, ladrón!... ¡Una gran perra!... ¡Yo, ladrón!... ¡Ah, trompeta!... ¡Ahora sí que no me llevan!... (Rabioso.) ¡Largame, hij´ una madre!...
PICHÍN. – (Tomándolo por un brazo.) ¡Marchá, no más!... ¡Ahora vas a decir qué has hecho de mi prendedor!..
CANILLITA. – ¡Tu prendedor!... ¡Oh!... ¡Con que eras vos, canalla! (Consigue desasirse y se abalanza sobre Pichín pegándole y mordiéndolo.) ¡Ladrón!... ¡Ladrón.!..

Dichos. Agente. Vendedores

AGENTE. – (Llega de izquierda, corriendo.) ¿Qué es eso?...
PESQUISA. – ¡Llevame a este muchacho a la comisaría!... (El agente lo hace violentamente. Canillita forcejeando cae al suelo y se levanta desesperadamente.)
CANILLITA. – ¡Ah! ¡Botón!... ¡Botón trompeta!... ¡No me pegués, botón!... (Se incorpora. El agente lo tironea arrastrándolo hacia la izquierda.) ¡Ay!... ¡Mamita querida!... ¡Yo ladrón!... (Volviéndose hacia Pichín.) ¡Canalla!... ¡Canalla!...
VENDEDORES. – (A coro.) ¡Lárguelo!... ¡Que lo larguen!... (El agente lo va llevando poco a poco.)
CANILLITA. – (A Pichín.) ¡Canalla!... ¡Me la vas a pagar!... ¡Te voy a matar!... ¡A matar!... (Lo escupe. Pichín va hacia él, amenazador.)
PULGA. – (Interponiéndose.) ¡No le pegue!... ¿No tiene vergüenza?... ¡Tamaño zanguango!... ¡Salga de ahí!.. (Lo tironea del saco.)
PICHÍN. – (Volviéndose, amenazador.) ¡Y a vos también!...
PULGA. – ¡A mí!... ¡Maní!... ¡Tomá!... (Le arroja con la tabla que lleva en las manos y escapa por derecha; los demás muchachos lo rodean burlándolo, y tirándole el saco huyen en todas direcciones. Los curiosos también se alejan. Pulga se vuelve y grita): ¡La vida del canfli!... ¡A cinco centavos!... (Pichín, enfurecido, lo corre.) (Mutación.)
CUADRO TERCERO
(El patio de un conventillo con los accesorios necesarios, sin olvidar el consabido alambre con ropa blanca colgada. En la puerta del primer término derecha, Don Braulio poniendo paja a una silla. En la del frente, Vecina 1ª preparando comida en un brasero. Junto a la del segundo término derecha que se supone la habitación de Claudia, una tina de lavar, una porción de ropa mojada; y en la puerta de enfrente, Vecina 2ª, sentada tomando mate. Al centro muchachos jugando a la rayuela.)

Don Braulio, Vecina 1ª y 2ª
Muchachos 1º, 2º y 3º
Después Batista y un Vecino

MÚSICA

MUCHACHO 1º. –
(Tira el tejo.) ¡Infierno!...
MUCHACHO 2º. –
¡Cayó sobre raya!...
MUCHACHO 1º. –
¡Mentira! ¡Mal haya!...
MUCHACHO 2º. –
¡Perdiste! ¡Pavote!..
MUCHACHO 3º. –
¡No puedes hablar!...
MUCHACHO 1º. –
¡No juego, eso es trampa!...
MUCHACHO 2º. –
¡Perdistes, perdistes!..
MUCHACHO 3º. –
¡No puedes hablar!...
VECINA 1ª. –
¡Canallas! ¡Trompetas!
¡Les voy a enseñar! (Se abalanza y riñen.)
DON BRAULIO. –
¡A ver, mocozuelos, silencio, a callar!
MUCHACHO 1º. –
¡Es que me hacen trampa!...
MUCHACHO 2º y 3º. –
¡Mentira, don Braulio!...
MUCHACHO 1º. –
¡Se la voy a dar!
BATISTA. –
(Saliendo.) ¿Quién mete bochinche?
VECINA 1ª. –
¿Quién ha de meter?...
¡Sino esos pilletes!...
BATISTA. –
¡Pues ya van a ver!...
MUCHACHOS. –
(Burlones.) El cuco. ¡Qué miedo!...
Disparen, muchachos,
nos va a comer. (Huyen.)
UN VENDEDOR. –
(Dentro.) ¡Pra papas, marchante!...
DON BRAULIO. –
(Sujetando a Batista.) ¡El genio su jete!..
VECINA 1ª. – ¿Y a usted quién lo mete?
DON BRAULIO. –
¡Señora, más calma!
Atienda el puchero.
BATISTA. –
¡Cuidado, sillero
que le rompo el alma!...
DON BRAULIO. –
(Burlón.) ¡Está bien, no se enoje;
sabemos que es malo!...
VECINA 1ª. –
¡Andate pa dentro;
Batista, dejalo!
VECINA 2ª. –
(Cruza la escena y empieza a torcer la ropa en la tina.)
Qué gente tan mala,
Vidalitá
Hay en esta casa;
Batista y su mina,
Vidalitá
Se llevan la palma.
DON BRAULIO. –
Ahora sí que se arma
la farra de veras.
BATISTA. –
Che, Basilia. Me viá a dormir,
aprontá el bullón y no te metás.
(Hace mutis.)
Con esa ladiada. No quiero batifondo.
VECINA 2ª. –
El miedo no es zonzo.
VECINA 1ª. –
¡No seas tan mala!
VECINA 2ª. –
No seré tan mala,
Vidalitá,
Con mis vecinas;
Pero no me corren,
Vidalitá,
Como a las gallinas.
VECINA 1ª. –
Delen un hueso a ese perro
porque está ladrando de hambre.
DON BRAULIO. –
A que no se arañan,
Vidalitá,
Hago dos apuestas;
Son pura parada,
Vidalitá,
Las comadres éstas.

(Hablado.)

DON BRAULIO. – Parece que la cosecha va a ser llovedora... ¡Este viento saca agua!...
VECINA 1ª. – Ya lo creo; ¡y biabas también!...
VECINA 2ª. – Diga, don Braulio: ¿el jarabe de pico es bueno para la tos?...
DON BRAULIO. – Sí; y los parches porosos.
Dichos. Un Mercero

MERCERO. – (Con acento catalán.) ¡Toallas, peinetas, jabones, cinta de hilera, agujas, camisetas, botones de hueso, carreteles de hilo, madapolán, pañueletas!
DON BRAULIO. – ¡No!...
MERCERO. – Pañueletas calzoncillos, alfileres, festones, sombreros de paja, servilletas, libros de misa.
DON BRAULIO. – ¡Nooo!...
MERCERO. – Libros de misa, esponjas, corbatas, cortes de vestido, tarjetas postales, jabón. ¿Precisa, marchante?...
(Dirigiéndose a la Vecina 1ª.)
VECINA 2ª –No le ofrezca... Lo que le sobra a la señora es eso... “Jabón”... (Se pone a colgar ropa.)
DON BRAULIO. – ¡Sigue tronando!... (Se frota las manos.)
VECINA 1ª. – Diga, marchante... ¿el Bufach es bueno para espantar las moscas?...
DON BRAULIO. – ¡Qué nubarrones!... (Se va el Mercero.)

Dichos. Menos Mercero

VECINA 1ª. – Diga: ¿no tiene más que hacer que poner su ropa encima de la mía?...
VECINA 2ª. – ¡Jesús!... ¡No le vayan a manchar las enaguas a la hija de Roca!... ¿Cuánto paga, doña, por el alquiler del alambre?
DON BRAULIO. – ¡Se viene el agua!
VECINA 1ª. – Lo que a usted no se le importa, ¡so comadre! ¡Y haga el favor de sacar esos trapos sucios de ahí!
VECINA 2ª. – ¡Trapos sucios!... ¡Trapos sucios!... ¡Qué más te quisieras para un día de fiesta!...
DON BRAULIO. – ¡Qué relámpagos! ¡Eh! ¡Más calma, madamas! ¡No hay que enojarse!...
VECINA 2ª. – Déjela, don Braulio. ¡El estrilo es libre!...
VECINA 1ª. – ¡Es que si no la saca, se la saco yo!...
VECINA 2ª. – ¡Con lo qué pican las avispas!... (Apartándose.) ¡Ahí la tiene! ¡Sáquela!...
DON BRAULIO. – ¡El chaparrón!... ¡Con piedras!... (La Vecina 1ª empieza a tirar la ropa al suelo, la otra se avalanza y riñen. Don Braulio se interpone tironeando a la primera. Salen chicos y algunos vecinos.) ¡Caramba... señoras!... ¿Cuándo acabarán de meter bochinche?...
VECINA 1ª. – ¿Y a usted quién lo mete? ¡Viejo calzonudo!... (Volviéndose) ¡Te viá enseñar, arrastrada!... ¡Ladrona!... ¡Escracho!...
DON BRAULIO. – ¡Eh, más despacio!...!Mire que si sigue así la vamos a tener que llevar al Jardín Zoológico entre las fieras!... (Risas.)
VECINA 1ª. – ¡A mí!... ¡A mí!... ¡Viejo chancleta!... (Se abalanza a pegarle.)
DON BRAULIO. – (Sujetándola.) ¡Demonio con la bruja esta!...
VECINA 1ª. – (Vencida.) ¡Ay!... ¡Viejo achacoso!... ¡Batista! ¡Batista!...

Dichos. Batista

BATISTA. – (Lentamente bostezando.) ¿Qué hay?... ¡No dejan dormir en paz a uno!... ¿Qué es lo que ha pasao?...
VECINA 1ª. – ¡Que le he arrancao el moño a esa ladiada!..
BATISTA. – ¿Y pa eso me llamás?... ¡Siempre has de ser vos la bochinchera!... ¿No te dije que no quería batifondos?... ¡Camínate pa dentro!... ¡Ya!...
VECINA 1ª – ¡Sí, dale la razón, no más!... ¡Ya sé que le andás arrastrando el ala a ese escracho!...
VECINA 2ª. – ¡Que más se quisiera!... ¡No me echo aceite en el pelo!...
VECINA 1ª. – ¡Cuando no podés, desgraciada!...
BATISTA. – ¡Caminate pa dentro te he dicho!... ¡Andá o te doy!... (La empuja y vanse disputando.)

Don Braulio. Pulga

DON BRAULIO. – ¡Qué gente ésta!... Siempre lo mismo estos inquilinos... Bueno, en todas partes es igual. A ratos me parece que el mundo es un conventillo grande y todos sus habitantes ¡Batista, Pichines, Claudias y Basilios!... La verdad es que... (Sigue silvando y tejiendo.)
PULGA. – (Corriendo.) ¡Don Braulio... a Canillita lo han metido en cana!...
DON BRAULIO. – (Alarmado.) ¡Qué!... ¿Cómo?...
PULGA. – Lo agarró un pesquisa que iba con don Pichín.
DON BRAULIO. – ¿Por qué?... ¿Qué ha hecho?...
PULGA. – ¡Nada!... Iba vendiendo diarios y me lo cacharon, pero dijo Pichín después que le ha robao un prendedor.
DON BRAULIO. – ¡Oh!... ¡Qué infamia!... ¡Ya comprendo!... ¡Pobre muchachito!... ¡Vamos a sacarlo en seguida!... (Entra en la pieza y vuelve con el sombrero puesto, dirigiéndose con Pulga a la calle. Varios chicos quedan jugando a la rayuela.)

Claudia. Un chico. Vecina 2ª

CLAUDIA. – (Sale con un montón de ropa y se pone a lavar.) Buenas tarde, vecina.
VECINA 2ª. – Muy buenas, doña Claudia... ¿Cómo sigue Arturito?...
CLAUDIA. – No lo hallo bien... Está con mucha fatiga... No quiere tomar nada... en fin, que me tiene con cuidado. Estoy esperando a Canillita para mandarlo a ver otra vez al doctor. ¿No lo han visto, chicos, a mi hijo?...
UN CHICO. – Sabe, doña Claudia, Canillita está en cana...
CLAUDIA. – ¡Canillita!... ¿Por qué?...
CHICO. – ¡Por nada!... (Seña de robo.) ¡La ha espiantado un prendedor a don Pichín!...
CLAUDIA. – ¡Qué!... ¿Qué decís... ¡Un prendedor!... ¡Ay, Dios mío!... ¡Virgen santa!... ¡Yo tengo la culpa!... ¡Yo tengo la culpa!... ¡Pobre hijito mío!... ¡Yo... yo… soy yo la culpable!... ¡Oh, ese hombre... ese hombre!... ¡No haberme muerto antes de conocerlo!... Pero esto no va a quedar así. (Al chico) Dime: ¿dónde lo llevaron?...
CHICO. – Aquí a la vuelta, a la 1ª.
CLAUDIA. – Vení... vamos allá... ¡Qué infamia!... (Toma al chico de la mano y va a salir cuando aparece Pichín por el foro.) ¡Él!

Dichos. Pichín

PICHÍN. – ¿Ande vas?...
CLAUDIA. – ¡Donde a usted no se le importa!... (Avanza.)
PICHÍN. – (Atajándola.) ¡Eh! ¡Pará el carro!... ¡Qué retobada estás, vieja!...
CLAUDIA. – Dejame salir...
PICHÍN. – ¡Che!... ¡Che no te pasés!... (La toma de un brazo.) ¿Qué andás queriendo?...
CLAUDIA. – ¿Que ando queriendo?... ¡Que ando queriendo!... (Resuelta.) ¡Decí, ladrón! ¿Qué has hecho con Canillita?...
PICHÍN. – ¡Meterlo en cana, por ratero!... ¡Ya verás cómo aparece pronto el prendedor!...
CLAUDIA. – ¡No!... ¡No!... ¡No ha de aparecer tan pronto, infame!... ¡El prendedor lo he sacado yo!... para comprar el pan a esas pobres criaturas que por culpa tuya viven hambrientos Porque necesitaba ropa para ellos y para mí, pues lo que ganamos no alcanza más que para abrigarte a ti, miserable!... ¡Sí yo le he sacado!. ¡Yo!... ¡Yo!... ¿Entiendes?.. Y lo he empeñado en treinta pesos para asegurar la salud de mi hijo, y 15 días de reposo v bienestar desconocidos en esta casa: ¡desde el momento maldito en que tuve la idea de poner los ojos en un canalla, en un borracho, en un ladrón como vos!...
PICHÍN. – ¿Has acabao?...
CLAUDIA. – Sí... ¡Y hemos acabao!...
PICHÍN. – ¡Bueno!... ¡Caminá pa dentro!...
CLAUDIA. – (Irónica.) ¡No!... ¿Para qué?... ¡Si me vas a castigar, pegame aquí!... ¡No tengas vergüenza!... Si no es la primera vez que lo hacés delante de todo el mundo... ¡No tengas miedo!... ¡Ya sabés que nunca me he defendido!... ¡Andá, pues! ¿O estás hoy menos cobarde que de costumbre?... ¡Pegame!... (Ofreciéndole la cara.) ¡Aquí... aquí en la cara!...
PICHÍN. – (Sombrío.) ¡Caminá pa dentro, te he dicho!...
CLAUDIA. – ¡Ah!... ya sé,.. ¿Quieres sacarme la plata?... ¿Que te entregue los treinta pesos?... primero...
PICHÍN. – ¡Andá pa dentro!...
CLAUDIA. – ¡Qué notable!... ¡Pero será inútil, hijito! Esa plata es sagrada, no la verás... ¡De modo que podés ir pegando!
PICHÍN. – ¡Eh!... ¡No aguanto más!... ¡Ya!... ¡Pa dentro!... (La toma por un brazo y la tironea violentamente hacia el cuarto.)
CLAUDIA. – ¡Al fin!... ¡Pegá!... ¡Pegá!... ¡Valiente!...
PICHÍN. – ¡Tomá!... (Le pega en el rostro.)

Dichos. Canillita. Don Braulio

CANILLITA. – ¡Una gran perra!... ¡Asesino!... (Saca rápidamente un cuchillo y va hacia Pichín. Cuando va a darle el golpe, don Braulio le detiene el brazo.) ¡Lárgueme!... ¡Lárgueme!... ¡Que lo mato a ese perro! (Claudia lo sujeta también, Pichín retrocede espantado.)
DON BRAULIO. – Dejalo, ya ha de encontrar quien le dé su merecido.
PICHÍN. – (Reponiéndose.) Diga, don ¿Podría saber quién le ha dao vela en este entierro?...
DON BRAULIO. – ¡La señora!... ¡Pa que le alumbre el suyo!... (Canillita tienta arrebatarle el cuchillo.) ¡Eh, mocoso!... ¡Quedesé quieto!... (A Pichín) Pues la señora me ha dicho que... como va a vivir sola en su casa ¿entiende?.. ¡En su casa!... Le cuide la puerta pa que no dentren intrusos...
PICHÍN. – ¡Ah!... ¡Sí! ¡Está bueno!... ¿Dónde vive la señora?... Porque hasta ahora ha vivido en la mía y en mi casa no se precisan porteros... (Alterado.) Y menos porteros como vos... ¡Viejo taquera!... ¿Entendés?... ¡Viejo taquera!... (Con un movimiento brusco lo toma por el brazo derecho. Ansiedad.)
DON BRAULIO. – ¡Está bien!... ¡No se enoje!... Yo no quiero pelear con usted...
PICHÍN. – (Soltándolo.) ¡Lo ve, pues!...
DON BRAULIO. – (Apartándose.) Tenía razón, compañero... Pero es que la señora se ha mudao... ¿Verdad, doña Claudia, que se ha mudao usted a mi casa?... ¡Y en mi casa no entran ladrones por la noche!...
PICHÍN. – ¿Qué decís?...
DON BRAULIO. – ¡Ladrones!...
PICHÍN. – ¡A' hijuna!... (Se avalanza sobre don Braulio, éste esquiva el encuentro y le asesta una puñalada.)

Dichos. Batista

BATISTA. – (Saliendo.) ¿Otro bochinche? (Queda estupefacto.)
CANILLITA. – ¡Ah! ¡Don Braulio!... ¡Me hubiera dejado a mí!...
DON BRAULIO. – (Reponiéndose.) ¡Preferible es que acabe yo mis días en un presidio a que empecés los tuyos en una cárcel!...

Telón

No hay comentarios:

Publicar un comentario