16 de mayo de 2009

Narrativa detectivesca

Jaime Rest
La narrativa detectivesca –también llamada novela policial o novela de misterio– es un típico producto de la herencia romántica, que buscó reconciliar el elemento arcano con la solución racional, según se advierte también en el cuento fantástico y en la ciencia ficción; ello es resultado de la conjunción entre racionalismo de la Ilustración y sobrenaturalismo romántico. Por lo general, la narrativa detectivesca expone un hecho delictivo –preferentemente un asesinato misterioso– en torno del cual se desenvuelve una investigación policial; en el relato suele haber, además de la víctima, un detective (casi siempre amateur), un asesino cuya identidad no llega a descubrirse hasta el desenlace de la anécdota y un conjunto de personajes adicionales cuya intervención en los sucesos permite multiplicar pistas y sospechosos. Hay, pues, dos figuras “sobrehumanas” –el detective y el asesino– que libran una lucha a muerte, circundadas por individuos de naturaleza más bien común y hasta un poco torpe. La construcción de la historia en su totalidad tiende a ser concebida como un mero juego que se completa con el desenlace revelador, pero tal como señaló alguna vez Jorge Luis Borges, la novela policial no fue escrita para suscitar la rivalidad entre el lector real y el detective ficticio en su afán de resolver el enigma, pues el detective cuenta con la complicidad del autor que ha elegido al culpable de antemano y ha inventado la forma de extraviar la búsqueda del lector con el auxilio de indicios equivocados. Una buena narración de esta especie requiere, en consecuencia, un riguroso encadenamiento de hechos, motivo por el cual el mismo Borges la ha comparado al discurso metafísico, en el que los argumentos pueden ser sofísticos pero deben conducir necesariamente a suscitar la impresión de que las conclusiones son inevitables. Michel Butor ha señalado que el relato detectivesco entraña dos historias: en primer plano seguimos la acción del detective, cuyo propósito es investigar un delito; pero al mismo tiempo, el segundo plano narrativo consiste en exponer cómo se llegó a perpetrar ese delito. Por supuesto, este esquema responde exclusivamente a la novela policial llamada de enigma; en fecha más reciente han surgido otras formas, entre las que debe señalarse la serie negra, de origen norteamericano, que no pone énfasis en el enigma sino en las circunstancias sociales subyacentes en el delito; a causa de ese interés predominante por la observación de la sociedad, ciertos críticos y especialistas niegan que este tipo de narración sea básicamente detectivesco.

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