17 de enero de 2011

Guía para la autocorrección

  1. Tener siempre pesente que el contexto será quien dicte los cortes y las correcciones que clarifiquen el estilo.
  2. Detenerse a releer la página en voz alta, atendiendo al ritmo y la caída de la frase.
  3. Procurar un imposible: ser otro, en la una nueva lectura en voz alta, con el resaltador en la mano y el grabador funcionando.
  4. Marcar el verdadero comienzo del texto y considerar la eliminiación o la utilización parcial del "preámbulo".
  5. Comprobar si el material se ha desarrollado en una secuencia lógica.
  6. Subrayar imágenes nítidas.
  7. Tachar todo elemento ornamental, privilegiando lo relevante sobre lo superficial.
  8. En las descripcioes, para evitar sobrecargas y meras enumeraciones, acentuar sólo aquellos elementos que tengan que ver con la vida del texto.
  9. Traducir o eliminar expresiones vacías y pomposas.
  10. Buscar en el texto aquellas zonas donde se pueda experimentar con la elipsis.
  11. Detectar adjetivos que no aportan nada; sustituirlos o suprimirlos.
  12. Reforzar significados fusionando frases, o desdoblándolas, o reinstalando bloques enteros de material.
  13. Detectar incongruencias semánticas y, si no ayudan al lector a visualizar desde un lugar insospechado, corregir el error.
  14. Revisar si la puntuación es adecuada, si es acorde con el tempo del texto.
  15. Evaluar la coherencia de los tonos de las expresiones, y ver si acompañan armoniosamente las acciones o imágenes.
  16. Revisar si la longitud de las frases cortas o largas es pertinente en el contexto.
  17. "Actuar" los diálogos leyéndolos en voz alta para evaluar si suenan convincentes y naturales.
  18. Reflexionar acerca de si nuestras correcciones apuntaron a que el texto logre la unidad de efecto deseada.
  19. Volver en frío sobre cada frase, y seguir eliminando, sustituyendo o modificando todo lo que no contribuya a provocar ese impacto general.
  20. En una última versión, procurar asignarles a las palabras su máximo sentido, de acuerdo con el contexto.

Marcelo Di Marco, Taller de Corte y Corrección

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