5 de mayo de 2009

Rosaura a las diez de Marco Denevi

Algunas consideraciones

Rosaura a la diez de Marco Denevi es una novela policial. Está estructurada en cinco capítulos donde se dan cinco versiones distintas acerca de un mismo hecho. Cada una de estas versiones tiene que ver con el sociolecto de quien la realiza, el grado de información que dispone y el análisis que efectúa al respecto.
Tiene la complejidad de todo relato policial donde tiende a llevar al lector a sacar conclusiones apresuradas: por ejemplo el título del tercer capítulo es Conversación con el asesino, dando por hecho que Camilo Canegato es el perpetrador del crimen.
El primer capítulo, cuyo título no termina de ser claro (Declaración de la señora Milagros Ramoneda, viuda de Perales, propietaria de la hospedería llamada “La Madrileña”, de la calle Rioja, en el antiguo barrio de Once), Marco Denevi no nos advierte sino hasta la parte 9 del mismo que la señora Milagros Ramoneda está declarando ante un oficial de policía. Este capítulo es el único que tiene divisiones internas. Diez en total. Cada una tiene que ver con la secuencia narrativa que elabora Milagros que después de afirmar que “Todo esto comenzó, señor mío, hará unos seis meses” se corrige y afirma: “O quizás no, quizás será mejor que diga que empezó hace doce años” cuando fue a vivir a su pensión Camilo Canegato.
Tanto en este capítulo como en el segundo David canta su salmo, donde declara David Réguel, el interlocutor no aparece. Se lo presume presente por dichos de los declarantes pero no interviene.
En el tercer capítulo Conversación con el asesino la modalidad cambia a la de un extenso diálogo entre el Inspector Julián Baigorri y Camilo Canegato.
En el cuarto capítulo Extracto de la declaración espontánea y (según la propia declarante) confidencial de la señorita Eufrasia Morales, nos encontramos ante un discurso totalmente distinto a los dos primeros; ya que es la lectura de la trascripción de la declaración de este personaje. A esta altura ya sabemos que los alegatos de los personajes están siendo desarrollados ante personal policial. Este título es más claro y más directo que el del primer capítulo.
En el quinto y último capítulo aparece un nuevo narrador, en tercera persona, y difícil de definir –pensamos que se trata de un oficial policial a cargo de la investigación, pero sí queda en claro que es el narrador compilador de todas estas voces, el que permite que cada narrador exponga su versión de los hechos–, que prologa la presentación de la carta escrita por Marta Córrega (María Correa) a su tía Rosa Chinca.
Dos hechos fortuitos determinan esta historia –algunos acusan aquí Marco Denevi de presionar el “verosímil” de esta historia hasta hacerla difícil de creer–: La aparición de Marta Córrega en “La Madrileña” para buscar a Camilo Canegato donde la confunden con Rosaura. De este hecho se deduce el título ya que esta persona pasa a ser Rosaura y llega a las diez en punto. Esta inesperada aparición arruina los planes de Camilo Canegato por levantar su autoestima y darles a los demás otros motivos para hablar de él que no sea la burla constante y también darle celos a Matilde; el otro hecho totalmente azaroso es la elección del hotel de “La Media Luna” por parte de Camilo Canegato en lugar de ir al “Hotel Wies” como habían arreglado. El dueño de este hotel, Sarkis Abulaf, conocido como El Turco Estropeado, se asombra de la llegada de la pareja y mira en dos oportunidades la cédula de identidad de Rosaura, que él mismo había falsificado. Junto a Iris, supuesta amiga de María Correa, y otros secuaces formaban la banda que la habían dejado encerrada. Quiso el destino o la presión de Marco Denevi para que su historia tome un giro inesperado que la amenaza del Turco que ella no conocía se transforme en un crimen. El ayudante del Turco, Alicio Pereyra, alias Ministro, es un travestido que había golpeado a María Correa pero no aparece en el momento que llegan al hotel.
Un ejemplo para despistar al lector es la eufonía existente entre las tres hijas de Milagros: Enilde, Clotilde y Matilde. Este juego fonético permite ocultar a Matilde que está enamorada de Camilo Canegato y que se descubre en algunos histerisqueos y celos cuando se refiere a Rosaura.
El nombre de Canegato nos lleva a pensar en una dualidad enfrentada, algo así como perro y gato, una personalidad conflictiva, cuyas partes necesariamente están en constante disputa, como una permanente pelea entre perro y gato. (María Correa = correa de perro).
Habíamos dicho que esta novela pertenece al género policial. Esto se debe a varias razones. Primero la intervención de la policía en la toma de declaraciones. Si bien es una etapa inicial del proceso y no podemos hablar que exista una investigación, la requisa de la habitación de Elsa Gatica, para hallar la carta escrita por Marta Córrega, indica un comienzo. Existe un crimen. Un sospechoso sobre el cual cae la responsabilidad que es Camilo Canegato y luego, los verdaderos culpables que son El Turco Estropeado y el Ministro. La declaración de los testigos va de menor a mayor. La señora Milagros nos presenta una historia llana, inocente, que responde a su carácter y formación que hace de marco a la historia y con ella arrastra al lector a su primera y equivocada impresión.
Luego Réguel, parodia del intelectual y del policial clásico, no logra con sus citas en varios idiomas corresponder con la verdad. Réguel representa aquí a los personajes de los policiales de enigma que a través del intelecto resolvían todos los casos. Pero advertimos que le falta información y se deja llevar por una visión totalmente negativa de Canegato, tal vez más acercada a la realidad que la pintada por Milagros, que hace resaltar las virtudes, totalmente inexistentes y exageradas, de una Rosaura que no era otra cosa que un personaje salido de un ambiente delictivo.
Dos personajes, aparentemente desconectados con los hechos pasan a tener relevancia, la primera de ella es Eufrasia Morales y la otra, menos pensada aún, Elsa Gatica. Un recurso propio de todo lector del género policial es descartar de plano a aquellos personajes que “adornan” la historia. Denevi aquí tiende una trampa al lector y hacia el final nos asombra lo que tenía deparado para ambas mujeres.
“Enigma y suspenso, dos elementos del género policial o del thriller, dominan el escenario de esta novela. Rosaura a las diez participa de la novela dura norteamericana y se puede notar la influencia de otro tipo de novela policial llamada ‘testimonial’, donde los personajes relatan su versión de los hechos; esta novela está redactada casi exclusivamente basándose en testimonios directos de los personajes, que reconstruyen el acontecimiento, narrando los hechos desde diferentes puntos de vista. El narrador de esta novela está presente en la medida que compila esas declaraciones. Rosaura a las diez parece un policial sin detective: Julián Baigorri apenas tiene voz en el tercer capítulo y se limita a conducir un interrogatorio. No deduce, no afirma ni niega nada; tampoco actúa. Si bien la figura del detective en esta novela no existe más que como una silueta vacía, los mismos personajes que prestan declaración actúan como tales: espían, deducen, sacan conclusiones a partir de datos que consideran indicios, interpretan situaciones. Pero a pesar de su voluntad indagatoria, se equivocan cuando intentan jugar al detective, porque siempre faltan datos; ninguno reúne la información completa que solamente se le ofrece al lector al final, con las últimas palabras del último testimonio.”
Denevi en su rompecabezas nos va dejando piezas desde un principio que luego encajarán a la perfección. Rosa Chinca, tía de María Correa, es presentada en la parte 2 del primer capítulo como la única mujer que frecuentó a Camilo Canegato como planchadora de sus cuellos duros.
Camilo Canegato construye su mujer perfecta y le pone el rostro de una prostituta que creía muerta. Así le informaba la portera del edificio de departamentos a todo el que preguntara por María Correa. Decía que había enfermado y había muerto para no decir que estaba en prisión. Ese rostro lo obtiene de una fotografía que le diera oportunamente Rosa Chinca de su sobrina para que su sobrina le saque todo el dinero posible.
Ese sueño al que se alude permanentemente en relación con Camilo Canegato y que llega hasta materializarse y el nombre Rosaura, tal vez tenga algo que ver con La vida es sueño de Calderón de la Barca, donde también hay un personaje de nombre Rosaura que reclama por su honra. Esta Rosaura aparece primero por ayuda y luego llega a extorsionarlo con la amenaza de contar la verdad si no le da un mejor pasar que el que tiene.
Nos dice Marco Denevi sobre su novela: “Lo que llamamos realidad, es un hojaldre de realidades, toda supuesta verdad es un poliedro de tantas caras cuantos ojos la miran”.
El Escribidor

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