15 de marzo de 2010

____Y efectivamente el Vendedor de Sonidos no estaba en la Plaza Mayor. Sebastián procuró no desesperar y buscar por los alrededores. La niebla era menos espesa de lo acostumbrado. El Fabricante de Niebla seguramente se había quedado dormido. El día seguía nublado. El sol apenas se sospechaba cayendo detrás de las casas chatas de la Aldea. Sebastián podía dominar toda la plaza sin dificultad y por ningún lado aparecía el Vendedor de Sonidos. Sólo apreciaba movimiento de gente en la Catedral que estaba frente a la plaza. Se trataría de alguna festividad religiosa o de algún casamiento. Salió del predio de la plaza y caminó por sus alrededores. Entró en el Mercado Público, un lugar sucio y abandonado, que servía de resguardo para los vagabundos. Docenas de manos a lo largo de esas cuadras se estiraron pidiendo una moneda o un trozo de pan. El espectáculo del enorme desamparo de esos seres humanos era doloroso. Gente de todas las edades en la última de las miserias. Era inevitable mirarlos porque era el único lugar en donde podía encontrar al Vendedor de Sonidos. No se equivocó. Allí estaba durmiendo en el suelo con su costal como almohada. Sebastián lo tocó en el hombro y el hombre se estremeció como si se tratara de un Gríseo.
____–Yo te conozco –dijo volviendo de la suavidad del sueño.
____–Sí ayer me regalaste una caja con un sonido muy bello –dijo Sebastián.
____–¡Ah sí, cuando anunciaban el Edicto! –recordó el Vendedor de Sonidos.
____–Por eso es que te busco –dijo Sebastián bajando la voz.
____–¿Por el Edicto? –preguntó sin entender.
____–Sí, por que los Tenopos piensan rescatar a la Criatura de los Bosques –dijo el niño usando el nombre con que habían bautizado a Zexurión.
____–¡Sssshhhh...! Silencio, este lugar está lleno de espías de Prorena –miró a ambos lados– Pues te diré que los Tenopos están locos –afirmó volviendo a acomodar su cabeza sobre el costal.
____–También participará el Guardián de la Naturaleza –dijo tratando de impresionar al Vendedor de Sonidos.
____–¿El Guardián de la Naturaleza? –dijo incorporándose– ¡Dios mío también se ha vuelto loco!
____–Necesitan tu ayuda –dijo Sebastián.
____–¿Y yo en qué puedo ayudar? –dijo con recelo.
____–Con tus sonidos –especificó sin dar muchas vueltas al asunto.
____–Y Prorena nos lo va a entregar envuelto para regalo con un lindo moñito –ironizó.
____–No, seguro que no –reconoció Sebastián– y se van a molestar mucho cuando se lo saquemos momentos antes de la competencia.
____–¡Ja, ja, ja! –rió burlándose de la inocencia del niño– ¡Están locos de remate! No conoces a Prorena. Es capaz de las más terribles crueldades, de hacer de todos ustedes...
____–Nos vas a ayudar o no –cortó muy molesto el niño.
____–No –contestó terminante el Vendedor de Sonidos.
____–Bien, si se te pasa el miedo vamos a reunirnos en quince minutos en el laboratorio del Alquimista para precisar nuestra parte en el plan de rescate –dijo Sebastián que no podía ocultar, ni quería tampoco, su indignación. Al alejarse, dejando al Vendedor de Sonidos en un vergonzoso silencio, un gran alboroto se generó entre los vagabundos. Comenzaron a gritar y a correr desesperadamente.
____–¿Qué sucede? –preguntó a uno de ellos que pasaba corriendo a su lado.
____–¡Un escuadrón de Gríseos! –contestó espantado.
____Sebastián trepó por la reja de una ventana y pudo ver que efectivamente habían entrado al Mercado Público. Traían a sus lagartos y golpeaban y pateaban a los vagabundos.
____–¡Basuras! –gritaban– ¡No los queremos aquí!
____Dos flechas de ballesta silbaron en el aire y fueron a clavarse en un gran portón que, seguramente, hace muchos años debió ser una caballeriza. Un lagarto escapó del control de uno de los Gríseos cortando la cadena. Salió enfurecido dando dentelladas mortíferas a los vagabundos que huían.
____–Vamos –dijo el Vendedor de Sonidos tomando a Sebastián del brazo.
____–Parecías convencido hace un momento.
____–No todo lo que parece es –dijo el hombre tomando por una callejuela lateral.
____–¿Adónde vamos? –preguntó Sebastián.
____–Siempre que te persiga una patrulla de Gríseos debes salir de la calle principal. No corras como si fueras ganado como hacen ahora los pordioseros. Elige una calle lateral así harás lo que los Gríseos no quieren –explicó el Vendedor de Sonidos.
____–Pero debemos ir al laboratorio del Alquimista. Se hace tarde –recordó Sebastián.
____–Lo primero es lo primero. Debemos alejarnos de estos buenos muchachos –sugirió el Vendedor de Sonidos. Ya no corrían como desesperados; mantenían un paso ligero.
____–¿Por qué hacen eso con los vagabundos? –preguntó el niño.
____–Por que son pobres supongo y dan mala imagen a la Aldea. Si no haces nada por la pobreza por lo menos ocúltala o elimínala a los palos. Esa es la premisa de Prorena –explicó el Vendedor de Sonidos– En realidad creo que sí hacen algo por la pobreza: la generan –y comenzó a reírse hasta que descubrió que no tenía nada de gracioso. La niebla cada vez era más densa y permitía ocultarlos. Sebastián se palmeó para verificar que debajo del suéter seguía la libreta que le robara al Fabricante de Niebla. Hubiese sido meterse en un lío muy grande si los Gríseos se la encontraban encima.


© Gustavo Prego


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