8 de junio de 2009







____La actividad en el puesto de campaña era intensa. El Hacedor y el Alquimista trabajaban en una mesa larga ubicada debajo de un frondoso paraíso. A un lado pusieron la carreta para tener todo a mano. El tratamiento de las Verdades–Falsas significaba un serio riesgo. Por eso se alejaron de Zexariel y el grupo de científicos Tenopos que trabajaban denodadamente.
____–¿Cómo marcha el trabajo? –preguntó Sebastián.
____–Muy bien –respondió el Alquimista– Tenemos que hacer unos ajustes a la fórmula. La idea es retardar a treinta segundos la explosión.
____–Tiempo suficiente para arrojarla lejos –dijo el Hacedor haciendo el movimiento de arrojar algo con su brazo. Lethien los ayudaba alcanzándole todo lo necesario para la sesuda tarea. Del carro traía utensilios o ingredientes o bien molía sustancias en el mortero o hervía el brebaje con el cuidado de no pasarlo de cocción. Además era el contacto con los Tenopos; iba por hojas, corteza o hierbas a pedido del Hacedor y estos se los suministraban. Por que tratándose de hierbas y plantas los Tenopos eran verdaderos especialistas. Conocían a la perfección las propiedades medicinales de todas las hierbas. Lentamente se congregaban al llamado del cuerno. Llegaban Tenopos de todos lados.
____–¿Dónde está el Vendedor de Sonidos? –preguntó Sebastián.
____–Por allá –inidicó Lethien– No quiere que lo ayuden. Prefiere trabajar apartado de los demás. Es muy celoso de sus conocimientos. Solo me pidió ayuda para elaborar un pegamento para armar las cajas de vidrio. Estuve hirviendo raíces un buen rato. Después insistí para colaborar en el armado de algunas cajas y nada más. El contenido es un secreto propio de su arte que reserva sólo para él –dijo lamentándose.
____El cuerno de los Tenopos vibró por tercera y última vez.
____–Zebaztián –dijo Zexerías– mi pueblo ze reunirá en la Vieja Enzina, puedez venir zi lo dezeaz.
____Sebastián dudó en ir. Debía colaborar con sus amigos. Lethien leyéndole el pensamiento:
____–Ve con Zexerías, yo alcanzo y sobro –dijo empujándole suavemente hacia el Tenopo. Zexariel y su equipo interrumpieron el trabajo. En el puesto de campaña sólo quedaron los humanos trabajando afanosamente. Un sinfín de Tenopos comenzaron a desfilar hacia la Vieja Encina. Sebastián pensó en la buena idea que había sido venir al Bosque a trabajar. Todo el tiempo estaba a disposición. “¡Qué cosa extraña!” pensó. Este asunto del tiempo no le quedaba nada claro.
____–¿Cómo es que aquí el tiempo no corre? –le preguntó a Zexerías.
____–El tiempo aquí corre como en cualquier lado –afirmó el Tenopo.
____–El Encantador me dijo eso –afirmó el chico.
____–El te lo ha dicho en zentido figurado. El tiempo a partir de la llegada de Prorena al poder ze fracturó. No zólo el tiempo también el ezpazio. Ezta fizura ezpazio–tiempo eztá ubicada en el límite mágico que divide al Bozque de la Gran Aldea del Zud. En un lado el tiempo ze detuvo y en el otro continúa normalmente. Prorena logró un tiempo zin ezenzia, de díaz y nochez zolamente. Un tiempo que no puede zer vivido. Zuz Hechizeroz borraron el pazado y arrebataron el prezente condenando a todoz a vivir el prezente de laz beztiaz. Cortaron el hilo del tiempo mediante diabólicoz malefizioz. Nada ze puede tomar de atráz para proyectarze hazia adelante. Tal vez por que el pazado ez lo que noz une, ez lo que tenemoz en común, ez en definitiva lo que le molezta a Prorena. Allí ze azienta todo lo que vayamoz a conztruir: el futuro. En pocaz palabraz eztán varadoz en un tiempo muerto. Eza quietud del tiempo contrazta con el dinamizmo que tenemoz nozotroz. Ezte vértigo maravillozo, que ez la vida, haze que el tiempo del otro lado ze anule por completo. Ahora bien, el cruze conztante de la zerca divizoria genera un juego peligrozo... –advirtió el Tenopo.
____–¿Peligroso? Yo lo crucé muchas veces desde que llegué a la Aldea –dijo el niño.
____–Zí, a igual que muchoz, pero no abuzez. Puedez quedar atrapado en el medio de la divizoria del ezpazio–tiempo en el momento que ezte ze unifique. Te perderíaz para ziempre. Algún día Prorena o quien lo derrote liberará la porzión de tiempo de la Aldea para que zea uno zólo con el Bozque. Eze prezizo inztante puede zer fatal para el que cruze –informó el Tenopo.
____–Sigo sin entender –manifestó Sebastián con una angustiosa confusión–. Si el tiempo no se detiene, por qué mis visitas al Bosque pueden durar horas y en la Aldea mis padres...
____–Por que zon doz conzeptoz de tiempo totalmente diztintoz– interrumpió el Tenopo–. Entiendo a lo que te refierez pero eza ez materia de dizcuzión aún para nueztroz zientíficoz. Loz Hechizeroz manipularon con malaz artez algo muy delicado. Ez impredezible zu comportamiento y zuz conzecuenziaz.
____–Está bien –dijo con un suspiro Sebastián– me rindo.
____Entraron a Tenopián, la Ciudad Sagrada. Los Tenopos salían por detrás de árboles y arbustos. Cientos de ellos caminaban por ese sendero. Todos saludaban con respeto y cariño a Sebastián. Nadie, en toda Tenopián, ignoraba de su cooperación para rescatar a Zexurión. El andar se entorpeció por la cantidad de Tenopos que caminaban con su tranquito corto. Sebastián tropezó con dos o tres y se vio obligado a caminar dando pasos cortitos arrastrando los pies. Zexerías advirtió eso y escogió un camino que les permitiera salir de esa congestión y hacer una marcha normal.
____–Ven por aquí –propuso– conozco otro camino. Ez un poco máz largo pero podremoz andar máz rápido.
____El camino estaba cercado por ligustros que, escalonándose, tomaban altura progresivamente. Al cabo de unos metros la pared vegetal se alzaba a unos cuatro metros del piso. Mucha altura para un Tenopo. Abruptamente la pared de hojas fue reemplazada por otra de rocas. Estaban unidas entre sí por una argamasa blanca, ya ganada por un musgo verde, formando un sólido muro. El camino se bifurcaba constantemente en T o en Y. También existía cruces de camino en forma de X o de un signo +. Zexerías no dudaba en doblar hacia la izquierda o en seguir derecho. Sebastián miró hacia atrás y vio paredes de roca. Lo mismo adelante.
____–¡Qué lugar extraño! –comentó.
____–Zí, eztamoz en la Ziudad Antigua. La conztruyeron loz primeroz Tenopoz. Para zu protezión ze conzibió a zu alrededor ezte gigantezco laberinto. Dezpuéz fuimoz creando nuevoz métodoz de defenza y el laberinto dejó de tener la importanzia de antaño –explicó Zexerías.
____Era difícil creer en una obra de esa magnitud hecha por seres tan pequeños.
____–Habrán tardado mucho tiempo en construir todo esto –reflexionó Sebastián.
____–¡Oh zí! Muchízimoz añoz.
____Llegaron a un cruce y Sebastián, a ambos lados, vio caminos interminables.
____–Pero esto no tiene fin... –expuso.
____–No te confíez de un laberinto. Ze creó para engañar. La lejanía que vez eztá lograda por un truco vizual. También tiene trucoz zi ze lo intenta dezifrar por aire –explicó Zexerías.
____–¡Fantástico! –dijo Sebastián que se quedó un buen rato admirando lo logrado del efecto visual.
____–¿Con qué lograron el efecto visual, con espejos? –preguntó pero no hubo respuesta. Zexerías no estaba. No advirtió que Sebastián se había detenido y siguió su camino.
____Zexerías –llamó en voz baja. El Tenopo no contestó. Decidió continuar solo siguiendo unas huellas borrosas en el piso. A la tercer o cuarta bifurcación estaba totalmente perdido.
____–¡¡Zexerías!! –gritó con ambas manos haciendo bocina.
____–Aquí eztoy, dónde eztaz? –habló el Tenopo.
____–¡Aquí! –gritó sin saber dónde era “aquí”.
____–Zerenate, ya voy –dijo y recorrió los últimos metros caminados del sendero. Pero Sebastián no estaba. Había avanzado por su cuenta.
____–Zebastián, zeguizte el camino tú zolo? –preguntó el Tenopo.
____–Sí, doblé varias veces –reconoció.
____–Caray, me llevará un rato encontrarte –dijo y Sebastián cometió otro error grave. Trató de ubicar al Tenopo por el sonido de su voz. Eso en los laberintos no es conveniente ya que el sonido se comporta caprichoso y desorienta. La voz de Zexerías rebotó por las innumerables paredes y llevó a Sebastián a buscarlo en el sentido opuesto. A medida que caminaba se alejaba más. Cuando lo correcto hubiese sido esperar al Tenopo quieto en un lugar. Llamó a Zexerías y la respuesta del Tenopo se escuchó lejana. Comprendió sus repetidas equivocaciones y se preocupó. Siguió un camino que lo llevó hasta una casa estilo tenopo. En ese momento no había nadie pero alivió al chico encontrar algo que no fueran senderos bifurcándose y paredes de piedra. Él o los habitantes de esa morada le dirían como llegar a la Vieja Encina. Golpeó reiteradamente y espero con ese propósito un buen rato. “A menos –pensó con preocupación”– que hayan ido también al Oráculo”. Volvió a golpear en la solidez de la madera mohosa y al tantear el picaporte sintió algo punzante en su espalda.
____–¡Devuelve lo que te haz robado humano! –dijo una voz detrás.
____–Yo... yo... no robé nada, sólo me perdí en el laberinto...
____–¡Nada! ¡Cállate! Estás mintiendo, pronto, date la vuelta –dijo la voz con una autoridad que infundía miedo. Sebastián obedeció y giró. La punta de la lanza se posó en su garganta. En el otro extremo un viejo Tenopo, más viejo que el Patriarca y que Zexariel la blandía amenazante.
____–Así que te has perdido humano tonto... –dijo.
____–Quiero llegar a la Vieja Encina –dijo el niño que no le gustó nada eso de “humano tonto”.
____–¡Oh, al Oráculo! ¿Y para qué quieres llegar allí? –preguntó burlándose.
____–No sé. Iba con Zexerías...
____–¿Con Zexerías? Claro, como no te ibas a perder. Zexerías es un bueno para nada –dijo en el mismo tono. A Sebastián comenzaba a fastidiarle los malos tratos de ese Tenopo. Esa forma desagradable de hablar, entre irritado y burlesco.
____–Así que no sabes a qué van los Tenopos a la Vieja Encina, eh? –preguntó sin quitar la punta de la lanza del cuello del niño– Pues yo te lo diré. Van por que tienen miedo. Hoy enfrentarán a Prorena y tienen miedo ¡Ja, ja! Están muertos de miedo ¡Ja, ja, ja...!
____–No le veo la gracia –dijo el chico indignado.
____–Pues la tiene. Seguro que tú los ayudaras...
____–Por supuesto que sí –dijo con mucha convicción.
____–Y me imagino que el farsante del Encantador de Pájaros también –dijo con desprecio.
____–También...
____–¡Ja, ja, ja! Después me dices que no tiene gracia. Pobre Tenopos. Confiar en humanos ¡Ja, ja, ja, ja! Te das cuenta de la decadencia de mi pueblo. Confiar en humanos tontos –dijo y de pronto se le fue la sonrisa de la boca y sus ojos se llenaron de más odio. El brillo del odio ancestral de ese Tenopo en sus ojos azabaches atemorizó a Sebastián.
____–¡Mira! –gritó sacando la lanza de la garganta del chico y apuntando con ella la enorme hoja de una planta. El verde se desdibujó y aparecieron imágenes familiares para Sebastián.
____–¡Dime, niño tonto, qué ves! –pidió vociferando.
____–Veo Gríseos... también la Aldea. Ciegos, veo Ciegos también y lagartos...
____–¿Y qué más ves? –insistió el viejo que estaba muy lejos de poseer la serenidad y buen trato de los Tenopos.
____–Veo persecuciones de pájaros, hogueras de libros, Perros de la Noche..., una... una gran oscuridad... –describió con horror sin saber que esto último era la imagen de los Pozos Negros Sin Retorno.
____–Sííí..., los estás viendo a Prorena. Su accionar. Su perfecta vocación del crimen. Tu crees que pueden vencerlo ¡Ja, ja, ja! A todo ese horror... A todo ese aparato mortal organizado... Nunca lo vencerán. Podrán ganarle una batalla, pequeña. Hoy podrán rescatar al bravucón de Zexurión pero no podrán vencer a Prorena. Algún día Prorena se irá y vendrá un nuevo gobierno para la Aldea pero se irá victorioso. Cuando todo parezca lo contrario. Prorena ha triunfado sobre todos nosotros, nos ha partido en dos, nos ha dejado tan débiles que...
____–¡Cállate Ermitaño! –reprendió con severidad Zexerías que había encontrado y seguido las huellas de Sebastián– No lo ezcuchez Zebaztián.
____–Zexerías, bueno para nada –dijo el viejo Tenopo.
____–Vamoz, amiguito –le dijo a un Sebastián turbado– no le hagaz cazo.
____–Pero él...
____–No hablemoz del azunto por ahora. Eztamoz retrazadoz. Apurate –dijo y se alejaron a toda velocidad.
____–Nunca podrán con Prorena. Ja, ja, ja. Todo lo que hagan es inútil. Prorena ha vencido ya ¡Ja, ja, ja, ja...! –reía el Ermitaño.



© Gustavo Prego


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