2 de junio de 2009

Aforismos de Ernesto Esteban Etchenique


Roberto Fontanarrosa

(Selección)

Aun viéndote sucia y borracha, me arrodillo para nombrarte: "¡Madre!"

Busco espíritus sensibles. Intermediarios abstenerse.

Cuando alcancé la Sabiduría, ella me miró y dijo: "Ya me alcanza cualquiera".

Dios aprieta pero no ahorca ni cae en el sadismo.

Dios me señaló con su dedo… ¡y me lo metió en un ojo!

El árbol se ríe del hacha. Así le va.

El hombre probo y pío es mitad santo y mitad pollito.

El loro plagia la palabra, pero quien está preso es el canario.

El ocio es la madre de todos los vicios. Pero es una madre, y hay que respetarla.
También se ufanaba de su piel el tigre que hoy es alfombra.

Una mala imagen vale por mil malas palabras.

Mientras más sé, menos sé. No sé.

No juzgar a los hombres por sus actos. Condenarlos.

Se puede hacer una armadura de papel. Pero no te pelees.

No basta la buena voluntad si intentas a pagar el fuego con gasolina.

Simula reír la hiena. Pero no entiende los chistes.
La rosa tiene espinas, pero, ¿tiene pétalos el atún?

Te regalaría las estrellas, pero te has empecinado en un par de zapatos.

Si quieres alcanzar la sabiduría, ¡empieza a correr ya!

Una palabra puede herir. Pero un martillazo es feroz.

Por donde pasé dejé huella, después pavimentaron.

En el mundo hay Bondad y Maldad. Justicia e Injusticia. Árboles y tortugas. Hay muchas cosas.

Haz el mal sin mirar a cuál.




He cometido el peor de los pecados. No he sido millonario.

Si no cantara el gallo, igual amanecería.

No hay completa belleza. El tigre es hermoso, pero su orín es pestilente.

Reparad en ese pato que corre. Reparad en aquel corderito que trisca. Reparad esa cerca que huyen los animalitos.

Mientras más brillante la luz, mayor el gasto.

Lo llamaron científico, estadista y pensador. Pero nunca fue tan feliz como cuando lo llamaron "Bichi".

Reconoce tu idiotez y serás un idiota lúcido.

Reprochas al sordo que no te escucha. ¡Grítale más fuerte!

Se aprende más en la derrota que en la victoria, pero… ¡prefiero esa ignorancia!

El optimista ve la copa medio llena. El pesimista la ve medio vacía. El borracho la ve doble.
Si tantas veces va el cántaro a la fuente… ¿no será muy pequeño?

Si tropiezas dos veces con la misma piedra… ¡sácala de allí!

Supe perdonar a la mujer adúltera. Mi piedra no le acertó.

Te siento cuando te toco y, cuando no te toco, también te siento. ¿Que tienes en la piel?

Un dibujo vale por mil palabras. Y si es de Picasso…

Un condenado a cadena perpetua que muere joven... ¡defrauda a la Justicia!

Vi una estrella caer. Pedí un deseo. Y la estrella cayó sobre tu casa.

La víbora es, tan sólo, cabeza y cuello.

Desdichado quien encuentra una muerte horrible, pero... ¿no pensamos en quien la ha perdido?

No te quejes por haber caído en la porquiza. Aún no te han devorado los cerdos.
Podrán machacar mis dedos con una maza, podrán quemar mis ojos con una tea... ¡Ni aún así dejaré de escribir mis aforismos!

Piensa un minuto y serás justo. Piensa una hora y se te hará tarde.

Me descalcé en la oscuridad. Y pisé algo.

Si tu mejor amigo te incrusta un puñal en la espalda… desconfía de su amistad.


De Nada del otro mundo de Roberto Fontanarrosa (Buenos Aires, De la Flor, 1990) y Nuevos aforismos de Ernesto Esteban Etchenique.

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