18 de febrero de 2011

Alegoría

Jaime Rest
Etimológicamente la palabra alegoría significa "decir algo de otro modo"; es, por consiguiente, un tipo de enunciado tropológico que se halla emparentado con la metáfora. El término ha sido aplicado habitualmente a un tipo de narración didáctica en la que los hechos y personajes encarnan ciertas nociones de índole abstracta, generalmente preceptos sobre la conducta o enseñanzas morales. La alegoría tuvo exepcional difusión durante la Edad Media, a partir del empleo que le dio el poeta cristiano Aurelio Prudencio en su Psicomaquia. Uno de los principales ejemplos de la alegoría es el vasto poema narrativo francés denominado Roman de la Rose, del siglo XIII. Dante, en su Divina Comedia y Chaucer, en varias composiciones, emplean asimismo la alegoría. Una ilustración muy clara de la técnica alegórica la proporciona el anónimo Cadacual, pieza dramática inglesa del medioevo tardío en la que se refiere la historia de un hombre que es arquetipo y encarnación de todos los hombres, cuya salvación eterna depende del resultado de la lucha que se entabla entre sus vicios y virtudes personificados. Posteriormente, la alegoría siguió empleándose en el Renacimiento y aún subsiste en el siglo XVII, en la poesía de John Bunyan. La parábola suele vincularse a la alegoría en razón de que también presenta una enseñanza moral encarnada en una anécdota ilustrativa; pero a diferencia de la alegoría sus personajes no son abstracciones o generalizaciones sino seres humanos concretos e individuales. Una muestra cabal de parábola la proporciona la historia del Buen Samaritano, referida en el evangelio según San Lunas, X, 30-37.
Centro Editor de América Latina, La Nueva Biblioteca Nº 4

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