31 de octubre de 2009

El Puente de Carlos Gorostiza 2

El teatro, una forma de comunicación

El hombre ha intentado a través de los siglos comunicar su mensaje y lo ha hecho por distintos medios más o menos eficaces. Desde un principio descubre la posibilidad de hacerlo a través del teatro y sus dos dimensiones: la lingüística y la paralingüística. La obra de teatro no es sólo texto dramático como expresión verbal, sino también texto espectacular como práctica escénica. Debemos estudiar tanto el texto dramático como fenómeno literario y como creación artística en la puesta en escena. La comunicación se hace realidad recién cuando la obra se corporiza en el escenario y se cumple aquello de “obra para ser representada”.
De su carácter representativo también las distintas posibilidades que se le presentan a la autor para poder expresar opiniones, reflexiones y/o sentimientos. Es un arte comprometido con la realidad de su creador o del mundo que vive o desea vivir. El teatro argentino, como se verá, mantiene desde sus orígenes una relación directa con la realidad social.


El teatro argentino y el realismo

El Realismo es para el teatro argentino más que una corriente literaria una presencia constante, pero es en la década del 30 cuando logra una gran madurez con autores como Armando Discépoco, Francisco Defilippis Novoa y Samuel Eichelbaum. La crisis de esta época, de profundas raíces económicas, políticas y sociales, desembocó en un desconcierto institucional y en una confusión de valores. La literatura narrativa, dramática y lírica reflejan las distintas problemáticas. Los artistas sienten la necesidad de expresar estos problemas y es así como surgen grupos de escritores, músicos y plásticos que dan sus testimonios en distintos ámbitos de la cultura. El propósito que se persigue es rescatar al hombre, por medio de una indagación de su interioridad y de la presentación de sus problemas. El teatro es un medio para que los espectadores puedan reconocerse en los protagonistas y en sus problemáticas.


El teatro argentino y la presencia de los grupos independientes

En 1931, gracias a las inquietudes de un grupo liderado por Leónidas Barletta, empieza a funcionar el Teatro del Pueblo en la ciudad de Buenos Aires. Con él surgen en esta época los Grupos Independientes como una forma nueva, distinta y nacional de hacer teatro, frente al teatro “oficial”, tradicional y europeo. Estos Grupos Independientes como La Máscara, La Cortina, El Tinglado, Libre Teatro se reproducen en el interior del país intentando experiencias dramáticos de corte nacional y/o regional.
En 1939 se funda el teatro de La Máscara y diez años después en un local de la calle Maipú 28, estrena Carlos Gorostiza su obra El Puente. Con ella se concreta la identificación de los autores teatrales con la realidad nacional. En El Puente Gorostiza logra que el espectador se identifique con los personajes a través de un texto muy cercano a su realidad.


El teatro argentino: influencias y pertenencias

A partir de este momento, nuestro teatro presentará modalidades distintas: las propias, con sus conflictos, temas y personajes y las influencias extranjeras de las nuevas corrientes. Así las Vanguardias europeas, El Simbolismo francés, el Expresionismo alemán, el Grotesco italiano, la narrativa norteamericana, estarán presentes en los jóvenes escritores.
Las nuevas teorías teatrales también irán modificando nuestra concepción de teatro: Constantin Stanislavsky, con su enfoque novedoso del “espacio escénico” y de los “recortes dramáticos” que el actor debe observar en el ser humano; Lee Strasberg y la influencia de su Actor’s Studio; Berltolt Brecht con su concepción de la “abstracción” y el “distanciamiento”.
Entre 1945 y 1955 los llamados teatros vocacionales, grupos de jóvenes que experimentaban sin ánimo de lucro, presentaron obras de Gorki, Chejov, Anouilh, Dostoievshy, Ben Johnson. Además del contacto con lo extranjero, hay una permanente búsqueda del ser nacional y del problema del hombre y su identidad. Sobre nuestros escenarios se pone el acento en el nacionalismo cultural y en las reivindicaciones sociales.
A partir de 1955, los sucesivos acontecimientos históricos llevaron al país a interrupciones permanentes del orden constitucional provocadas por los golpes militares. Los argentinos tuvieron que acostumbrarse a rápidos y traumáticos cambios que los sumieron en constantes temores. La sensación de pérdida los llevó al sentimiento del fracaso. El teatro, a través de todos estos años, ha marcado y presentado estas crisis.


El Puente… un puente

Carlos Gorostiza con su obra El Puente aparece como el eslabón entre el teatro naturalista-verista de los años 1905 al 1925 y el teatro actual de estilo ilusionista.
Es un estallido, un grito de protesta, pues presenta situaciones “límite” de tipo social. Con agudo sentido crítico marca un estadio intermedio, un puente entre el “antes” y el “después” en el teatro nacional.
Al ubicar la acción de la obra en 1947, presenta un momento de cambios estructurales en la sociedad argentina. Este momento le sirve a Gorostiza para dar el significado profundo de la obra: la condición humana, indefensa ante la angustia del fin. El valor es del de inaugurar una era de temas eminentemente argentinos. Sorprende la búsqueda del lenguaje personal, cotidiano, veraz y frontal. Este acercamiento a los temas y la forma en que los expresa, provocó una repercusión enorme en el público. El Puente tiene el mérito de ser una obra anticipadora del Realismo crítico y un símbolo, un puente entre el teatro de Discépolo y su generación con el teatro de la década del 60.
Se inicia un ciclo en donde lo poderoso y atrapante del mensaje aparece, no sólo en el texto dramático, sino también en la enorme importancia que cobran las acotaciones del autor. Hay una permanente identificación con los conflictos del diálogo dramático. Con El Puente se abre un gran momento de la dramaturgia nacional, al anticiparse a los creadores de la década del 60: Dragún, Cuzzani, Lizarraga, quienes reflejarán, cada uno en su estilo, la verdad de nuestra identidad. La denuncia, la crítica, la presentación cruda de una sociedad son invitadas constantemente a escena.


Carlos Gorostiza: hacia la búsqueda de un mundo mágico

Un duende titiritero hace que desde sus primeros años busque el mundo mágico de la ficción. Crea un retablo de títeres que en forma gratuita lleva a recorrer hospitales y escuelas del interior. Realiza todas las tareas para el espectáculo y es así como también escribe las primeras obras para sus muñecos: La Vaquita Triste, El Quijotillo y Platero en Titirilandia que recién se publica en 1942 bajo el nombre de La Clave Encantada (en una posterior edición de 1958 agrega Mambrundia y Gasparindia y La muerte de Platero).
Su ingreso como actor a los dieciocho años en La Máscara y la ausencia de autores nacionales que reflejen su época, le sirven de incentivo para escribir, dirigir y presentar su primera obra para teatro: El Puente. A partir de este momento podríamos dividir su obra en tres etapas:
1ra. La de búsqueda de un lenguaje personal que se inicia con El Puente, Fabricante de piolín, El caso del hombre de la valija negra, Marta Ferrari, El juicio, El último perro, hasta 1955 cuando presenta El Reloj de Baltasar.
2da. En 1958 inicia una etapa plena en el predominio de recursos técnicos y con gran madurez en su pensamiento reflexivo. Su temática se centrará en la responsabilidad del hombre en los distintos grupos representativos de la sociedad. Con El Pan de la Locura inaugura una etapa de presentación de la condición humana. Son muestra de ello: Vivir aquí, Los prójimos, ¿A qué jugamos?, El lugar, Diálogo de dos sobrevivientes hasta 1976, entonces nos sorprende con su primera novela Los Cuartos Oscuros.
3ra. 1981 fue una fecha clave para la cultura argentina. En medio de una etapa preñada de censura se inaugura Teatro Abierto, un espacio que nuclea a grandes creadores. Fue un verdadero desafío para la imaginación y para la libertad de expresión. Los escritores tuvieron que demostrar originalidad, esfuerzo e ingenio para presentar obras que en un solo acto expresara el estado de ánimo de toda una sociedad. A partir de la presentación en Teatro Abierto de El Acompañamiento y hasta la actualidad, se van sucediendo obras en las que la intolerancia y la agresión han suplantado a la denuncia y a la crítica social. En esta etapa se evidencia una fuerte influencia del teatro de Ionesco y de Beckett.

De esta etapa creativa enriquecida por distintas influencias, surgirán temas como la locura, una forma de evasión de la realidad cotidiana (similar proceso que venía sufriendo el país en la figura de la sociedad). Es una etapa en donde importa más el hombre que el grupo humano. Es en este tiempo en el que Gorostiza ajusta al máximo sus recursos y logra textos de gran valor. En 1983 con su obra Papi retoma la vertiente iniciada con El Puente, pero su lenguaje es más ceñido y preciso, aunque su intención sigue inamovible: presentar la realidad nacional.
Concluyendo y sintetizando se puede decir que hay tres mojones fundamentales en la obra de Carlos Gorostiza: El Puente, El Pan de la Locura y Los Prójimos. En estas obras se instala “el personaje mediocre”, con su falsa moral, su incapacidad para mirar y sentir al prójimo, con sus frustraciones políticas y con su fracaso generacional.


El Puente: decodificación de dos mundos antagónicos

De la unión del realismo y la crítica social surge este teatro de situaciones que es El Puente, en donde se priorizan los personajes y los ambientes, más que las acciones dramáticas. La crisis de la clase media argentina es un claro testimonio que le sirve a Gorostiza para presentar una obra estructurada en dos actos divididos en dos movimientos, en donde plantea el enfrentamiento de mundos antagónicos confrontados: el de la calle y el de la casa. Las acotaciones del autor son de enorme importancia para dar coherencia al texto y ayudar a la puesta en escena.


Un aporte informativo para profesores y alumnos

En el siguiente esquema se ha intentado resumir lo planteado por el profesor Osvaldo Pelletieri, de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, en el seminario sobre “Teatro abierto, continuidad y límite del sistema teatral del 60” que dictó en 1991.


Para facilitar la tarea están las siguientes aclaraciones:

Estructura Profunda (acción): La acción es un elemento transformador y dinámico que permite pasar lógica y temporalmente de una situación a otra; es la hilación lógico-temporal de diferentes secuencias (Función - Actantes - Secuencias - Modelo actancial).

Estructura de Superficie (intriga): La intriga es el aspecto exterior y visible de la progresión dramática, la realización concreta de lo textual; es el entrelazamiento y la sucesión detallada de conflictos y de obstáculos y también de los medios para superarlos (Causalidad - Actores - Situación).

Aspecto Verbal: Según Todorov (Poética), el aspecto verbal estudia la relación entre la palabra y la realidad. Por eso se divide en tres instancias (Modo - Tiempo - Punto de vista).

Función: Se entiende por función las fuerzas de los actantes en el desarrollo de la acción. Se integran en la composición sucesiva de las secuencias.

Actantes: Entidades generales, no antropomórficas y no figurativas. Tienen existencia teórica y lógica en el sistema lógico de la acción.

Secuencia: Unidades mínimas en las que se puede dividir una acción. Están compuestas por un sistema de actancias y una serie de funciones.


Modo Actancial:

Causalidad: Puede dar orden lógico-temporal (directa: de tipo cronológico o indirecta: de tipo ideológico) o puede ser de orden espacial (espectáculos compuestos por gags que no tienen relación entre sí).

Actores: Es el correlato en el nivel de la intriga de los actantes. Son entidades individualizadas, figurativas, realizadas en la superficie del testo (el personaje en el sentido tradicional).

Situación: La intriga necesita de un conjunto de actos textuales (tanto para el texto dramático, como para el espectacular). Son como fotografías para enmarcar un momento preciso.

Modo: Problemas discursivos de la obra dramática con su doble enunciación: la del hablante dramático y la de los personajes (a través del mensaje, del código social).

Tiempo: Dentro del aspecto verbal, tomando en cuenta la historia en sí y el discurso dado, con un orden, una duración y una frecuencia.

Puntos de vista: El aspecto verbal, va a marcar la relación entre la palabra del hablante dramático y la realidad a través de la codificación.

Prof. Edith López Del Carril, Introducción a El Puente, de Carlos Gorostiza, Buenos Aires, Ediciones Colihue, 2007.

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