12 de diciembre de 2010






____Cuando Sebastián llegó con sus padres a la Aldea era tiempo de primavera, aunque ésta no se diferenciaba del invierno ni del otoño.
____El cielo gris, la espesa niebla, las fachadas pobres y las calles enlodadas formaban un paisaje desalentador.
____El hombre que los trasladó del puerto a la cabaña no dijo palabra alguna. Los cargó junto con el equipaje en su carro de ruedas altas tirado por un viejo buey. Mostró interés sólo por su paga y se retiró sin dar los buenos días.
____El aspecto desolador del paisaje había intimidado a la familia. Parecían esfumarse las expectativas de aquel largo viaje, de aquella semana de vacaciones. Pensaron, sin atreverse a manifestarlo, en el posible regreso a casa.
____–¡Caramba! que hayamos llegado en un día feo no significa que no mejore –dijo el padre fabricando una gran sonrisa levanta ánimos.
____–Es verdad –dijo la madre– pero este lugar no me gusta.
____–Cómo te va a gustar si todavía no lo conocemos –agregó el padre mirando a su alrededor.
____Sebastián advirtió que el hombre del carro los había dejado en medio de la calle, es decir, en medio del barro. La Aldea carecía de aceras de material así que fue pisar barro hasta la cabaña.
____La vivienda, sin embargo, los sorprendió. Era amplia y parecía recién desalojada. Tenía piso de ladrillo y sus paredes eran de troncos que descansaban horizontalmente uno sobre otro hasta alcanzar el techo. Había un gran hogar de piedra con leños apilados.
____Hacia el fondo un ventanal daba a un prado que la niebla limitaba su extensión.
____El padre de Sebastián encendió el hogar y un calorcito trepó desde los leños chisporroteantes. La humedad que traían en sus ropas cedió y las mejillas enrojecieron saludablemente. Los gestos recuperaron el entusiasmo y los planes volvieron a ser comentados y expuestos al criterio de cada uno.
____Todos coincidieron en que el tiempo por alguna extraña razón no había pasado por la vivienda. Como si algún manto invisible la hubiera cobijado de la humedad que todo lo carcomía.
____Lentamente fueron acomodando sus cosas y la madre preparó un abundante desayuno que devoraron gustosos.
____Sin duda que la cabaña contrarrestó la mala impresión que les causó la Aldea.
____Alejada de la mesa grande de algarrobo y de sus seis sillas de espaldar alto había una mucho más pequeña junto al ventanal. Allí Sebastián dejó sus revistas de aventuras, su carpeta de dibujo y sus lápices de colores. Acercó una de las sillas de la mesa grande y se ubicó frente a la pequeña franja de prado que dejaban la niebla y el cielo nublado.
____Intentó reiteradas veces dibujar el carro que los había traído del puerto pero no le fue posible. Sin embargo había logrado un buen dibujo del barco con sus innumerables ventanas. Su padre le dijo que se llamaban "ojos de buey" y no encontraba parecido con los ojos del animal que tiraba del carro. Será por eso, por pasarse todo el viaje en carro mirando a la pobre bestia, que no prestó la suficiente atención. Y su dibujo no salía por más que lo intentara una y otra vez.
____Algo, de repente, chocó la transparencia del ventanal dejando una mancha de lodo y de sangre como un enorme arañazo. El impacto sobresaltó a Sebastián que estaba concentrado en su dibujo. Sus padres, más alejados y absorbidos en la tarea de ordenar la cabaña, no lo advirtieron. Salió Sebastián al exterior y rodeando la cabaña llegó a la parte de atrás que al ventanal. Buscó la causa del impacto y descubrió en el suelo, entre unos hongos lechosos, a una paloma herida. Estaba embarrada tenía un ala ensangrentada. No intentó huir cuando Sebastián estiró sus brazos para tomarla. Había hecho un gran esfuerzo para alejarse de quién la hirió hasta caer totalmente exhausta.
____Sebastián corrió con la paloma en sus manos a comunicárselo a sus padres. Seguramente ellos sabrían qué hacer. En su prisa por el barro fue detenido por una anciana.
____–¡Oye! –dijo con unos ojos brillantes y terribles– ¿Adónde te diriges con ese animal?
____Los ojos daban mucho miedo y Sebastián intentó huir pero la vieja lo retuvo clavándole las uñas en su brazo.
____–¡Debes matar a esa bestia! –vociferó. El miedo lo había inmovilizado con mayor tenacidad que la garra de la vieja.
____–¿Por qué debo matarla? –preguntó el niño y su voz sonó extraña, ahogada, seca, no le serviría seguramente para pedir auxilio.
____–Por que es un pájaro –contestó la vieja con una voz cascada que salía de sus ojos y no de su boca o por lo menos así le pareció a Sebastián.
____–Pero... como voy a hacerlo... está herida –balbuceó el niño.
____–En esta Aldea se odia a los pájaros y si no quieres problemas debes deshacerte de esa paloma pronto –dijo la vieja mirando a Sebastián y a la paloma con aquellos ojos endemoniados– ¡Debes matarla, me entiendes, debes matarla...!
____–No –gritó Sebastián soltándose de la mano huesuda– la curaré. De pronto el miedo se alejó y pudo correr y no lo hizo y también pudo gritar y calló enfrentando con fiereza a la crueldad de la anciana. Sintió contra su pecho la pequeña vida que se iba lentamente; ese calorcito que de a poco se enfriaba y comprendió que debía defenderla.
____Una risa dulce irrumpió de la boca desdentada de la anciana. Su voz cambió y sus ojos fueron mansos y comprensivos. Esa metamorfosis vertiginosa fue extraña para Sebastián. Desconfió y apretó con más fuerza a la paloma contra su pecho.
____–Bien, pasaste la prueba –dijo en voz baja mirando hacia ambos lados. Sebastián seguía sin entender. La mujer se vio obligada a explicar su repentino cambio o el papel que había representado hasta ese momento.
____–Tu eres nuevo en la Aldea, te vi llegar hace unos instantes, por eso no entiendes. Aquí el poder que gobierna este lugar prohíbe que los pájaros vivan en libertad, que canten y vuelen. Y nos prohíbe además a todos los habitantes ayudarlos. Por eso debí asegurarme que querías realmente curar a la paloma.
____Sebastián la miraba incrédulo. El susto del encuentro con la mujer había pasado, dejando una desconfianza muy grande.
____–Sé que no entiendes pero no hay tiempo para explicaciones, debemos hacer algo por la paloma –dijo con resolución la anciana mujer.
____–Sí –dijo Sebastián confundido.
____–El único en la Aldea que puede hacer algo por ella es el Hacedor.
____–¿El Hacedor? –dudó Sebastián de un personaje por el estilo.
____–Sí, es un anciano muy bueno que vive sobre esta calle. Su casa es la última de la tercera cuadra. Ve y dile que Lethien te manda. Oculta a la paloma, por favor que nadie te la vea. Adiós –se despidió la vieja desapareciendo en la niebla tan misteriosamente como había aparecido.
____Sebastián al ver a la paloma agonizando no tuvo muchas alternativas. Avisó a sus padres desde la puerta entornada de la calle que daría una vuelta por allí.


© Gustavo Prego

No hay comentarios:

Publicar un comentario