25 de junio de 2009





____La rueda de hombres siguió en orden. El turno fue para Miataks, un esquimal de nariz chata y labios gruesos que sonreían constantemente. Acercó una embarcación hacia el centro del círculo formado por las sillas.
____–Esto, Guardián, es un kayaks de hielo eterno. Fue cincelado por mi pueblo en bloques de hielo más antiguos que el hombre. Nunca se derretirá y es veloz como el viento cabalgando el mismo viento –declaró con énfasis.
____–Te agradezco, hombre de los hielos del norte –dijo el Encantador.
____El siguiente fue Pierre Gotouet, un galo del Valle de Lutour. Su pelo era rojo a igual que su enorme bigote que colgaba superando los límites de la cara. Llevaba puesto un pantalón azul con tiradores y una camisa celeste, mientras sus pies iban descalzos. Sacó de debajo de su silla una caja envuelta en un trapo negro. Sonrió a todos con un gesto que agrandó sorpresivamente su formidable bigote y quitó el trapo negro que cubría la caja. Esta era de cartón; bastante común. Apartó la tapa y un sonido a vidrio quebradizo salió de ella.
____–Querido Guardián, te obsequio estas pequeñas maravillas, hijas del viento, del perfume de las flores y de la nieve –dijo y soltó unas cuantas mariposas de cristal. Aletearon por el patio ante la fascinación de todos–. Tienen la virtud de dar felicidad a quién las mire –agregó el galo.
____–Gracias Pierre, son maravillosas –dijo el Encantador. Pierre hizo una inclinación y fue a su sitio.
____El turno fue para C'hien Zu de la etnia de los Chung oriundo de las orillas del Lago P'O-Yang. Su menudo cuerpo se alzó con ligereza mostrando un largo atuendo azul que llegaba hasta el piso ocultando sus pequeños pies. Una barba de pelos ralos y largos adornaba un mentón casi inexistente en la cara redonda. Impresionaba de este personaje el largo de sus uñas y el delineado de los ojos que los hacía más rasgados de lo que ya eran. De todos era el más enigmático; de hablar y sonreír poco. Pero se guardaba todo un discurso para presentar su regalo:
____–De donde vengo es muy común poner trampas. Los aldeanos ponen trampas para los osos y otros animales que consideran perjudiciales o peligrosos. Una de mis tareas habituales es descubrirlas para desarmarlas o bien liberar y asistir a los animales que cayeran en ellas. En eso estaba cuando escucho, en una mañana de mucho frío, que a los pies de las altas montañas había caído, en una gran trampa para osos, un dragón. El animal se defendía con su aliento de fuego y su cola de filosas púas. Pero no podía romper la gruesa cadena agarrada a una roca que, a su vez, formaba parte de la base de una montaña. Cuando los aldeanos se hicieron de armas para darle muerte, el dragón cortó su garra apresada y escapó con el muñón chorreando sangre dorada. Aquí, te traigo, en calidad de presente esa garra –anunció sacándola de una caja de madera– con ella podrás pedir lluvia o detenerla, que los vientos soplen o callen, que el trueno y el rayo cabalguen juntos, con sólo alzarla al cielo invocando su poder. Además, todo lo que toque lo incinerará, sólo una persona de tu sabiduría puede tenerla. Sería peligrosa en otras manos. Guardala y que te sea útil –dijo para finalizar.
____–Estoy impresionado C'hien Zu. Jamás imaginé un obsequio de esta naturaleza. Te estoy profundamente agradecido y la usaré pronto –dijo pensando en el rescate del Tenopo en las Arenas del Reñidero Municipal. Guardó en la caja la garra de cuatro dedos con terribles uñas del animal mágico e inmortal.
____De su asiento se levantó Arthur Deallin de la tribu de los Aruntas oriundo de las orillas del Lago Eyre, una superficie de más de nueve mil kilómetros cuadrados de agua salada y que permanece seco durante largos períodos. Era de estatura media, hombros estrechos, pelo negro y abundante. Su mentón hundido y sus orejas grandes le daban un aspecto peculiar. Abrió el pequeño cofre que tuvo todo el tiempo en su regazo. Sacó una figura de pájaro de diamante.
____–Este pájaro de diamante, esculpido en una sola pieza, fue encontrado por mi pueblo en las costas de nuestra Gran Isla –anunció el hombre–. Podrás ver más allá de tus ojos. Encontrará lo que ningún catalejo alcance. Sólo oriéntalo y en él verás lo que te está vedado.
____–Te agradezco hermano Guardián este preciado presente –dijo el Encantador con una inclinación. El magnífico pájaro brillaba en sus manos. Pensó más en su belleza que en el extraordinario don que poseía.
____El Guardián número nueve fue Shri Prasavasch de la etnia de los Munda llegado del Alto Valle Occidental del Indo. Su presente era el más voluminoso. Estaba cubierto con una tela blanca bordada con espléndidos pavo–reales. Al descorrerla apareció ante la vista de todos un cachorro de tigre azul. Lo traía dentro de una jaula. Cuando lo liberó el animal salió corriendo para jugar con el Dodo, el que se llevó un gran susto.
____–Pensé que no existían estos animales, que sólo eran fruto de las leyendas de tu pueblo –confesó el Encantador– te agradezco, será un excelente guardián del Santuario. Si los Tenopos lo permiten por supuesto. ¿Qué opinas Zexerías?
____–Zeguro que zí... Encantador. No creo que haya ningún problema –respondió un tanto turbado al ser descubierto en el escondite elegido con Sebastián para espiar.
____–Será un fiel compañero –dijo Shri Prasavasch– posee la fuerza de cinco tigres de bengala y es el doble de grande que el tigre blanco de la Siberia. Yo los he visto arrastrando a un elefante por kilómetros –agregó ubicándose en su lugar. En tanto el animal se tiró a los pies del Encantador y se quedó allí con sus manos cruzadas observando al Dodo que se había alejado prudentemente.
____Kasarpan fue el siguiente, de la tribu de los Dayaks, llegado del Valle del Mehakam. De su vestimenta blanca resaltaba la ancha faja negra que rodeaba su vientre voluminoso. Era bajo y ese detalle acentuaba su gordura. Sus mejillas coloradas y lampiñas y sus cejas tupidas dejaban ver el hombre bonachón que era. Del interior de la faja sacó lo que a primera vista parecía una raíz y efectivamente eso era pero de piedra. Era una raíz de roca. Tardó un poco en aclarar el origen del obsequio y Sebastián y Zexerías que no se perdían absolutamente nada comenzaron a hacer especulaciones.
____–Mi querido amigo –dijo pomposo– he traído para ti esta raíz de montaña extraída por unos mineros de mi pueblo. Ella dará a quién la apriete en su mano la fuerza de cien hombres. Será parte y montaña. Tendrá la fuerza de la roca callada, del mineral oculto.
____–Estoy asombrado Kasarpan, doy gracias por tan curioso regalo. Espero poder usarlo con maestría –dijo el Encantador de Pájaros.
____–Lo harás, amigo. Estoy seguro –afirmó el Dayaks.
____–Eze ez Kuchinwa, el que ze pone de pie. Perteneze a la tribu Chipawaya. Viene de loz Montez Ominoca –informó Zexerías que estaba apasionado con la entrega de presentes. El último de los regalos, el de este hombre de tez morena, manos y brazos fuertes y espalda ancha, era el más pequeño pero portaba atributos mágicos.
____–Te traigo Guardián del Sud la llave de los vientos, con ella podrás abrir puertas y viajar por una dimensión mágica, vedada a los mortales. La usarás en el peligro...
____El cuerno de Tenopián lo interrumpió. Llamaba a reunión.
____–¡Zaz, tenemoz que irnoz! ¡Qué láztima! Faltaron máz detallez zobre ezte último prezente –se lamentó Zexerías–. Puedez quedarte zi quierez Zebaztián.
____–No Zexerías, te acompaño. Quiero ver, además, que hacen mis amigos de la Aldea. Puede que me necesiten –consideró el chico.



© Gustavo Prego


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