14 de noviembre de 2010






____El cruce generaba una leve resistencia. Como un tironcito hacia atrás o por el contrario algo que frenaba el salto.
____El Bosque se mostró imponente dominando todo el horizonte. Un verde pastizal separaba a la cerca del mismo. Los pastos altos ondulaban con la suave brisa que llegaba del sur. Caminó bajo ese calorcito agradable. Era tan bello que tuvo ganas de cantar y cantó con su vocecita aguda. Besó a la paloma en el pico susurrándole que todo iba a andar bien y que pronto se recuperaría.
____Cuando las sombras de los primeros árboles cubrieron a Sebastián sintió en su cuerpo un extraño cosquilleo. El Bosque parecía no tener fin. Por donde mirara enormes árboles se erguían contra un cielo azul y limpio.
____Sebastián caminó entre algarrobos, álamos y cedros; jacarandaes, palmeras y ombúes; acacias, alerces y pinos. Distintas especies de distintos climas habitaban allí. Estaba maravillado de tanta belleza. El sol filtraba algunos rayos por la techumbre verde. El piar de los pájaros era constante y se sintió feliz de saber que el Bosque era un lugar seguro.
____El sendero lo llevó a un pequeño claro. De allí se abrían otros que se perdían entre las sombras de los árboles. ”Por cuál seguir”. Buscó el amuleto pero ya no colgaba de su cuello. Pudo haberlo perdido en el salto a la cerca o simplemente desapareció después de ayudarlo a llegar al Bosque. Miró por un instante los distintos senderos. Temió perderse y seguir demorándose. La paloma necesitaba pronta asistencia. Eligió un sendero que, a pesar del manto de hojas, le pareció el más transitado.
____Cuando iba a dar el primer paso sintió un golpe en su pierna. Vio como una pequeña criatura, de unos cincuenta centímetros de alto y de color verde, se desparramaba en el suelo. El alto de leña que traía se le cayó encima cubriéndolo entero.
____–¡Caray, ze zupone que aquí no hay ningún árbol! –dijo una vocecita proveniente del montón de ramas secas.
____Lentamente, de entre los palos, salió protestando la pequeña criatura. Sebastián se asustó porque lo creyó agresivo. Tal era el enojo que tenía el bichito. Vio que tenía rabo. Era completamente calvo y sin orejas. Su nariz, ligeramente respingada, parecía a la de un cerdito, con los dos orificios por delante. Tenía un vientre voluminoso y tres dedos sin uñas en cada mano. Sebastián pasó del miedo al asombro. Mirando su rabo parecía un gran pollo desplumado. ____Sus piernas eran cortas y gruesas.
____–Zabía que no había árbolez –dijo mirando a Sebastián con recelo. Un tanto mareado se sobaba la cintura y la cabeza. Cuando terminó de ordenar las ramas dispersas por el piso levantó la vista y observó al niño con ojos benévolos.
____–Mi nombre ez Zezerías –dijo presentándose.
____–¡Hola Zezerías! –saludó Sebastián viendo que un chichón tomaba proporciones en la cabeza calva del bichito.
____–No, Zezerías –corrigió.
____–Sí, Zezerías –repitió el niño.
____–No, la zegunda ez una equiz –explicó la criatura.
____–¡Ah, Zexerías! –dijo al fin Sebastián.
____–Zí, azí –confirmó satisfecho.
____–¿Y qué clase de animal sos Zexerías? –preguntó inocentemente el chico.
____–¿Animal? ¡Hábraze vizto tamaña inzolenzia! ¡Animal! En mi vida me han dicho ezo. Para que zepaz zoy un Tenopo.
____–¿Y qué son los Tenopos? –preguntó Sebastián.
____–Bueno... ezo ez difízil de ezplicar y llevaría algún tiempo. Dime que buzcaz en el Bozque.
____–Busco al Guardián de la Naturaleza –dijo Sebastián mostrando la paloma herida.
____–Comprendo –dijo Zexerías– debez zeguir el zendero que tienez delante.
____–Muchas gracias Zexerías. Perdoname por haberme cruzado en tu camino.
____–No hay cuidado. Conozco tan bien el Bozque que ezo ez peligrozo como habráz podido apreziar. Ademáz tu apuro ze juztifica –dijo mostrando una sonrisa amplia de dientes cuadrados y gruesos molares propios de las criaturas herbívoras.
____–Hasta pronto, espero volver a verte –dijo Sebastián.
____–Zí, zeguro que zí. Ojalá ze cure pronto tu paloma. Oye... no me haz dicho tu nombre.
____–Me llamo Sebastián.
____–¿Zebaztián? –preguntó el Tenopo sonándole raro el nombre.
____–Sí, Zebaztián –dijo el niño. Se alejó presuroso por el sendero. Antes de perderse en un recodo levantó su mano al Tenopo. Zexerías levantó su pequeño brazo cayéndosele otra vez el atado de leña.


© Gustavo Prego


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