30 de junio de 2010






____Los Gríseos, aproximadamente unos diez, se acercaban marcando el paso. Llevaban dos enormes lagartos que avanzaban con pereza. Sebastián caminó con lentitud hacia la esquina. Tomó a la derecha y se escondió en un umbral. Esperó un buen rato allí hasta asegurarse que los soldados con sus mascotas siguieran su camino.
____Cuando se disponía a salir de su refugio una violenta explosión lo sobresaltó. En un estrépito de vidrios vio como una persona salía despedida por una ventana.
____Sebastián corrió hasta el cuerpo que yacía inmóvil en medio de la calle. Al llegar vio que el hombre sonreía, como divertido de lo que acababa de suceder.
____–¿Te encontrás bien? –le preguntó Sebastián preocupado y extrañado por la estúpida sonrisa que mantenía el hombre en su quietud en medio del lodo.
____–Oh sí, sí, creo que bien –dijo poniéndose de pie y palpándose con sus pequeñas manos los costados de su cuerpo. Los vidrios de sus anteojos estaban astillados y su cara toda tiznada. Un dolor intenso en la cintura le impedía enderezarse.
____–Tenés que ver a un médico –sugirió Sebastián sin saber qué hacer.
____–No hace falta, ya estoy acostumbrado, es la cuarta explosión de este tipo que va de la semana.
____–Deberías tener más cuidado entonces...
____–Bueno... son riesgos que corremos los alquimistas –dijo el pequeño hombre con orgullo.
____Sebastián lo miraba con curiosidad. Cuando el accidentado se alejó unos pasos, encorvado y tomándose la cintura hacia la ventana rota, pareció reconocerlo.
____–Un momento, yo te he visto hace un rato saliendo del Materializador de Sueños.
____–¡Sssshhhh, cállate! –giró con rapidez llevándose el dedo índice a su boca olvidando su dolor. Miró la calle desierta y se tranquilizó. Ya sus explosiones no alarmaban a nadie.
____–Ven –dijo el hombrecillo un tanto molesto– hablaremos dentro.
____Entraron a la vivienda y Sebastián vio el desastre que había producido la explosión.
____–Pasa, caramba... tendré que ordenar nuevamente mi laboratorio –dijo con un tono resignado.
____–Yo te puedo ayudar si me contás qué fue lo que ocasionó la explosión –dijo el chico. El Alquimista lo miró con desconfianza.
____–Es un secreto –dijo con parquedad.
____–Yo puedo guardarlo –dijo Sebastián con seriedad.
El hombre meditó un momento. Analizó la situación. En especial temiendo que el niño lo vaya a denunciar por lo del Materializador de Sueños.
____–Pero al saberlo corres peligro, Prorena puede arrebatártelo y...
____–Sé guardar un secreto –cortó con firmeza. Desestimó las sugerencias del Alquimista que querían acobardarlo. El hombrecillo de ciencia caminó en círculo por el pequeño espacio del laboratorio. A cada paso debía levantar un pie para no pisar los destrozos. Al fin se detuvo con una sonrisa. Se quitó los anteojos rotos y mostró unos ojos claros y vivaces.
____–Algo me dice que puedo confiar en ti y eso es bueno, por que necesito confiar en alguien –dijo mirando a Sebastián a los ojos.
____–¿Nos ponemos a trabajar? –invitó el niño con una sonrisa.
____–Sí, traeré una escoba –dijo el Alquimista.
____El laboratorio era una habitación repleta de cosas. Había una mesa muy grande contra una ventana que ahora estaba rota; una cama pequeña debajo de una estantería colmada de libros escritos con una letra muy rara. Había un par de sillas y elementos de laboratorio en su mayoría destrozados por la explosión.
____–Bien –dijo el hombrecillo– manos a la obra.
____–Me vas a contar qué ocurrió –pidió Sebastián juntando los trozos grandes de vidrios de la ventana.
____–Oh sí, sí, el motivo de la explosión fue una Verdad–Falsa –dijo con total naturalidad mientras observaba con pesar la vasija del mortero que se había roto.
____–No entiendo –dijo simplemente el chico.
____–Sabía que no entenderías, para ello debo explicarte mi descubrimiento –anunció el Alquimista.
____–Adelante –pidió Sebastián– escucho.
____–¡Yo he descubierto el método para purificar la Verdad! –dijo e hizo una pausa para ver si lo dicho producía alguna sorpresa en el niño. No fue así, Sebastián esperaba algo más.
____–Para ello –continuó– debo primero, y es aquí donde tu estas de testigo, usar el Materializador de Sueños...
____–Pero el Materializador de Sueños está clausurado...
____–Bueno... es cierto... sucede que todo guardia, y más si es un repugnante Gríseo, es vulnerable mediante un pequeño soborno, no sé si me entiendes –dijo el Alquimista–. Como te decía, usando esa maravillosa máquina, con algunos ajustes míos, logro materializar una Verdad y consigo esto –alcanzó una cesta de mimbre y se la mostró al niño.
____–Son piedras –aseguró éste.
____–Parecen piedras, pero no lo son, son Verdades, lo que sucede es que las ves en su estado impuro. Mi objetivo es limpiarle las impurezas y liberarlas.
____–¿Cómo lo hacés? –preguntó Sebastián interesado en el descubrimiento.
____–Pues, allí es donde interviene mi método –dijo con un tono triunfal el Alquimista–. Tomo la Verdad en su estado tosco y mediante mi método científico la logro purificar hasta llevarla a su más alto estado puro que es el gaseoso.
____Sebastián miraba extrañado.
____–Observa –continuó el Alquimista con entusiasmo alzando la canasta– entre ellas existen algunas Verdades que son falsas. Cuando esa Verdad es expuesta a los distintos procedimientos de mi descubrimiento explota. Hay Verdades–Falsas muy arraigadas que se niegan a ser extirpadas y son tan potentes que al reaccionar producen explosiones como las que viste. Mi método es implacable. Sólo perduran aquellas Verdades verdaderas.
____Sebastián no sabía qué decir. Asimilaba todo pero algo no le cerraba en esa historia.
____–Ven –dijo el hombrecillo advirtiendo el embotamiento del chico –aquí guardo una Verdad en su estado puro.
____Sacó un frasco que tenía oculto entre unos libros de la estantería y en cuyo interior se veía un gas inquieto color verde.
____–¿Qué Verdad es ésa? –preguntó mirando el gas del interior del frasco de vidrio.
____–Esta Verdad nos habla sobre la libertad de los hombres; que todo hombre debe ser libre –dijo con emoción el Alquimista.
____–¿Y por qué no la soltás? –sugirió tímidamente Sebastián entendiendo la magnitud de la tarea del pequeño gran hombre.
____–No, todavía no puedo hacerlo. Aún falta parte de mi tratamiento. Debo suministrarle los aditivos vitamínicos necesarios para que pueda sobrevivir a las terribles condiciones de estos tiempos y llegue sana y fuerte a todos los hombres y les perfore la conciencia. Por eso esta tarea es más importante que la Panacea Universal, el Elixir de la Vida Eterna, la Piedra Filosofal o la mutación del plomo en oro en que pierden el tiempo mis colegas. Debemos nosotros los científicos rescatar la Verdad tan estropeada y casi sin vida e imponerla, diría con prepotencia, a todos los hombres de la tierra y especialmente a todos los dictadores de esta lastimada tierra.
____Sebastián quedó tan impresionado que sin querer había llevado el frasquito donde se guardaba ese tesoro al corazón y lo tenía bien apretado.
____Fue ardua la tarea de dejar presentable el laboratorio. La tarde llegaba a su fin.
____–Debes irte –dijo el Alquimista– ya es tarde y tus padres estarán preocupados.
____–Sí, voy a venir a visitarte muy pronto –dijo Sebastián.
____–Me parece muy bien, ven cuando gustes –dijo despidiéndolo.
____Sebastián se dirigió hacia su casa y sintió en todo el cuerpo el cansancio de un día muy particular y que no olvidaría en toda su vida.



© Gustavo Prego



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