29 de julio de 2010







____Corrió hacia la cabaña saltando escombros y el roto mobiliario de las casas para ver si les había sucedido algo a sus padres. Al llegar la vio erguida y sus temores cesaron. La construcción era lo suficientemente sólida como para soportar los avatares del Viento del Norte. Entró y su cara debió significar algo de todo el horror que había visto por que su madre le preguntó que le pasaba y él murmurando:
____–El viento... destrozó todo, lo oyeron.
____–No, qué viento –dijo el padre.
____–Vengan –invitó a salir el niño– vean.
____Juntos vieron el espectáculo desolador del reguero de cosas dispersas por las calles. La gente apuntalaba con troncos mohosos las paredes que no habían caído. Y con una resignación admirable se disponían a reconstruir lo que había quedado en pie de sus casas. El padre acarició la cabeza de Sebastián que estaba absorto ante el cuadro que veían sus ojos.
____–Por suerte esta cabaña está bien construida –comentó la madre aterrada.
____Entraron y Sebastián pidió salir una vez más lo que ocasionó una discusión entre sus padres por que uno dijo que “sí” y el otro que “no”. Al fin prevaleció la opinión de su padre. Dijo que “lo peor había pasado” y tras promesa de no meterse en ningún lío lo dejaron salir. Así que guardó la caja de vidrio con el sonido que le obsequiaran y salió.
____Caminó hacia el oeste por una callecita donde el Viento del Norte había castigado con dureza. La gente amontonaba sus cosas o lo que juzgaba suyo o lo que oportunamente hacía suyo en el predio donde un montón de escombros denunciaba que allí, minutos antes, estuvo en pie su vivienda. La niebla no tardaría en cubrir nuevamente la Aldea. Había un sinfín de objetos semienterrados en el fango de las calles que el Viento del Norte trajo desde otros lugares en su dañina carrera. Una olla tiznada, un techo arrancado prácticamente entero, una silla, ropa, una bota, papeles y muchas cosas más.
____Cuando llegó a la esquina observó que la gente venía corriendo hacia él doblando a toda carrera. Sebastián debió hacerse a un lado pegando su espalda a una pared que milagrosamente había quedado en pie. Desde allí observó por qué del miedo de todas esas personas que huían. Con un enorme carro tirado por bueyes aparecieron unos Gríseos juntando las cosas útiles que encontraban a su paso. La mitad de ellos estaban concentrados en esa tarea. La otra mitad con ballestas y con grandes lagartos, que llevaban de una cadena, amenazaban a la gente. Los lagartos, de unos tres metros de largo, tiraban tarascones violentos, mortales. Eran pateados y maltratados, por los Gríseos que los conducían, para que obedezcan las órdenes. Sebastián quedó perplejo. De a poco se fue alejando pegado a la pared sin quitar sus ojos de los soldados. Su espalda y las palmas de sus manos rozaron la superficie áspera de la pared hasta avanzar unos metros. Luego caminó normalmente distanciándose progresivamente de los Gríseos. Pero al dar unos pasos más debió detenerse ante la figura de uno de ellos que le apuntaba con una ballesta.
____–No puedes circular por aquí –dijo el Gríseo– Por esta vereda no se puede pasar.
____Sebastián alzó los ojos y leyó un gran cartel que decía MATERIALIZADOR DE SUEÑOS.
____–¿Materializador de Sueños? –preguntó. Su curiosidad fue más grande que su temor al soldado.
____–Sí –contestó el Gríseo– por lo que veo eres forastero –agregó con brusquedad.
____–Pero, qué es el Materializador de Sueños? –insistió en lugar de alejarse que es lo que hubiese hecho cualquiera con un poco de sentido común.
____El Gríseo lo miró con fastidio y cuando se disponía a despacharlo, por detrás de su enorme cuerpo, se deslizó la figura de alguien. Salió por la puerta entreabierta del salón donde, decían, estaba el Materializador de Sueños. El Gríseo percibió el paso sigiloso del hombre detrás de sus anchas espaldas. Pareció turbarse por ello. Tartamudeó, carraspeó, desprendió el botón del cuello de su uniforme, e intentó una pobre explicación. El hombre de escasa talla siguió agachado y escondiendo algo que llevaba apretado contra su vientre. Al llegar a la esquina dobló hacia la derecha. Los ojos del Gríseo mostraron desesperación a medida que siguieron el trayecto huidizo del hombrecillo. Sebastián comprendió que existía un complot deshonesto entre ambos ya que el soldado debió quitarse el casco para secar su sudor que chorreaba a mares. Luego trató de mostrarse efusivo. No tanto por disimular la situación, demasiado evidente, sino por que temía que en su condición de testigo fuera a acusarlo de no cumplir con su tarea. Sebastián pasó por alto el hecho y el gigantón respiró aliviado. La demanda de información acerca del aparato que estaba del otro lado de la puerta de madera de dos hojas fue inmediata. Aprovechó el agradecimiento implícito del Gríseo para sonsacarle datos de la milagrosa máquina que vigilaba con tanto celo.
____–¿Para qué sirve el Materializador de Sueños?
____–Oh, era un invento que tuvo mucha aceptación en la población antes que el Excelentísimo Prorena tomara el poder y lo clausurara –dijo el Gríseo esquivando la respuesta a la pregunta.
____–Sí, pero no me decís para qué servía, o tengo que preguntárselo al sospechoso que salió de allí adentro con algo que puede ser robado sin que le hayás...
____–No, no, no hace falta –dijo el soldado poniéndose más pálido de lo que era– yo trataré de contarte lo que sé. El Materializador de Sueños servía y entiendo que sirve –calló y miró a ambos lados– para ayudar a hacer realidad los sueños de la gente.
____–Así de fácil –dijo Sebastián que no estaba satisfecho.
____–Voy a tratar de ampliarte más sobre el asunto. La gente venía a este mismo local y tras pagar una suma equis usaba la máquina. Es una cabina en donde la persona se introducía y al cabo de unos minutos salía con sus sueños...
____–Un momento, a ver si entendí –interrumpió Sebastián– querés decir que venía un buen señor y deseaba un reloj de pie para su casa y salía con el reloj bajo el brazo luego de esperar unos minutos –dijo incrédulo.
____–No, si bien se llama Materializar de Sueños no servía para la materia. Hubiese sido mejor llamarlo Realizador de Sueños. Su función estaba limitada al espíritu. La máquina sólo hacía rica a una persona espiritualmente –aclaró un tanto nervioso el soldado en blanco y negro.
____–¿Y por qué se clausuró siendo un invento tan maravilloso? –preguntó Sebastián. Era la parte que no lograba entender de todo esta historia.
____–No sé –dijo el Gríseo con tristeza– lo dispuso el Excelentísimo Prorena y como tal hay que aceptarlo.
____De pronto el rostro del gigante gris palideció mortalmente y en sus ojos se dibujó el miedo.
____–¡Debes irte pronto! –dijo mientras cerraba la puerta que había quedado entornada. Sebastián miró hacia el este y divisó a una patrulla de Gríseos que venía por la calle.



© Gustavo Prego



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