22 de marzo de 2010






____La niebla de a poco se desvanecía. Sebastián volvió al punto donde equivocó el camino. Siguió por la calle hasta el final, hasta la última casa. Golpeó y del interior llegó la misma voz agresiva que lo recibiera la primera vez. Sebastián insistió haciendo como si no hubiese oído.
____–¿Quién es? –escuchó en el mismo tono.
____–Necesito hablar con vos Hacedor –dijo Sebastián mirando hacia todos lados para cerciorarse que nadie merodeaba. La puerta se abrió apenas luego del ruido seco del pasador.
____–¡Ah, eres tú amiguito! Pasa... pasa...
____–Tengo que comunicarte algo muy importante –dijo ansioso el niño.
____–Antes dime como está la paloma.
____–Muy bien. Encontré al Guardián de la Naturaleza y él la pudo curar –contó Sebastián.
____–Me alegro mucho. Es la mejor noticia que recibo en mucho tiempo –dijo el Hacedor fabricando una sonrisa que no ocultó su gran tristeza.
____–Vengo del Bosque, de Tenopián, antes de su enfrentamiento con el Saurio Real los Tenopos van a rescatar a Zexurión y piden tu colaboración –sintetizó Sebastián.
____–Y yo qué puedo hacer –dijo el anciano encogiéndose de hombros convencido de su impotencia.
____–Vos tenés poderes y conocés muchos trucos que pueden ayudarlos. Además no tenés prohibido asistir a los Juegos Marciales. Cuantos más vayamos al espectáculo va a ser mejor –dijo Sebastián.
____–Desde ya que pueden contar conmigo para lo que sea. Zexerón es un amigo como todos los Tenopos –dijo con resolución.
____–Bueno, no tenemos tiempo que perder necesitamos reunirnos con Lethien, el Vendedor de Sonidos y el Alquimista. Tengo que explicarles el plan para después organizar entre todos nuestra participación en él –propuso Sebastián.
____–Yo puedo ubicar a Lethien. Tú busca al Vendedor de Sonidos en la Plaza Mayor. Me demoraré un poco porque debo despistar a los espías de Prorena que me vigilan.
____–De acuerdo, en media hora nos encontramos en el laboratorio del Alquimista –dijo Sebastián.
____–Bien, así haremos –convino el Hacedor acompañando al niño hasta la puerta.
____–Hasta luego Hacedor –saludó internándose en la niebla rumbo a la Plaza Mayor.
____Lo que hubiese significado un trayecto sencillo, teniendo en cuenta que se trataban sólo de cuatro cuadras, para Sebastián constituyó una odisea. No había hecho una cuadra y media cuando un escuadrón de Gríseos con enormes lagartos desembocó por la misma calle. Al verlos no supo qué hacer, no podía parar ni mucho menos volver. Eso le pasaba por no ir bien pegado a la pared. Sin duda que sospecharían de él si no trataba de parecer seguro y natural en su andar. Puso las manos en sus bolsillos y de reojo miraba a los Gríseos que se habían parado frente a una vivienda de aspecto humilde. La patrulla era de ocho soldados comandados por un oficial. La orden del oficial fue terminante y la puerta de la vivienda voló en pedazos de una patada. Entraron cuatro de los ocho soldados portando sus ballestas cargadas y no tardó en escucharse gritos en el interior. Cuando a Sebastián le pareció haber superado el imprevisto y alejarse de los Gríseos escuchó a sus espaldas que el oficial lo llamaba:
____–¡Oye tú! ¿Quién eres y adónde crees que vas? –gritó.
____–Yo... no soy de aquí –se le ocurrió decir a Sebastián como posible salvoconducto. La presencia demasiado cercana de los Gríseos y de los lagartos lo ponía nervioso.
____–Así que eres forastero –dijo el oficial mirándolo de arriba a abajo con desprecio– ¿Y qué haces caminando con esta niebla? –preguntó encendiendo un cigarro.
____–Lo que pasa es que llegué ayer y a causa de la niebla no pude salir a conocer el pueblo y al ver que hoy también había niebla y como nos vamos dentro de un par de días, bueno... salí igual a recorrer y... –la mano en alto del oficial Gríseo lo hizo callar.
____–Bien, y con quién viniste a la Gran Aldea del Sud? –preguntó lanzándole el humo a la cara.
____–Con mis padres –contestó Sebastián reprimiendo un acceso de tos. Descubrió que uno de los cuatro soldados que estaban fuera de la vivienda era el guardia del Materializador de Sueños. Al reconocer al niño se alejó unos pasos como queriendo ocultarse.
____–Hola, cómo estás? –saludó al enorme Gríseo que palideció aún más con la salida desesperada que eligió Sebastián. Fue una oportunidad única que capitalizó al máximo para salir de esa situación comprometedora.
____–¿Y tú de dónde lo conoces? –preguntó el oficial al soldado.
____–Yo estaba de guardia en el Materializador de Sueños mi teniente y este niño me preguntó como orientarse para llegar a su casa. A causa de la niebla se había perdido –mintió el soldado con una naturalidad que hizo sonreír a Sebastián.
____–¿Y supongo que lo habrás interrogado? –indagó con firmeza el teniente Gríseo.
____–Sí mi teniente, por supuesto, pero al ver que se trataba de un simple turista lo dejé ir –argumentó del Gríseo tragando saliva.
____–Bueno muchacho, vete. Pero recuerda que al Excelentísimo Prorena le desagradan los turistas, hacen demasiadas preguntas y se meten donde nadie los llama –dijo el oficial haciendo un ademán con su brazo indicando que Sebastián podía retirarse. Cosa que el chico hizo de inmediato y que era lo que más deseaba en su vida pero su alivio duró poco. No llevaba recorridas tres cuadras cuando, por una calle lateral, se cruzó una horrible procesión. Venían con antorchas y las dos primeras filas de sus integrantes llevaban puestas capuchas rojas lo suficientemente desagradables como para inquietar a Sebastián. En realidad el problema no estaba allí, en los encapuchados, por feo que sean, sino en los Ciegos que eran el grueso de la comitiva y que por cierto no eran amistosos. Eso le constaba al niño. Debió aguardar en el umbral de una casa a que pase la “simpática” procesión. Llegó a preocuparse por el tiempo que llevaba demorado en tan sólo tres cuadras. “Falta que no encuentre al Vendedor de Sonidos” pensó con desaliento apurando el paso hacia la Plaza Mayor.



© Gustavo Prego

No hay comentarios:

Publicar un comentario