9 de mayo de 2009






____Líquido para niebla hicieron buena cantidad también. La libreta que tomara Sebastián estaba abierta sobre la mesa. Todos estaban satisfechos del trabajo. El Vendedor de Sonidos tenía que volver a la Aldea con relativa prisa para ajustar algunas cosas. La fórmula con el retardante fue repartida en pequeños goteros de goma. Los Tenopos por su lado hicieron una buena cantidad de pócima de vuelo para el grupo entrenado de guerreros destinados a la Aldea. Una canasta con las Verdades–Falsas seleccionadas aguardaba, sobre la mesa, a ser cubierta con sabrosos pasteles. Los Tenopos fabricaron un carrito para el Vendedor de Sonidos. Allí ocultaría las cajas de vidrio debajo de un generoso manto de pochoclos. De a poco repasaron el plan. El mismo Zexariel en persona le entregó a Sebastián la pócima de vuelo deseándole mucha suerte.
____–Eres de gran ayuda –agregó emocionado.
____–Sebastián, volverás a la Aldea con el Vendedor de Sonidos –dijo el Hacedor– y te asegurarás la ubicación acordada en el Reñidero Municipal.
____–Sí, Hacedor –dijo el chico.
____El Vendedor de Sonidos ubicó sus cajas en el carrito. Dos Tenopos trajeron varios viajes con pailas llenas de pochoclos y ocultaron las cajas. Todo estaba listo. Se despidieron. Sebastián hubiese deseado hablar con el Encantador pero él estaba ocupado en su parte del plan. No contarían con la ayuda del Pájaro de Luz por que Prorena estaría preparado para contrarrestarlo. Había que utilizar trucos nuevos. Zexerías los acompañaría hasta el límite mágico. El Vendedor de Sonidos tomó el carrito y empujó de él. No parecía muy feliz con la tarea que le habían asignado. Se alejaron del puesto de campaña saludados por todos.
____–¿No podríamos especular más con el tiempo? –sugirió el Vendedor de Sonidos.
____–No ez conveniente –dijo Zexerías– Zería fatal para nueztro hermano Zezurión. Para él el tiempo avanza peligrozamente. Zabemoz que ze debilita cada vez máz zu Hilo Ezpiritual.
____–¿Qué es el Hilo Espiritual? –preguntó el Vendedor de Sonidos anticipándose a Sebastián.
____–Para un Tenopo lo ez todo. El equilibrio, la paz, la alegría. Podemoz dezir que ez nueztra alma. Cuando ze corta ez peor que morir. Ez máz cuando morimoz el Hilo Ezpiritual no ze corta. Por el contrario ze une a otroz en la Gruta de laz Almaz y ez máz fuerte –contó Zexerías.
____Llegaron a la valla divisoria. Se despidieron de Zexerías que se quedó paradito observando como corrían los maderos para pasar el carrito. El Bosque desapareció detrás de una cortina invisible. Sebastián llamó a Zexerías, que estaba a unos metros y nada. La barrera era infranqueable. Separaba dos mundos irreconciliables. Totalmente disímiles. Volvieron por el Camino Real a la Aldea en silencio. Debían cuidar de cualquier comentario o expresión. Especialmente por los Ciegos que solían ocultarse largo rato en sitios insólitos. Las pancartas, carteles y pasacalles, que se movían con la fría brisa que llegaba del río, abundaban en todo el camino. La victoria del Saurio Real era un hecho. Invitaban a todos a festejar en la Plaza Mayor. Los Gríseos seguían con su tarea. La banda insistía, caprichosa, golpeando despiadadamente los instrumentos.
____–Tendré que andar con cuidado. Han vuelto a expulsar a todos los pordioseros como ayer –dijo el Vendedor mirando las adyacencias a la Plaza Mayor totalmente vacías–. Yo pertenezco a esa categoría para Prorena. Deben dejar “limpio” el centro de la Aldea para los festejos.
____–Pero nosotros le vamos a arruinar las ganas de festejar –ironizó Sebastián.
____–¡Claro que sí! –coincidió el Vendedor de Sonidos despidiéndose hasta el evento de la tarde.
____Sebastián caminó las pocas cuadras hasta la cabaña ocultando con disimulo la naranja. La brisa fría que soplaba del río se hacía sentir. Sus padres lo recibieron con entusiasmo. Hoy irían a ver un espectáculo deportivo y eso les cambió un poco el ánimo. Prácticamente estuvieron los dos días en la cabaña.
____–Hola –saludó Sebastián al entrar.
____–Hola hijo –contestaron sus padres–. En un rato comemos –le avisó su madre. De la cocina llegaba un olorcito a puchero que a Sebastián le despertó un hambre voraz. Había andado mucho sin probar bocado. Eso sus padres no lo podían saber. Para ellos él se ausentó algo más de una hora. Pusieron la mesa y al rato estaban sentados disfrutando de los alimentos. Durante el almuerzo los padres de Sebastián contaron la experiencia que tuvieron al recorrer la Aldea.
____–Pregunté si había alguna belleza natural o lugar turístico y nos dijeron “el río” –contó su madre.
____–Yo le dije al funcionario ése que por el río vinimos y queríamos ver otra cosa que no sea agua. El tipo nos miró por encima de sus gafas como si le hubiese hablado en chino y negó con la cabeza –dijo su padre.
____–Allí nos enteramos del barco –dijo su madre–. Del barco que pasa hoy.
____–Tenemos que ir a comprar las entradas para el espectáculo de la tarde –recordó Sebastián a su padre cuando concluyó el almuerzo y los platos se retiraron de la mesa.
____–Sí, vamos. A ver si nos quedamos sin entradas –dijo éste.
____–Debemos abrigarnos. Está refrescando –advirtió la mamá de Sebastián. Salieron los tres. La brisa helada que llegaba del río había bajado considerablemente la temperatura. La máquina de hacer niebla estuvo todo el día sin funcionar para facilitar los preparativos para los festejos. Esto permitía una amplia vista del aspecto desolador de la Aldea. Sebastián rogaba no encontrarse con una patrulla de Gríseos. Por todo lo que ello significaba: un sinfín de groserías, prepotencia y lo que es peor, tener que verlos. Por que un Gríseo es muy desagradable. Su falta de color vivo, esa variación del negro al blanco impresionaba. Pero lamentablemente no fue así. Al doblar la última esquina se encontraron con un grupo bastante nutrido. Sebastián miraba a su madre que fue mudando poco a poco de un gesto de indiferencia hacia la Aldea a uno de horror.
____–Olvidé mencionárselos, esos personajes que ven allí son de la fuerza de seguridad de esta Aldea. No hagan ningún comentario y caminen con naturalidad –advirtió el niño que ya estaba ducho en asuntos concernientes a los Gríseos.
____–¡Dios mío! –murmuró su madre.
____–Parecen fantasmas –comentó su padre muy por lo bajo.
____Debieron pasar a un lado de ellos que estaban absortos en la tarea de eliminar unas leyendas pintadas en los muros. Debían haberlas descubierto hacía unos minutos por que no sabían qué hacer y debatían entre ellos. Sebastián alcanzó a leer una parte por el hueco que dejaban los soldados: “LIBERTAD Y DEMOCRACIA, ABAJO PRORENA...” pero no pudo seguir con lo demás. En realidad interpretó que los Gríseos lo que hacían era tapar con sus cuerpos la leyenda. Esperaban algún refuerzo con cal o conociéndolos alguna unidad de demolición para echar por tierra con el muro entero. Sintieron un gran alivio al evitar contacto alguno con esos soldados fantasmales. Llegaron al estadio y tuvieron que caminar una vuelta completa alrededor de él para encontrar la boletería. La atendía un hombre de gruesos anteojos, barba de varios días y pésimos modales.
____–Deme tres plateas –solicitó el padre al hombre que no le había contestado el saludo.
____–¿Dónde...?
____–Bueno... no sé –dudó por un momento y Sebastián sin perder un segundo le habló por detrás:
____–Sector oeste en la mitad de la tercer fila...
____Ese sitio pidió el padre y el hombre se lo quedó mirando burlonamente.
____–¿Qué es lo gracioso? –preguntó molesto el padre de Sebastián ante la falta de respeto del boletero.
____–Allí va a estar el palco oficial –dijo con una mueca burlona.
____–Bueno deme sobre el sector este, está bien allí?
____–Sí, allí puede ser –dijo sin borrar su sonrisa desagradable. Pagó y se retiró de la ventanilla sumamente indignado por el trato que recibiera del boletero. Sebastián por su lado pensó que estos imprevistos podían complicar las cosas. “El palco de honor fue cambiado de sitio”. No quería pensar ni por un momento la posibilidad de que Prorena haya descubierto el plan de rescate. Tal vez era, simplemente, una estrategia para la seguridad del trío de facto. Se aferró con fuerzas a esa idea. Era tarde para avisarle a Zexurión, además de riesgoso. “Tiene que darse cuenta fácilmente; todo va a estar al revés” pensó Sebastián. Volvieron en silencio a la cabaña. No necesitaba comentario alguno la actitud del boletero. Tampoco lo poco que habían visto de la Aldea. Mucho menos aun los Gríseos. El calor de la cabaña, con sus leños ardiendo, no alcanzó para reanimarlos. Sebastián consultó su reloj. Disponía de tiempo para dormir una siesta y reponer fuerzas.
____–¡Que tal si jugamos a las cartas! –propuso animando un poco a sus padres.
____–Y yo preparo un rico café –dijo su madre.
____–¡Así me gusta, que esta Aldea del demonio no nos entristezca! –dijo su padre. Luego fueron a descansar a sus habitaciones. El resto de la tarde les depararía muchas sorpresas.


© Gustavo Prego

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