por Philip K. Dick
«En primer lugar, definiré lo que es la
ciencia ficción diciendo lo que no es. No puede ser definida como "un
relato, novela o drama ambientado en el futuro", desde el momento en que
existe algo como la aventura espacial, que está ambientada en el futuro pero no
es ciencia ficción; se trata simplemente de aventuras, combates y guerras
espaciales que se desarrollan en un futuro de tecnología superavanzada. ¿Y por
qué no es ciencia ficción? Lo es en apariencia, y Doris Lessing, por ejemplo,
así lo admite. Sin embargo, la aventura espacial carece de la nueva idea
diferenciadora que es el ingrediente esencial. Por otra parte, también puede
haber ciencia ficción ambientada en el presente: los relatos o novelas de
mundos alternos. De modo que si separamos la ciencia ficción del futuro y de la
tecnología altamente avanzada, ¿a qué podemos llamar ciencia ficción?
»Tenemos un mundo ficticio; éste es el
primer paso. Una sociedad que no existe de hecho, pero que se basa en nuestra
sociedad real; es decir, ésta actúa como punto de partida. La sociedad deriva
de la nuestra en alguna forma, tal vez ortogonalmente, como sucede en los
relatos o novelas de mundos alternos. Es nuestro mundo desfigurado por el
esfuerzo mental del autor, nuestro mundo transformado en otro que no existe o
que aún no existe. Este mundo debe diferenciarse del real al menos en un
aspecto que debe ser suficiente para dar lugar a acontecimientos que no ocurren
en nuestra sociedad o en cualquier otra sociedad del presente o del pasado. Una
idea coherente debe fluir en esta desfiguración; quiero decir que la
desfiguración ha de ser conceptual, no trivial o extravagante... Esta es la
esencia de la ciencia ficción, la desfiguración conceptual que, desde el
interior de la sociedad, origina una nueva sociedad imaginada en la mente del
autor, plasmada en letra impresa y capaz de actuar como un mazazo en la mente
del lector, lo que llamamos el shock del no reconocimiento. Él sabe que la
lectura no se refiere a su mundo real.
»Ahora tratemos de separar la fantasía de
la ciencia ficción. Es imposible, y una rápida reflexión nos lo demostrará.
Fijémonos en los personajes dotados de poderes paranormales; fijémonos en los
mutantes que Ted Sturgeon plasma en su maravilloso Más que humano. Si el
lector cree que tales mutantes pueden existir, considerará la novela de
Sturgeon como ciencia ficción. Si, al contrario, opina que los mutantes, como
los brujos y los dragones, son criaturas imaginarias, leerá una novela de
fantasía. La fantasía trata de aquello que la opinión general considera
imposible: la ciencia ficción trata de aquello que la opinión general considera
posible bajo determinadas circunstancias. Esto es, en esencia, un juicio
arriesgado, puesto que no es posible saber objetivamente lo que es posible y lo
que no lo es, creencias subjetivas por parte del autor y del lector.
»Ahora definiremos lo que es la buena
ciencia ficción. La desfiguración conceptual (la idea nueva, en otras palabras)
debe ser auténticamente nueva, o una nueva variación sobre otra anterior, y ha
de estimular el intelecto del lector; tiene que invadir su mente y abrirla a la
posibilidad de algo que hasta entonces no había imaginado. "Buena ciencia
ficción" es un término apreciativo, no algo objetivo, aunque pienso
objetivamente que existe algo como la buena ciencia ficción.
»Creo que el doctor Willis McNelly, de la Universidad del estado
de California, en Fullerton, acertó plenamente cuando afirmó que el verdadero
protagonista de un relato o de una novela es una idea y no una persona. Si la
ciencia ficción es buena, la idea es nueva, es estimulante y, tal vez lo más
importante, desencadena una reacción en cadena de ideas–ramificaciones en la
mente del lector, podríamos decir que libera la mente de éste hasta el punto
que empieza a crear, como la del autor. La ciencia ficción es creativa e
inspira creatividad, lo que no sucede, por lo común, en la narrativa general.
Los que leemos ciencia ficción (ahora hablo como lector, no como escritor) lo
hacemos porque nos gusta experimentar esta reacción en cadena de ideas que
provoca en nuestras mentes algo que leemos, algo que comporta una nueva idea;
por tanto, la mejor ciencia ficción tiende en último extremo a convertirse en
una colaboración entre autor y lector en la que ambos crean... y disfrutan
haciéndolo: el placer es el esencial y definitivo ingrediente de la ciencia
ficción, el placer de descubrir la novedad.»
PHILIP K. DICK, Fragmento de una carta del 14 de mayo
de 1981. Prefacio del autor a sus Cuentos
Completos 1, Aquí yace el Wub, Traducción de Eduardo G. Murillo, 1980.
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